Vicepresidente de la Cámara Colombiana de las Confecciones, el santandereano Franky Guevara, empresario él de igual forma, describió el desolador panorama que teje la industria de la confección. Contrabando e importados, los enemigos.
Fenalco representa el comercio, y si al comercio le va bien a Fenalco le va bien, es decir, cumple su tarea. Sin embargo en ese proceso no se protege a la industria nacional.
Si producir una camisa en Bucaramanga cuesta 25 mil pesos, al comercio se le vende en 32 mil pesos, y al comprador se la deja entre 40 y 50 mil pesos, las ganancias son 7 mil para la fábrica y de 8 a 18 mil para el comercio.
Sin embargo está el producto importado, en forma legal o ilegal, es decir pagando aranceles bajos en la entrada al país o que ingresa de contrabando.
Esa camisa llega al mayorista a 5.300 pesos, se la deja al comerciante en 15 mil pesos, el ciudadano la compra en 30 o 35 mil pesos.
El comprador prefiere el producto importado porque le sale más barato, y el comerciante razona igual. Ganan más, gastan menos.
Ellos ganan, Fenalco cumple su tarea, porque hay compradores y vendedores satisfechos. Los únicos a pérdida son los fabricantes nacionales, quienes después de resistir y resistir tienen que desistir.
Algunas empresas como Arturo Calle y Alberto Vo5, entre otras, según lo confesó Guevara Campos, disminuyeron la producción local y compran importado o mandan a fabricar en China, para sostenerse y competir en condiciones menos desventajosas con el producto importado o de contrabando.
Representante propio
El panorama que le pintó a Corrillos!, el Vicepresidente de la Cámara Colombiana de la Confección Capítulo Santander, Franky Guevara Campos, sobre las confecciones en el área metropolitana de Bucaramanga es desolador.
Inclusive allí podría estar uno de los renglones del por qué Bucaramanga y su área metropolitana pasaron de ser las ciudades con menor desempleo en el país a ser las ciudades en donde la tasa de desempleo superó los dos dígitos hace meses.
La Cámara Colombiana de la Confección tiene diez años, y el Capítulo Santander tiene tres años, lo componen empresarios de la confección y el calzado, no todos. Representan el sistema moda.
Antes la representación de este sector corría a cargo de un gremio multisectorial, hoy por primera vez en la historia tienen un representante propio.
En Santander la tradición es la confección infantil y sobreviven 1900 empresas de confección, hace cinco años eran 3500, del 2014 a esta época empezaron a cerrarse las empresas.
Eventos y empresas que se fueron
Guevara Campos recordó que hasta hace unos años se tenía el evento comercial más importante de Latinoamérica llamado Eimi. Durante 22 años fue un referente internacional.
En la época de mayor auge se tenían unas 3500 empresas solo en el tema de confección, porque en el sector también están las empresas del calzado y la joyería.
Más de 53 mil empleos ha perdido la industria de la confección en el área metropolitana de Bucaramanga, en los últimos años, dijo el Vicepresidente de la Industria de la Confección al conversar en Corrillos!
Recordó que Periquita era una empresa de confección infantil que llegó a tener 1200 empleados. Fue tan icónica esta empresa que fue ejemplo a nivel nacional. Entre sus baluartes estaba el tener guardería para los hijos de los trabajadores. Hoy ninguna empresa, o casi ninguna, tiene ese valor agregado.
Hace dos años cerró las puertas Tom Kids. Ad portas del cierre también está Creaciones Melissita Y Picassito, y muchas otras icónicas en la región.
Talleres satélite sin bordar
Según Guevara, detrás de cada empresa se genera un efecto dominó, porque detrás de cada empresa hay unidades productivas o talleres satélite, donde se hacen estampados, ensamble y bordados, entre otras muchas acciones.
Esos talleres son dependientes de esas fábricas y cada vez que se presenta el cierre, no es solo la pérdida del empleo en las empresas que cierran, sino que las unidades o talleres satélite quedan sin proveedor de trabajo.
Cuando un producto importado llega de un país en donde tienen subsidios, las cargas tributarias son bajas, fabrican por cantidades sin detallar en la calidad, y para completar los impuestos de entrada a Colombia son reducidos, esos productos llegan a competir con todas las de ganar.
Las empresas locales, dijo Guevara, resisten, disminuyen costos, reducen empleados, producen poco para no acumular mercancía, no es tiempo de producir y guardar, y sin embargo como la competencia es feroz, las empresas locales terminan cerrando.
Colombia, dijo Guevara, tiene la carga tributaria más alta de Latinoamérica. Santander, después de Cartagena, tiene uno de los metros cuadrados más caros del país.