Por: Claudia Aponte/ Dando continuidad a lo tratado en la parte 1, ser del centrismo político se convierte en una opción distinta, acumuladora de las mejores ideas –que también incluyen propuestas mejoradas de los extremos-, además de, una forma moderada para ejercer la política, personificando en cada uno de sus seguidores a los líderes del consenso, tras proponer soluciones preferiblemente pactadas.
El centrismo político se caracteriza por el realismo, la capacidad de entendimiento, la sensibilidad social, la racionalidad, la mente abierta y el compromiso con los derechos humanos de todos, además, promueve el respeto a la institucionalidad y le apunta a unir a las comunidades.
Recordar que, existen tres tipos de centristas así: de centro derecha, de centro-centro y de centro izquierda. Precisamente, los partidos políticos se reconocen por las políticas públicas formuladas y/o adoptadas en el tiempo, incluso por quiénes son los beneficiarios de estas y los asuntos que estas atienden.
Se insiste en la existencia de una verídica y duradera coalición de centro político entre los aspirantes de esa tendencia a la Presidencia de Colombia, a fin de sacar al país de las dificultades y daños que vienen generando las posiciones y acciones de los partidos de extremos, redundando inexorablemente en la polarización de todo un país que a gritos clama por la unión y la paz estable y duradera, mediante el desarrollo económico, social y ambiental que genere bienestar a todos los colombianos.
Conformar una alianza de centro amplia y pluralista, es el escenario ideal para llegar a dirigir el Estado, dado que, conforme al contexto actual, individualmente los partidos de centro son considerados partidos débiles para ganar la Presidencia.
Un centro político con diversas expresiones y matices que, no se pueden excluir en el momento inicial para definir precisamente un candidato único en la consulta interpartidista de marzo de 2022 porque de lo contrario, este no prosperaría en su intento dado que no se garantizaría el pacto para acompañar unidos a quien vaya a la primera vuelta presidencial[1]. Debe aceptarse el pluralismo político para identificar las convergencias y unir las propuestas e ideas que conformarán la plataforma programática de dicho centro, contando con ideas pactadas que los haga más cercanos y fuertes para enfrentar la primera vuelta electoral.
El desarrollo basado en las características y políticas del centrismo es una oportunidad histórica para Colombia que, mal se haría en desaprovecharla a partir de la negación a la acción inicial de cualquier centrista que es consensuar.
No obstante, existen dificultades para llegar a unir a los candidatos de centro que hoy día están plenamente identificados: la Coalición de la Esperanza –conformada por Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán, Jorge Enrique Robledo, Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo y el Partido ASI– y el grupo significativo de ciudadanos denominado Colombia Tiene Futuro, que tiene como líder natural a Alejandro Gaviria, aunado a otros candidatos independientes, entre los más conocidos están Juan Carlos Echeverri y Rodolfo Hernández que, van por firmas[2] y pueden ser clasificados de centro político también.
Sea la oportunidad para reiterar que cualquiera de los precandidatos debe tener ya un ideario propio público ó mínimamente un conjunto de propuestas a presentar con un lenguaje sencillo para la ciudadanía –ahí es necesaria la comunicación en política-. Esto es invisible en los candidatos de la Coalición de la Esperanza, así como, tampoco se identifica un liderazgo como coalición, que también se percibe en los otros candidatos independientes de centro, excepto en Alejandro Gaviria de Colombia Tiene Futuro, quien expuso desde su inicio al postularse vía firmas, un ideario de 60 puntos[3] no exhaustivos, distribuidos en 12 líneas temáticas o estratégicas, que según él menciona, cambiarán con el tiempo, la conversación –por ende el consenso– y el aprendizaje diario.
Pareciera entonces que, el centro se está “suicidando”, porque tiene la necesidad apremiante de que se unan todos los precandidatos de su tendencia para la consulta interpartidista de marzo próximo y no se ha logrado y por otra parte, es importante conocer cuál es la decisión clara, contundente y pública de los partidos: liberal, nuevo liberalismo, cambio radical, entre otros, y en los cuales algunos de sus congresistas actuales –quienes los tienen-, representan poca o ninguna credibilidad, lo cual pudiera afectar en imagen las candidaturas de centro si estos se les unieran, tanto para la consulta interna de marzo de 2022 como para los momentos electorales siguientes.
De otra parte, en las encuestas –con un margen de error y que “inducen” a un resultado en la medida que la ciudadanía por tendencia opta por estar en el “equipo ganador”- se observa que los extremos están así, por un lado la izquierda subiendo y por el otro extremo, la derecha bajando en preferencias o aceptación de los encuestados, estos últimos muestran el uso de estrategias equívocas desde quienes teniendo el poder no les es útil porque desapareció el liderazgo del actual partido de gobierno –incluso mencionan que el candidato de su partido no surgirá de los extremos; que el futuro sigue estando en el centro y no en la extrema izquierda o en la extrema derecha; y que el actual Presidente es de extremo centro- y tampoco cuentan con un candidato único que genere pasión o persuada a la ciudadanía para entrar a una competencia real de ideas entre los extremos y con el centro, y no con falacias ad hóminem hacia sus contendores electorales.
La tarea que parece difícil más no es imposible, se orienta a conformar un centro político para una campaña electoral que defina un programa de gobierno consensuado entre sus miembros, para gobernar el país en el periodo 2022-2026, más que como una oposición a los extremos; sin que se pierda el rumbo con errores de alineación posterior y definitiva a algún extremo en particular.
La dificultad de unirse tiene variables individuales tan complejas como el ego[4] que, obvia desde todo punto de vista, cualquier pacto para lograr mejores políticas públicas desde un mejor gobierno para los colombianos, en los próximos cuatro años. Ello en analogía es olvidar que, la política es para servir y que el servicio público es una condición per se de quienes ejercen la política.
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*Ingeniera de Sistemas de la UIS, Especialista en Gerencia Pública de la UIS y Magíster (c) Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Externado de Colombia y en curso Doctorado en Políticas Públicas.
Twitter: @CLAUDIAAPONTE1
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Facebook: Claudia Aponte
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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[1] Puede ser primera y única vuelta si se cumplen los mínimos. La segunda vuelta para elegir Presidente y Vicepresidente de la República se origina en la Constitución Política de 1991 que establece que, la definición de las elecciones presidenciales será por mayoría absoluta, es decir, más del 50% de los votos emitidos.
[2] Candidatos a la Presidencia de la República por grupos significativos de ciudadanos y movimientos sociales deberán recoger mínimo 580.620 firmas. Se han registrado 37 candidatos postulados por grupos significativos de ciudadanos y movimientos sociales para las próximas elecciones a la Presidencia de la República, a realizarse el 29 de mayo del 2022. Link.
[4] «una creencia malsana en nuestra propia importancia. . . . Es el sentido de superioridad y certeza que excede los límites de la seguridad en uno mismo y del talento.». Tomado de: Holiday, Ryan. El ego del enemigo, p.22.