Por: Jhon F Mieles Rueda/ Para empezar, el contexto es claro. Las actas de escrutinio nunca fueron publicadas y los indicios apuntan a que Edmundo González Urrutia, con alrededor del 70% de los votos, fue el verdadero ganador.
Sin embargo, aquí estamos, con Maduro perpetuando un mandato que muchos consideran ilegítimo y una población agotada por la crisis económica, la emigración masiva y la represión constante. Pero miremos más allá de los lamentos. ¡Hablemos de las posibles salidas, los retos y las decisiones que marcarán el futuro!
El pueblo venezolano ya ha demostrado una resistencia increíble. No es fácil levantarse todos los días en un país donde la inflación es galopante, los servicios básicos colapsan y los derechos humanos son pisoteados. Sin embargo, esa misma fortaleza podría ser la chispa para un cambio real.
Las opciones para los ciudadanos son complejas. Protestar masivamente sigue siendo una posibilidad, pero enfrenta el obstáculo de la represión gubernamental y de los colectivos chavistas. Además, las protestas ya no tienen el mismo impacto que hace una década debido al desgaste y al miedo instalado en la sociedad.
Aun así, hay una generación joven, conectada, informada y decidida a no quedarse de brazos cruzados. Quizá el futuro de Venezuela esté en sus manos, con movimientos ciudadanos organizados que presionen no solo desde adentro, sino también aprovechando la visión global que ofrecen las redes sociales.
Otra alternativa sería intensificar el éxodo masivo, pero esto plantea una triste realidad: millones de venezolanos ya se han marchado, dejando atrás sus hogares, sus sueños y una tierra que parece no ofrecer futuro inmediato. Aunque para muchos huir es una forma de sobrevivir, también implica un vacío interno que dificulta aún más los esfuerzos por un cambio desde dentro.
Colombia, como principal receptor de migrantes venezolanos, está en una posición delicada pero estratégica. No solo tiene el reto de ofrecer apoyo humanitario a los millones de migrantes que ya están en su territorio y que seguirán llegando, sino también de liderar, junto a otros países de la región, una postura firme frente a la situación política en Venezuela.
¿Qué puede hacer Colombia? Primero, reforzar los mecanismos de integración para los migrantes, facilitándoles acceso al empleo, la salud y la educación. Pero también debe jugar un papel clave en los escenarios diplomáticos, impulsando soluciones multilaterales. Si bien Petro no ha tomado una postura firme, los países de la región necesitan actuar de manera coordinada, dejando de lado agendas políticas particulares y priorizando el bienestar del pueblo venezolano.
Brasil, Argentina, Chile y otras naciones también tienen un rol importante. Si bien las sanciones internacionales han sido una herramienta utilizada por Estados Unidos y Europa, en América Latina debemos pensar más allá de las sanciones y enfocarnos en soluciones sostenibles. Esto podría incluir la promoción de un diálogo real entre las partes, con mediadores imparciales que garanticen un camino hacia unas elecciones transparentes y libres.
Aunque los vecinos inmediatos tienen un papel crucial, la comunidad internacional también debe actuar. Pero ojo, la intervención militar o las medidas coercitivas unilaterales no son la respuesta. El mundo necesita apostar por un enfoque que combine la presión diplomática con un apoyo tangible al pueblo venezolano.
La ONU y organizaciones como la OEA deben ser más proactivas y menos retóricas. La creación de una comisión para supervisar las condiciones de nuevas elecciones podría ser un primer paso. También se necesitan más recursos para las organizaciones humanitarias que operan sobre el terreno, para garantizar que la ayuda llegue a quienes más la necesitan.
Aunque el panorama parece sombrío, la historia nos ha enseñado que las dictaduras no duran para siempre. Venezuela tiene todo lo que necesita para salir adelante: recursos, talento humano y, sobre todo, un pueblo que se niega a rendirse. El camino no será fácil, pero con unidad, organización y apoyo internacional el cambio es posible.
Para los países de la región, la lección es clara: no podemos hacer la vista gorda. Venezuela no es un problema aislado, refleja cómo nuestras democracias pueden tambalearse si no cuidamos sus pilares fundamentales. Por tanto, debemos mantener los ojos bien abiertos para las próximas elecciones en Colombia en 2026.
…
*Profesional Agroforestal, escritor y político local.
Facebook: Jhon F Mieles Rueda
Twitter: @meideijhon
Instagram: jhon_f_mieles