Por: Juvenal Bolívar/ Qué el alcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández le dé un golpetazo al concejal John Jairo Claro (elegido por voto popular) y luego lo saque de su oficina (un despacho público) usando las palabras que solo se le oyen a los gamines, realmente no me sorprende.
Qué el mismo alcalde Hernández, en un parque de la ciudad (espacio público) se enfrente a un veedor ciudadano y que sus únicos argumentos políticos sean insultos como el de “lavaperros de la corrupción”, tampoco me asombra.
Qué cada semana, por su espacio de Facebook Live despotrique de los concejales (elegidos por voto popular), qué insulte a quienes le hacen veeduría a su Administración, qué levante falsos testimonios de la clase dirigente regional, como forma de tapar –como el gato- la mierda de su gobierno, mucho menos me extraña.
Las porquerías que haga Rodolfo Hernández, como alcalde de los bumangueses, me dejaron de pasmar desde hace un año, cuando leí en Corrillos cómo él, su vago hijo Luis Carlos y su descarada esposa Socorro, en concierto para delinquir con trabajadores de la Constructora HG, planearon el negocio del siglo: Las nuevas tecnologías en el Carrasco. La coima (o corretaje) eran las ganancias de caja menor. El contrato a 30 años, con jugosos dividendos, era el verdadero fin.
Entonces, lo que haga o deje de hacer el Ingeniero poco o nada me emboba. Es claro que del diablo solo se espera lo peor. Bien lo decía mi padre: “Uno no puede ser buen padre, o buen empresario, o buen esposo, cuando se es mala persona”. Entonces, Hernández nunca será buen alcalde.
Lo que verdaderamente me preocupa y me avergüenza, es la forma como el “colectivo ciudadano” (así denomina el despreciable burgomaestre a la opinión pública) acepta y justifica el comportamiento de su mandatario local. Así, como ningún ser humano puede estar de acuerdo con la violencia contra la mujer, tampoco puede asentir hechos violentos y antiéticos, como los que genera este grotesco personaje.
Bucaramanga busca su desarrollo, es conocida como ‘ciudad educadora’, donde tienen asiento las más prestigiosas universidades y donde se forman los mejores profesionales del país; no debe tolerar que quien nos represente sea un tipo sin modales, con un vocabulario limitado a palabras soeces y que poco conoce de algo llamado cultura. Entonces, empezamos a ver un retroceso.
La confrontación baja y ruin generada por alguien que no tiene mayor raciocinio que la de un animal, tiene la ciudad envuelta en una polarización innecesaria, que solo persigue el elogio público de un puñado de incivilizados que le festejan cada desafortunado episodio que protagoniza.
Tristeza siento por quienes salen en defensa de este nefasto personaje, que lo ven como el Dios viviente y que le invitan a seguir haciendo confrontación pública a puñetazos.
Pero más vergüenza me da con quienes se autoproclaman profesionales, académicos, empresarios, líderes, comunales, cultores y periodistas, que no dicen ni mu, que se hacen los de las vista gorda, los que dicen no tomar partido. Gracias a ustedes, por su indiferencia, esta ciudad se hunde.
Seguramente los concejales no serán los mejores (pero fueron elegidos por voto popular), tampoco tenemos los mejores políticos (muchos de ellos fueron o son socios de Rodolfo Hernández); pero el nivel de civilidad de una sociedad se mide por el respeto que exista. Y aquí, como se puede apreciar, no hay. Y quien debe propender por una convivencia sana, ni siquiera conoce que es vivir en comunidad.
Por eso, desde esta tribuna, quiero invitar a quien crea tener algo de inteligencia, de raciocinio, de amor de patria y de respeto, rechazar estos actos demenciales del alcalde. No podemos seguir permitiendo que cada vez que quiera nos haga ver mal a nivel nacional y que sus actos de gaminería nos estigmaticen como ciudadanos violentos.
Esa careta de lucha anticorrupción se le cayó. Y su delincuencial actuar no es nuevo, es solo un modus operandi. Ingenuo quien crea en sus buenas intenciones. Vergüenza debería darnos a los ciudadanos el aceptar este comportamiento.
Twitter: @JuvenalBolivar