Por: Diana Ximena Carreño Mayorga/ Decir que el día de la Mujer se ha de conmemorar con mensajes de cajón comprados en todas las esquinas como cualquier producto capitalista, se ha vuelto algo cómico para las que -en su mayoría- sabemos que es pura paja de quién regala esto y peor aún, no está ni enterado realmente del significado del 8 de marzo, así que, por favor no pasen vergüenzas.
Desde mi punto de vista no está mal dar un detalle material o simbólico para conmemorar nuestras vidas si va acompañado de palabras reales y aún mejor, de acciones afirmativas.
Este día es especial para dignificar a las mujeres feministas que nos han permitido ampliar nuestros horizontes profesionales, académicos y laborales. De no ser por ellas y por esa lucha incansable por reivindicar nuestros derechos humanos, hoy este texto solo quedaría en escritos personales y de hecho, en persecución estaría por pensar libremente a favor de nuestro género.
He sentido que las luchas feministas se han convertido en una justificación de los hombres para decir que hemos creado una asociación integrada de mujeres que odiamos y en función de esto, supuestamente pareciera que no los quisiéramos en la sociedad. Es importante mencionar esto para esclarecer: Nosotras no odiamos a los hombres, odiamos el machismo. Entonces la cuestión es, ¿eres tu machista y por ser quién eres te sientes amenazado? Repítelo para entenderlo.
Cómo psicóloga puedo decir qué en la necesidad de control y dominio, la conducta machista se ha visto integrada históricamente en la mayoría de los hombres desde sus pautas de crianza para desempeñar un rol negativo en la sociedad y al crecer sin procesos de consciencia para ser alguien funcional verdaderamente, proyectan con violencia la necesidad de ser escuchados desde sus carencias y creencias limitantes de su desarrollo personal.
Como escritora quisiera decir que somos la voz de las que estuvimos al borde de la muerte… sentir que alguien te quiere quitar la vida por ser mujer y exigir respeto me ha dado el episodio más violento y traumático que he vivido en la vida. Sin embargo, pude vencer con mi fuerza y mis ganas de vivir. Me sequé las lágrimas, me abracé y empecé a pensar que hacer. Decidí levantarme, orar, curarme con amor, paciencia y sentir que tenía fuego por dentro y estaba lista para luchar por las que no tuvieron la misma valentía que yo, o peor aún las que no tuvieron segunda oportunidad de vivir. Esta es una historia que en mis escritos aún no he podido publicar, pero sé que también estaré lista algún día cualquiera.
Como mujer feminista podría decir que ya estamos al tope de que históricamente nos invisibilicen, desvaloricen nuestros logros, desaparezcan nuestras historias, estamos cansadas de tantos abusos de todo tipo: sexual, económico, intrafamiliar, psicológico, físico, etc. ¿Acaso no es importante y realmente significativo que haya mujeres fuertes de criterio para mitigar estas violencias?
Hoy conmemoro con un minuto de silencio el 8 de marzo de 1908 por las mujeres que fueron incineradas por decir «no» merezco este trato indigno de horas laborales, ni este salario por las mismas actividades y condiciones que tenían los hombres. No nos interesa la igualdad, nos interesa la equidad.
Hoy agradezco por la revolución de mujeres que de poco en poco fueron juntándose, organizándose y pensando que este planeta tierra era digno también de nuestras vidas, pero lamentablemente por falta de conciencia y miedo de los opresores, nos hemos tenido que ganar esa posición si hablamos de historia.
Quisiera confesarles que es de mi admiración total ver a las mujeres empoderarse, resurgir, cerrar ciclos de violencia y salir adelante por si mismas.
Desde mi consultorio he visto muchas historias violentas, como también procesos exitosos de nuevas etapas renovadoras donde las mujeres desde una perspectiva externa (fuera de estar dentro de un relacionamiento violento) se admira por todo lo que aguantó, por lo nublada que se sentía ante la razón y por darse cuenta de que perdió mucho tiempo viviendo con alguien que sólo tristezas le brindaron.
Es en ese momento donde las mujeres dicen ‘’Diana y ya no he vuelto a hablarle ni a responderle, por fin me siento una mujer libre’’ me hace sentir realizada y agradecida por ser un agente de cambio. El problema grande vuelve a habitar nuestra existencia cuando él decide aferrarse a nuestra vida como único dueño de esta y de repente, asesinarnos o declararse nuestro peor enemigo y es ahí cuando siento que realmente esta sociedad necesita un cambio estructural de relacionamiento implantado obligatoriamente por la justicia porque está claro que por ellos… Ninguna lucha tendríamos ganada.
Para culminar, quisiera dar un mensaje a todas las mujeres que hoy piden justicia, dignidad laboral, económica y demás: Apóyense en otras mujeres, libérense de su opresor, vuelvan a iniciar su vida, analicen las herramientas que el estado les puede brindar, piensen que vinieron a este mundo para algo significativo y no para ser esclavas sexuales y mujeres sumisas. Hemos logrado mucho y no dejaremos de luchar por ti, por ellas que han sido asesinadas y por todas.
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*Psicóloga del Programa de Diversidad Sexual y Población LGBTIQ+ de la Secretaria de Desarrollo Social, alcaldía de Bucaramanga.