Por: Argemiro Castro Granados/ Con 140 mil contagios y 5 mil muertos estamos los colombianos en una etapa crítica de esta pandemia y ante esto crece mucho más la presión sobre los mandatarios y sobre el sistema de salud, los primeros para que tomen nuevas medidas como el volver a un nuevo “confinamiento total” y para el sistema de salud porque las unidades de cuidados intensivos llegan a ocupaciones superiores al 80%; pero cuales eran los objetivos del confinamiento? Pues solo era para que se diera el tiempo suficiente al sistema de salud y a las autoridades para prepararse, con la dotación de las unidades de cuidados intensivos, respiradores y personal médico; metas en las que muy poco se avanzó, pues el número propuesto de nuevas UCI no se cumplió y menos cuando no se contrató, ni se cuenta con el personal médico necesario para operarlo.
El aislamiento debía proporcionar tiempo valioso para preparar la llegada del temido “pico” de la pandemia y ahora las autoridades se dan cuenta que no les alcanzó el tiempo; sin embargo con estas medidas sí se postro la economía, aumentó desesperadamente el desempleo, se redujo el consumo de los hogares al mínimo y en general la economía está sufriendo un decrecimiento nunca imaginado por economista alguno; pero además esta situación ataca con mayor intensidad a las clases medias y a los más pobres, aumentando escalofriantemente el desequilibrio social, lo que puede en el corto y mediano plazo generar peligrosos problemas sociales.
Cuarentenas tan largas y estrictas no son viables como lo advertí en el artículo anterior, ningún país ha tenido y soportado tantos meses de encierro, menos en una realidad económica y social como la nuestra, por lo que era imperativo reabrir y reactivar la economía, pero esto ocurre precisamente en un momento en que estamos pronto a llegar al pico de la pandemia, lo que implicaba el incremento exponencial de los contagios, por lo que ya los mandatarios se “asustaron” e inmediatamente aplazaron la entrada de las actividades previstas, como el transporte aéreo y terrestre y peor aun cuando vuelven a imponer los temidos “encierros obligatorios” en las principales ciudades del país.
Las premisas de responsabilidad personal, el autocuidado y la disciplina social (bases de la reapertura), parece que no están funcionando ya sea por la indisciplina de la población o por la necesidad de la gente de conseguir “lo del diario”, llegando incluso esta población en pobreza extrema a plantearse el dilema de comer o pagar el agua y el jabón para lavarse las manos y comprar el tapabocas.
Por otro lado, una nueva medida de confinamiento estricto requiere un mayor esfuerzo fiscal del gobierno para ayudar con subsidios en dinero o en especie a la población que no tiene los recursos para adquirir los gastos mínimos de sostenimiento durante el encierro, lo que implica disponer cuantiosos recursos del presupuesto público, al cual precisamente ya se le agotaron todos los rubros de inversión social y por lo tanto se tendrá que echar mano a los recursos dispuestos para inversión en infraestructura productiva, preciso las inversiones con los que se contaba y son necesarias para reactivar la economía y el empleo.
Se necesita entonces un mayor esfuerzo fiscal, preciso cuando todos los ingresos del estado están disminuyendo drásticamente, no solo por los alivios tributarios a la población y sectores productivos, sino porque la drástica reducción de la actividad económica y el consumo de los hogares, genera una menor tributación que apretara más la situación fiscal; queda entonces solo un camino, acudir e incrementar la deuda externa, que de por sí ya estaba en unos niveles peligrosos, por lo cual este nuevo endeudamiento pone en riesgo la estabilidad fiscal del Estado y su capacidad para intervenir en la economía, precisamente cuando más se necesita de su intervención.
Este oscuro panorama económico, conlleva en el corto plazo serios problemas sociales y laborales que auguran el surgimiento de más tensiones sociales; para colmo de los males el panorama político se sigue deteriorando por la división y las presiones entre grupos políticos y sobre todo por esa nefasta polarización del país, que no ayuda para nada a pasar este profundo y escabroso bache que estamos viviendo.
Siempre se dice que una crisis es una oportunidad para generar cambios, para generar consensos y empezar a construir un mejor país y una mejor sociedad; pero hasta el momento lo que vemos no es nada prometedor, la gente es cada vez más intolerante, actitudes salvajes e insolidarias como los saqueos del transporte de mercancías en la costa atlántica, pero lo peor de todo, se incrementa más la polarización política, llegando a generar entre cada extremo político odios difíciles de sanar, pero además cada noticia trae más desazón.
Sin embargo, la buena noticia de hoy es que la Ivermectina sí es la pócima bendita, lo último en guaracha para matar el virus. ¿Ivermectina la que le aplique ayer a mis vacas para los parásitos? Si la misma, ¡eureka!, tanto buscar afanosamente el mundo científico una vacuna y una cura para el mal y yo la tengo en mis manos, sí la misma que es patrocinada por el alcalde de Cali y algunos médicos alternativos, tanto buscar una cura bendita y yo con ella en la botica veterinaria.
El pánico que causa esta pandemia y especialmente ahora que estamos en una etapa crítica, hace que la gente en su desespero acuda por su cuenta a cualquier remedio de la abuela que presuntamente lo proteja o lo inmunice del virus, o al menos que una vez empiecen los síntomas, se salga rápido y con vida del trance, lo que hace que se acuda a tratamientos caseros o a drogas convencionales dispuestos para otras dolencias o afectaciones.
Si el virus se acaba con agüita y jabón o con hipoclorito, porque no va a servir la hidroxicloroquina que se aplican los presidentes Donald Trump y Bolsonaro, o mejor seguir los consejos de la abuela: El agüita de limón y jengibre o las tres tazas de café diario, o las tres aspirinas o el pelo en la Biblia; afortunadamente en mi lugar de confinamiento cosecho limón Tahití y café San Martin y además tengo la Ivermectina que me sobro de las vacas, entonces para qué preocuparme del virus, me preocupo si por el futuro de este país, con la crisis económica y social que nos heredara el bichito ese.
*Economista, Abogado, Especialista en Evaluación de Proyectos de Desarrollo y Especialista en Derecho Público y Penal.
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