Por: Fray Andrés Julián Herrera Porras, O.P/ La semana inmediatamente anterior celebramos la denominada “semana por la paz”. Es una semana dedicada a visibilizar los esfuerzos que realizan diversas organizaciones en búsqueda de establecer, por fin, la paz en el país. Ya son 35 años de su celebración, más de tres décadas promoviendo activamente espacios de participación y socialización alrededor de crear conciencia y cultura de la paz.
En mi trabajo pastoral dentro del Departamento de Evangelización y Cultura de la Universidad Santo Tomás, sede Bogotá, junto con todo un equipo de profesionales y estudiantes de diferentes facultades, estuvimos presentes promoviendo la reflexión en torno a la paz en cada una de las sedes de la universidad en la ciudad. En mi caso particular, desde la sede denominada El Aquinate, cerca del parque de Lourdes, con un ejercicio interesante en torno a algunos relatos tomados del texto “Cuando los pájaros no cantaban”, el tomo testimonial del informe final de la Comisión de la Verdad.
El ejercicio en la sede, donde estuve con otro fraile y un grupo de jóvenes, fue sencillo pero profundo, se tenían tres fragmentos de relatos plasmados en tres carteleras realizadas con una estética disruptiva, en una de estas había un árbol que en principio parecía seco, sin hojas ni rastros de vitalidad. El trabajo se organizó en tres días, el primer día se pedía a todos los que pasaban que leyeran los relatos y que, en una cartulina negra, a partir de su reflexión, a veces personal y otras comunitaria, respondieran a las preguntas: ¿Cuál creen que podría ser la causa del conflicto?, ¿qué abonó el árbol? Estas cartulinas se pegaron en la parte de las raíces del triste árbol. El segundo día, el ejercicio se hizo con el surgimiento de hojas verdes en el árbol donde esta vez los participantes respondían a la pregunta: ¿Qué reflexión suscita en mí ver los relatos? El último día, el árbol floreció y dio frutos; esta vez, en flores y frutos debían escribir los resultados que esperaban de todo el proceso reflexivo que se estaba realizando a nivel nacional.
En medio del diálogo que se daba entre y con los participantes observamos diversas posturas políticas, religiosas, culturales y de muchos otros tipos. Comprobamos que el agua moja, nos dimos cuenta que en la universidad, como en el resto de la ciudad y del país, somos diversos. Somos una Colombia diversa que debe ponerse en diálogo para construir caminos de paz y reconciliación reales y que esos diálogos y construcciones deben realizarse desde abajo, desde nuestro ejercicio de ciudadanía de a pie.
Una semana no es nada comparada con más de sesenta años de violencia, es más, 35 semanas en el mismo número de años no son suficientes para visibilizar la barbarie. Sin embargo, debería haber bastado una sola víctima para darnos cuenta que la guerra no tiene sentido y que solo deshumaniza. Llevamos más de cuatrocientos mil muertos y aún no paramos.
La paz es como un árbol moribundo que requiere ser abonado para florecer. El grave problema es que aún no nos ponemos de acuerdo en cómo abonar ni tampoco observamos la responsabilidad que tenemos todos de contribuir con su cuidado. Llevamos más de sesenta años sin abono esperando grandes frutos o peor aún, con abonos químicos importados que solo han dañado la tierra y lo sembrado.
Apuntaciones:
A los señores del ELN les debemos seguir pidiendo compromiso real con el diálogo y la paz. No es tiempo de poner ruedas a la carreta, es tiempo de sumarse a empujarla y ponerla a andar.
No existe “periodo de prueba” para los cargos de libre nombramiento y remoción, son cargos para personas que quieran y sepan trabajar. No es aceptable bajo ningún punto de vista esa excusa de “estoy aprendiendo”. Tuvimos cuatro años de un gobierno con esa excusa y ahora los que más lo criticaron parecen estar dispuestos a ponerse la misma camisa.
Que muera la reina Isabel II y saber de su existencia no es un asunto colonial sino un asunto normal. Lo que sí es colonial es que esa noticia duela, conmueva o suene más que la inseguridad y los homicidios en Bogotá y otras ciudades del país.
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*Abogado. Estudiante de la licenciatura en Filosofía y Letras. Miembro activo del grupo de investigación Raimundo de Peñafort. Afiliado de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.
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