Por: Andrés Negrete/ Aspirante: Buenos días señorita, ¡Vengo a la entrevista!
Secretaria: Buenos días, sí señor, tome asiento ya lo hago seguir… Siga, siga, el jefe lo va entrevistar.
Aspirante: Buenos días doctor, mucho gusto.
Jefe: Buenos días siéntese, vamos a empezar. Veo que en su hoja de vida no relacionó experiencia laboral.
Aspirante: Precisamente, me presento a la entrevista porque quiero el trabajo.
Jefe: Apreciado, no demuestra tener experiencia relacionada con el cargo.
Aspirante: Doctor, estoy buscando trabajo para obtener experiencia.
Jefe: Entonces, debes trabajar para ello.
Aspirante: Pues jefe, estoy aquí en la entrevista.
Jefe: Hombre, no tienes experiencia.
Aspirante: Uy doctor, como voy a obtener experiencia si no he trabajado.
Jefe: Entones, debe trabajar…
Pareciera sacado de un meme de esos que tanto abundan hoy por hoy en las redes sociales, pero es una realidad constante que superar cualquier meme. El día a día de muchos jóvenes profesionales, recién desempacados de los claustros universitarios. Ojo, no de aquellos jóvenes delfines; sino todo lo contrario, el joven común y corriente.
Reflexionaba acerca de este tema cuando escuché a una persona (de edad) diciendo: “como berracos vamos elegir a un joven en un cargo de elección popular sino tiene experiencia”. Inmediatamente, en mi mente pensé a manera de símil la historia con la cual inicié este escrito. Tantos jóvenes que salen a buscar trabajo sin experiencia y tantos jóvenes políticos que salen a las calles a buscar votos sin experiencia. Entonces, pregunto, ¿cuál era la experiencia de aquellos que se hicieron elegir por vez primera? Y peor aún, aquellos que reelegidos son, ¿acaso tienen experiencia de sobra?
Ante una realidad como la colombiana permeada por el populismo, la retórica y el discurso politiquero, cuales son, entonces, ¿los argumentos políticos para evocar a la ciudadanía expectante de transformación social y política? Argumentos, que sirva de razón suficiente para que los nuevos actores jóvenes se hagan elegir. Ojo diferente es por recomendación con padrino o con estructura (tula); otros elegidos como si los votos fueran la herencia dejada por sus padres, que antes que ellos fueron de igual forma elegidos en un pasado incierto, repitiéndose así la historia. ¿Y el futuro qué? ¿No está en manos de los jóvenes?
Ya se avecinan las locales y muchos de aquellos jóvenes en las calles salen a pedir el voto ciudadano; y aquí mi honda petición al corazón de los votantes. Que más que la renovación y el relevo generacional de la clase política, nuevos liderazgos que se muestran más hondos y preocupados por la realidad que vivimos, juventud, que evoca energía, trabajo, seriedad, compromiso. Preparados sí, de verdad muy preparados, pero, sin experiencia en la política. No les parece que son razones suficientes, aunque sea para escucharlos.
Quizás, un fugaz paso por algún cargo público, una campaña de un amigo, haber incursionado en un movimiento social de esos que están de moda por la defensa de algún derecho, una especialización en política pública, pero, eso sí sin experiencia en hacerse elegir. Y es que ante esa realidad resulta hasta un poco paradójico y contradictorio la historia de aquel que se hizo contar, pero no salió elegido y ahora en su segunda campaña ahí sí, tiene experiencia política y es elegible.
La realidad es que no hay experiencia, pero venga le cuento algo, no hay experiencia en corrupción, en barbachas, en negocios, en triquiñuelas, en asalto a lo público, en campañas amañadas. Lo que hay es berraquera, ímpetu, seriedad y compromiso con la transformación social, política y económica de nuestro país. Eh ahí, en la voz del pueblo, está dicho: el futuro está en los jóvenes ¡Hay que elegirlos!
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