Un final agridulce en la cumbre más importante a nivel mundial para mitigar el calentamiento global.
La presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, catalogó este 20 de noviembre como “un pequeño paso hacia la justicia climática” el fondo acordado en la COP27 para pérdidas y daños que ayudará a los países pobres ante los desastres climáticos. La dirigente de la Comisión Europea enfatizó que es necesario hacer mucho más por el planeta.
“Hemos tratado algunos de los síntomas pero no hemos curado al paciente de la fiebre”, describió en un comunicado la dirigente del Ejecutivo de la Unión Europea (UE).
La líder diplomática resaltó que el acuerdo alcanzado marca un hito en la larga lucha para obtener ayuda para las comunidades pobres en la primera línea del calentamiento global y las que menos han contribuido históricamente a la crisis climática. Sin embargo, destacó que esa medida es insuficiente, debido a que no se ha cumplido con el compromiso de reducir gradualmente los combustibles fósiles.
“La COP27 ha mantenido viva la meta de 1,5ºC. Desafortunadamente, sin embargo, no ha cumplido con el compromiso de los principales emisores del mundo de reducir gradualmente los combustibles fósiles, ni con los nuevos compromisos sobre la mitigación climática”.
Sin claridad
Si bien los activistas climáticos dieron la bienvenida al nuevo fondo de pérdidas y daños, algunos se mostraron cautelosos al señalar que muchos aspectos relacionados con su ejecución aún deben resolverse, y destacaron que no está claro cuánto dinero podrá ser recaudado ni de dónde provendrá.
El nuevo acuerdo se diferenciaría de otros respaldados por la ONU debido a que espera reunir dinero de una gama mucho más amplia de fuentes, incluidos bancos de desarrollo y fuentes innovadoras de financiación, como impuestos sobre combustibles fósiles o aerolíneas.
Inicialmente contribuirán los países más desarrollados e instituciones multilaterales, pero sigue abierta la discusión sobre la contribución de grandes economías -que son grandes contaminantes- como China, una exigencia de Estados Unidos y la Unión Europea que consideran que esa nación y otros grandes emisores de gases de efecto invernadero, que están calificados como ‘países en desarrollo’, deberían aportar.
El fondo había sido el centro de las disputas en la conferencia, con las naciones menos desarrolladas y más afectadas por el calentamiento global exigiendo a los ricos países del norte que las compensaran por ser los causantes principales de la emergencia climática, mientras estos se resistieron durante buena parte de la conferencia a aceptarlo.
El pasado viernes 18 de noviembre y en un sorpresivo cambio de postura, los 27 países de la UE acordaron y pusieron sobre la mesa la propuesta, que debía ser aprobada por los cerca de 200 países que participaron en la cumbre.
Esa movida impulsó las estancadas conversaciones al respecto y un grupo de 134 Estados africanos, asiáticos y latinoamericanos y pequeñas naciones insulares, junto a Pakistán, asolado por las inundaciones, presentaron un frente unido para impulsar el plan.
Finalmente, las reuniones de dos semanas en la ciudad turística egipcia de Sharm el-Sheikh, obstaculizadas por las tensiones geopolíticas globales, terminaron temprano este domingo con un pacto para establecer la nueva financiación ante los crecientes costos del daño climático, como el aumento en el nivel del mar.
«Los gobiernos han puesto la piedra angular de un nuevo fondo largamente esperado para brindar un apoyo vital a los países y comunidades vulnerables que ya están siendo devastados por la aceleración de la crisis climática», aseguró Yeb Saño, jefe de Greenpeace en el Sudeste Asiático, que calificó el pacto en esta materia como «una victoria para el poder popular».
Los detalles sobre cómo operará y de dónde se obtendrá el dinero serán elaborados por un comité el próximo año.
La gran deuda pendiente
La base para las discusiones de la COP27 fue el histórico Acuerdo de París, firmado en 2015 en el marco de la COP21, en el que los líderes mundiales pactaron esfuerzos para mantener el incremento de la temperatura media del planeta por debajo de los 2 ºC, con respecto a los niveles preindustriales, y buscar que ese aumento tenga un límite de 1,5 ºC.
No obstante, no fue posible avanzar en mayores compromisos para alcanzar esos objetivos vitales.
El líder de la delegación del Parlamento Europeo en Sharm el-Sheik, el eurodiputado verde holandés Bas Eickhout, fue más contundente en sus críticas. “Europa tuvo que luchar hasta el final para mantener la ambición del año pasado. Pero esto es insuficiente si queremos cumplir los objetivos climáticos. Por lo tanto, solo puedo concluir que 2022 ha sido un año climático perdido”, sostuvo.
No hubo mejoras en el compromiso del año pasado de reducir gradualmente el uso de carbón, a pesar del intenso cabildeo de muchos grupos que querían obtener el compromiso de «reducir gradualmente todos los combustibles fósiles» en el texto.
Ante este panorama la Unión Europea señaló sentirse “decepcionada”.
“Lo que tenemos ante nosotros no es suficiente. No aporta los esfuerzos añadidos necesarios para que los principales emisores aumenten y aceleren sus recortes de emisiones”, aseguró el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, en la sesión de clausura de la cumbre.
Las dificultades para encontrar un consenso en torno a este asunto fueron de tal magnitud que algunos países incluso intentaron introducir en el texto final una meta de limitación del calentamiento global de 2 grados centígrados, considerado por otras naciones como un retroceso frente a lo apuntado en la COP26, en Glasgow, en 2021.
Países como Rusia, Arabia Saudita o Nigeria se opusieron duramente a las propuestas de eliminación progresiva no solo del carbón (acordado el año pasado) sino del petróleo y el gas.
Finalmente se ha respetado el umbral de 1,5 grados, pero sin mayores compromisos para lograr la apremiante meta.