Por: Fray Andrés Julián Herrera Porras, O.P/ Eran las cuatro de la tarde del domingo 19 de noviembre de 2023, me senté en frente del computador; tenía dos pantallas preparadas, una con el partido del América de Cali y otra con una transmisión desde Argentina de la segunda vuelta presidencial. Estaba dispuesto a comerme las uñas y dejarme invadir por la angustia existencial que implica dejarse afectar por fenómenos en los cuales no podía hacer más que ser espectador. Dispuesto sí, pero esperanzado en que ambos resultados no serían tan desfavorables.
Ser hincha de un equipo de fútbol implica querer la gloria, pero también estar dispuesto a sufrir en el proceso. Todos los que seguimos un equipo hemos sentido cómo se acelera el corazón cuando el equipo juega bien, cuando se ven los pases con maestría, cuando aquellos once jugadores pasan a ser artistas. Sin embargo, se sabe que no siempre será así; es más, la mayor parte de un partido, incluso si se va ganando, hay un gran porcentaje de ansiedad cuando el equipo rival es quien toma la iniciativa y ataca.
En el 2011, cuando iniciaba mis estudios de Derecho en la Universidad Santo Tomás en Bucaramanga, un buen amigo de aquella época —al que le perdí la pista hace años— me presentó los videos de un humorista argentino, a los que aún regreso con alguna frecuencia, se trata de Micky Vainilla, un personaje de Diego Capusotto. Humor satírico, una versión de un Hitler argentino que pasa por cantante de pop, intentando camuflar sus evidentes ideas racistas y xenófobas, afirmándose en la supuesta superioridad racial.
Javier Milei se hizo viral a partir de frases que parecieran de Micky —rápidamente paso de showman a político, es todo un producto de mercado— frases como: “¡Vamos contra los zurdos, somos superiores!”, “El papa es el representante del Maligno en la tierra”, “Una empresa puede contaminar el río todo lo que quiera, ¿dónde está el daño?”, entre otras. Saber que esa era una de las opciones del tarjetón de los argentinos era triste. Pero aún había esperanza; era imposible que los argentinos, que la patria de Borges, Pizarnik, Cortázar, Dussel, Rita Segato, entre otros, fuese a elegir a Milei.
Sin embargo, justo en el minuto 21, un lanzamiento a puerta de Cardona me ilusionaba con una posible victoria del América. Era un partido apretado, una lluvia muy fuerte hacía del clima de Bogotá algo similar al del Cocito descrito por Dante en la Divina Comedia, además, había dos equipos que no renunciaban y el balón iba de lado a lado. Así avanzaba todo hasta que, por fin, en el minuto 28, el mismo Edwin Cardona remata de media distancia, gracias a un lindo pase de Carlos Darwin. El balón, por fin, al fondo de la red —los pobres vecinos de mi habitación tuvieron que asustarse con el grito de gol—. 0−1 era el marcador parcial y la esperanza de ganar el partido crecía en mí, como con el primer gol de Lucho Díaz contra Brasil del jueves 16 anterior.
En la primera vuelta presidencial, Sergio Massa le ganó por más de un millón de votos a Milei. Massa tampoco era una buena opción —ya decía yo en una apuntación a la columna Adiós, Violeta que, “para un tipo como él [Milei] ir a segunda vuelta es una victoria. Para Argentina, tener los dos candidatos que tienen es una muerte anunciada”—; a pesar de ello, era el mal menor. Me parecía apenas lógico que un país que superó la dictadura no elegiría por ningún motivo a un negacionista de la barbarie. Terminó el primer tiempo y el corazón latía a mil, por poca diferencia el América ganaba y en Argentina aún no daban mayores anuncios, solo se dedicaban a análisis previos de los cuales nadie se puede confiar. Se avecinaba el fracaso y yo aún no lo presentía.
América ingresó al segundo tiempo algo desordenado; en cambio, Millonarios entró con toda la fuerza del equipo que se sabe local y necesita dar vuelta al marcador rápidamente. En el minuto 51 se lesiona Luis Paz y en el 57 Leo Castro se encarga de borrar el 0 del marcador empatando el partido. América baja la guardia y a los 10 minutos del primer gol, en el minuto 67 del partido, vino el segundo de Millonarios, de nuevo Leo Castro. De nuevo el América con muchos errores defensivos.
Al poco tiempo de terminado el partido, en la otra pantalla, se hizo oficial, Mieli era el nuevo presidente electo de la República Argentina. Micky Vainilla había pasado de ser solo un personaje gracioso de la televisión —como lo era Milei, un tipo que se invitaba para subir el rating— a ser el gobernante de un país. De nuevo me llegaba la frase del paisano Serrano en su texto La marca de España “El mundo no cambiara mientras los sabios sigan al servicio de los imbéciles”.
Este resultado se hace que el América empiece a ver más lejos su anhelada estrella 16; se suma a la falta de estabilidad en lo que lleva el periodo de Lucas como director técnico. Es el inicio de un proceso que tiene altas y bajas, proceso que espero continúe, porque son más los buenos resultados que los malos. Empero, para la hinchada es un baldado de agua fría y un llamado a sacar la calculadora en cada uno de los partidos restantes. Ahora bien, es fútbol, se perdió, luego se ganará, y no tiene que generar más que un disgusto momentáneo. No puede dejar de verse el fútbol como lo que es, como un juego.
No pasa igual con el resultado de Argentina, las elecciones de un país no son un juego, —a pesar de que el vencedor pareciera salir de una macabra película de la segunda guerra mundial— el futuro de la nación de Diego y Lionel se ve comprometido. Es el resultado del descontento y la rabia que genera la mala gestión del kirchnerismo. También es una advertencia para todos los gobiernos de izquierda y el peligro que conlleva defraudar al electorado. Se podría terminar cabalmente con la esperanza del cambio.
Apuntaciones
- ¿Qué pensará el bello Brownie, primer perro de la República de Chile, sobre los perros clonados de Milei?
- Publicamos la última glosa de nuestra primera temporada. Si a usted le interesa la literatura o conoce a alguien interesado en ella, esta invitación es para usted.
- Apreciado presidente Petro, si usted realmente está interesado en el futuro del país, le ruego que se dedique a lo que tiene que dedicarse; es urgente que el gobierno deje frutos. De lo contrario, podríamos caer en las manos de cualquier Milei en las próximas elecciones.
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*Abogado. Estudiante de la licenciatura en Filosofía y Letras. Miembro activo del grupo de investigación Raimundo de Peñafort. Afiliado de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.
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