Por: Manuel Fernando Silva Tarazona/ Si miramos más allá de la propaganda y los discursos políticos, la verdad es incómoda: Ucrania no solo está peleando contra Rusia, sino que también está sirviendo como carne de cañón en una guerra geopolítica entre potencias.
Estados Unidos y la OTAN no han dudado en enviar armas, dinero y apoyo logístico a los ucranianos, pero, ¿por qué? ¿Realmente están ayudando a Ucrania por compasión o solo les interesa debilitar a Rusia sin mancharse las manos? Mientras tanto, la guerra sigue destrozando a Ucrania y afectando a todo el mundo.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
Para entender este conflicto, hay que ir más atrás. Tras la caída de la Unión Soviética en 1991, Ucrania quedó como un país independiente pero en una posición incómoda: demasiado cerca de Rusia para ignorarla, pero con la presión de Occidente para alejarse de Moscú. Durante años, Ucrania intentó mantener un equilibrio entre ambos bandos, pero todo explotó en 2014 cuando un levantamiento pro-occidental derrocó al presidente prorruso Víktor Yanukóvich. Rusia, viendo esto como una amenaza, anexó Crimea y apoyó a grupos separatistas en el Donbás.
Desde ese momento, la guerra era cuestión de tiempo. Ucrania se acercó cada vez más a la OTAN y a Estados Unidos, lo que Rusia vio como una provocación directa. En 2022, tras años de tensiones, Putin decidió invadir. ¿Fue una invasión ilegal? Sí. ¿Fue una guerra provocada? También.
Ucrania: un peón en el tablero de la OTAN
Desde el primer día de la invasión, Estados Unidos y la OTAN han llenado a Ucrania de armas, dinero y promesas. Pero lo que no han hecho es enviar tropas directamente. ¿Por qué? Porque Ucrania es su escudo humano. Occidente no quiere una guerra directa con Rusia, pero sí quiere desgastarla, y para eso están usando a los ucranianos como su fuerza de choque.
Mientras los políticos europeos y estadounidenses hablan de «defender la democracia», Ucrania pierde ciudades, sufre ataques constantes y su economía está en ruinas. Occidente apoya, pero a la distancia, sin arriesgar nada propio.
Y aquí está lo más cínico: cuando la guerra acabe, sea con una victoria, un alto al fuego o una derrota, ¿realmente la OTAN y Estados Unidos seguirán apoyando a Ucrania? La historia sugiere que no. Basta ver cómo dejaron a Afganistán después de 20 años de «apoyo», o cómo Libia quedó sumida en el caos tras la intervención occidental.
El verdadero problema: la OTAN ya no sirve para nada
La OTAN fue creada en 1949 con un objetivo claro: contener la amenaza soviética durante la Guerra Fría. Pero la Unión Soviética desapareció en 1991. Entonces, ¿qué sentido tiene la OTAN hoy?
Lejos de garantizar estabilidad, la OTAN ha sido una máquina de provocaciones y conflictos. Desde la guerra en Yugoslavia en los 90 hasta las intervenciones en Medio Oriente, la alianza ha demostrado ser más un brazo militar de los intereses estadounidenses que una organización de defensa.
Y el caso de Ucrania lo deja claro: la OTAN nunca tuvo intención real de aceptar a Ucrania como miembro, pero sí la usó como una ficha para debilitar a Rusia. El resultado es una guerra brutal donde los únicos que pierden son los ucranianos.
¿Qué soluciones existen?
Nadie quiere decirlo en voz alta, pero la única solución real es la diplomacia. Por mucho que se hable de «derrotar a Rusia», la realidad es que Rusia no va a desaparecer, y Ucrania tampoco va a recuperar todo su territorio de la noche a la mañana.
Las opciones son pocas:
1- Negociaciones de Paz: Ucrania tendrá que aceptar ceder algo de territorio a Rusia a cambio de detener la guerra. Es duro, pero es lo mismo que pasó con Finlandia en 1940 y con Alemania en la Guerra Fría. A veces, la paz significa hacer concesiones.
2- Fin de la expansión de la OTAN: Occidente debe dejar de usar a países como Ucrania para provocar a Rusia. La seguridad no se construye con más alianzas militares, sino con tratados que garanticen estabilidad para ambos lados.
3- Reconstrucción de Ucrania: Cuando la guerra acabe, Ucrania necesitará más que promesas. Si la OTAN y EE.UU. realmente apoyan a Ucrania, tendrán que invertir en su reconstrucción. Pero si la historia nos dice algo, es que lo más probable es que lo abandonen a su suerte.
¿Y el resto del mundo?
La guerra en Ucrania no solo afecta a Europa. Las sanciones contra Rusia han disparado los precios de la energía, los alimentos y han golpeado a países en desarrollo. Mientras los gobiernos de Occidente hablan de «defender la democracia», millones de personas en África, Asia y América Latina sufren por el aumento del costo de vida.
Si la guerra sigue, el mundo se enfrenta a varios escenarios peligrosos:
– Mayor expansión del conflicto: Si la OTAN sigue empujando a Rusia, un choque directo podría llevar a una guerra global.
– Crisis económica prolongada: Los costos de la guerra y las sanciones pueden llevar a una recesión mundial.
– Más división internacional: Países como China y la India han tomado distancia del conflicto, fortaleciendo un bloque alternativo a Occidente.
Reflexión final: Ucrania merece algo mejor
Ucrania no debería estar peleando esta guerra. Sí, Rusia invadió y eso es inaceptable, pero también es cierto que Occidente jugó con el destino de los ucranianos sin asumir ninguna responsabilidad real.
Si realmente queremos un mundo más seguro, la solución no es más guerra ni más alianzas militares. La solución es la diplomacia, la negociación y el respeto por la estabilidad global. Porque si algo nos ha enseñado la historia es que quien no conoce su historia, está condenado a repetirla.
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*Estudiante
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