En cada establecimiento educativo de Colombia debería haber un programa de atención a la salud mental de nuestros niños, niñas y jóvenes en cualquier etapa de su desarrollo físico y mental desde el prescolar hasta el grado undécimo, pero hoy la desolación en estos programas abunda y cada vez más esta población se encuentra a la deriva.
Por: Carlos Mario Gómez García/ Cuando desde el ministerio de educación establecen criterios para una relación técnica que corresponde al número de estudiantes por cada docente, directivo y orientador escolar crece las preocupaciones en situaciones que día a día se viene desatiendo y esto corresponde a la salud mental de los niños, niñas y jóvenes.
La Unesco ha establecido que la relación técnica para un orientador por estudiante sea de 250 pero esto es una utopía en Colombia, para casos como en el distrito capital está en 45º estudiantes por orientador escolar, pero en el resto del país hay un orientador por cada 800 estudiantes y aun así no es suficiente para atender las necesidades de salud mental que pueden enfrentar los estudiantes en la actualidad.
Para el Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Pontifica Javeriana determina en un estudio realizado que el 88% de los estudiantes en Colombia tubo una afectación en su salud mental, con un panorama poco adelantador porque alrededor de 500 niñas, niños y jóvenes se suicidan en Colombia cada año, las falencias que presentan los Colegios es grande pues los mecanismos para la detención de estas situaciones solo ocurre en el 16% y el 36% de los Colegios tienen condiciones escolares para atender algún caso de salud mental en sus estudiantes.
Esta preocupación crece cada vez más cuando ha crecido en más de un 42% los índices de violencia escolar en las instituciones educativas y los maestros no se encuentran preparados para poder atender alguna situación o activar alguna ruta para la atención de estas situaciones.
El sistema colombiano de salud no tiene las estrategias necesarias para ayudar a los establecimientos educativos, pues los programas de prevención solo funcionan durante 2 o tres meses en el año cuando se activa o llegan los recursos para el PIC programa intervenciones colectivas y durante el resto del año no hay como atender este programa de prevención.
Si hablamos de las secretarias de salud, están enfocadas en programas diferentes y la salud mental de los niños, niñas y jóvenes queda sin doliente como si no existirán para las administraciones territoriales o nacionales pues dentro de todo el diseño de políticas en temas educativos o de salud no se reconoce esta situación como prioritaria.
Cada vez la tasa de enfermedades mentales en los niños, niñas y jóvenes se incrementa, quien debe ser el doliente, se atiende solo cuando suceden las situaciones, no se previene ni se detecta, esto afecta de igual manera porque los padres de familia no identifican algunas de ellas o por el contrario si se dan cuenta de algún hecho hacen caso omiso por situaciones sociales que pueden juzgar la sociedad.
Reconocer que la salud mental de los estudiantes es un elemento importante ya que está afectando no solo el comportamiento si no los resultados en los aprendizajes que día a día deben ir adquiriendo, enfermedades como la depresión, el cutting o autolesiones, los famosos retos por las redes sociales y el suicidio son situaciones que las instituciones educativas no saben cómo enfrentar y con la gravedad que pueden verse inmersos los docentes o directivos en investigaciones disciplinarias.
Este es un llamado de alerta a todos los actores del proceso formativo, la institución es la confluencia de todos los miembros de la sociedad, pero a su vez es el reflejo de cada una de las situaciones que se viven en los hogares, es necesario que los padres, docentes, directivos ayuden en los procesos de detección, pero aquí viene la parte organizacional de las demás entidades, el gobierno nacional debe generar una política de salud mental hacían los niños, niñas y jóvenes, destinar los recursos para más profesionales, fortalecer la ayuda con otras entidades, el ministerio de salud generar acciones interinstitucionales con los establecimientos educativos, apoyar y acompañar a los niños, niñas y jóvenes.
Estar alerta a los cambios, comprender que estamos en una nueva sociedad que fue afectada por una pandemia y que los procesos se hacen diferentes cada vez más, la escuela necesita la ayuda de todos y así afrontar no solo los retos en el proceso de aprendizaje si no también en le desarrollo mental de nuestros niños, niñas y jóvenes.
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*Licenciado en educación, especialista en pedagogía y didáctica, titulado en Derecho con especialización en Derecho Constitucional, 20 años al servicio de la educación pública y formador en instituciones privadas para los nuevos profesionales de la docencia.
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