Por: Lina Rocío Barbosa Dueñas/ En primer lugar quiero comenzar por extender un abrazo solidario a los padres de los cadetes asesinados vilmente en el atentado a la Escuela General Santander, donde se frustaron sueños de jóvenes que querían esta Patria y se destacaban tanto en el deporte como en el intelecto.
Dicen que los padres no deben ver a sus hijos morir, que no es el ciclo natural de la vida sino que este debe ser al contrario y mucho menos recibir lo que queda de sus cuerpos en un acto de cobardía que dejó inocentes en el camino.
Es la primera vez en este país que en un atentado su directo responsable termina inmolado al mejor estilo islámico y cínicamente el ELN dijo «La paz no avanza y el proceso retrocede si los contendientes en una guerra no se respetan; esto empieza por respetar el dolor de todos».
¿Este fin justifica las víctimas? Jamás. Por el contrario, esta guerrilla desesperada por las decisiones de este Gobierno, quien mantenía los diálogos congelados en Cuba, esperando condiciones para los mismos, quiso presionar y chantajear al presidente Iván Duque, fin que no logró.
Afortunadamente, tenemos Presidente y uno con carácter, puesto que ordenó inmediatamente reactivar las órdenes de captura contra los cabecillas del ELN y pide a Cuba que los detenga. Esta contundente decisión ha puesto tención a la relación binacional; la Isla pide respetar protocolos de negociación, protocolos no aceptados por este Gobierno y además desconocidos por los colombianos que votaron No a las concesiones para la guerrilla de las Farc en el 2016.
«No hay protocolo que ampare el terrorismo», dijo el Alto Comisionado de Paz, y aunque esto no se trata de ‘ojo por ojo y diente por diente’ ¿quiénes son los ilegales? ¿Quiénes violaron el DIH?. La ONU dice que responsables del atentado deben ir ante la justicia, e l Consejo de Seguridad afirma que Estados tienen que ayudar a Colombia a capturar a terroristas.
Todos se excusan en la paz, ¿pero de qué paz hablan? Cuántos fueron los constantes reportes de Ecopetrol sobre atentados a la infraestructura petrolera, mecanismo de chantaje que funcionó en el anterior Gobierno.
Veamos cifras del Ministerio de Defensa:
Seguridad: Entre 2010 y 2017, indicadores de protección del patrimonio económico, protección a la familia y a los recursos naturales, y de seguridad pública presentaron un importante deterioro. Actos de extorsión batieron récord (pico en 2015). Ataques terroristas casi que se duplicaron entre 2010 y 2014. Voladura de oleoductos se duplicó entre 2010 y 2017, con récord en 2013
También miremos los últimos atentados terroristas en el país:
Estación de Policía Barranquilla (27 de enero de 2018). El reporte oficial de las autoridades dio cuenta de seis uniformados muertos y 47 heridos.
Centro Comercial Andino (17 de junio de 2017. Dejó tres mujeres muertas y otras siete personas heridas.
Barrio La Macarena Bogotá (19 de febrero de 2017) Causó la muerte de un miembro del Esmad y dejó otras 26 personas heridas.
Atentado contra Fernando Londoño (15 de mayo de 2012). Dos muertos, varias decenas de heridos y numerosos daños materiales
Caracol Radio Bogotá (12 de agosto de 2010). Serios daños a más de 1.160 edificios de la zona. Con este atentado inauguraron a Santos y quisieron hacer lo mismo con el presidente Duque, pero esta vez el mecanismo falló.
Pese a toda esta lamentable realidad, sin dejar atrás el asesinato de líderes sociales, el debate en las redes se ha centrado en fallas de seguridad, Fake News y en el sentido reclamo al excandaito presidencial Gustavo Petro, quien dijo que los jóvenes sin estudio terminan de soldados o policías y ahora saca su oportunismo:
¿Doble moral? Juzguen ustedes pero fueron 20 estudiantes muertos, ¿dónde están la universidades y estudiantes del país acompañando la Escuela?
La exitosa marcha contra el terrorismo del pasado domingo no fue apoyada por algunos sectores porque supuestamente tenía fines políticos y no ciudadanos, solo la atacaron y polarizaron más el país.
Sin embargo, cabe destacar que lo único positivo de todo esto fue la campaña donación de sangre, que permitió salvar vidas y abastecer los bancos de Bogotá, por la masiva solidaridad. Ahí demostramos que los colombianos buenos somos más y que no nos dejamos chantajear pese al dolor por las víctimas.
Paz en el cielo para los héroes de la Patria asesinados y pronta recuperación para los más de 70 heridos.
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