Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serrano/ En la construcción de sociedades podemos mencionar que es importante recordar su historia, puesto que cada una de ellas esta cimentada por sus estas vivencias, en las que la lucha constante ha sido la forma de acabar con la inquisición social que se ha gestado a través de la injusticia, incluso nuestra misma historia nos cuenta cómo a través de la guerra, el libertador y su lucha incansable no permitió… ¿Qué fue lo que nos permitió?
Parece que la historia que estamos hoy construyendo ha desdibujado totalmente, la lucha de nuestros antepasados, ya los niños de hoy no recuerdan ni siquiera porque se conmemora el 7 de julio, solo es un festivo más, entre otras conmemoraciones representativas que lejos de ser solo un día feriado, pueda significar la lucha que sigue para esa construcción que es un deber; claro que es más fácil dejar “que todo llegue solo o caiga del cielo”, esta no es una crítica a las religiones, sino a la mala interpretación que le hacemos a sus costumbres y formas de pensamiento.
Seguramente, en mis columnas han leído, esta frase a continuación “El pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla”, efectivamente, muchas de las situaciones que han perseguido a nuestra sociedad, dejan de ser un fantasma y aunque se capture uno, las organizaciones siguen en pie o por más que, se generen programas sociales parece que las problemáticas se incrementan, y ese fantasma es un hecho, un gigante entonces que acabar, incluso, las políticas públicas que buscan fortalecer estas problemáticas, se crean en muchas ocasiones fuera de contexto y territorio, dejando a la suerte estas realidades.
Se pudiera decir que cuando hablamos de sociedad estamos también hablando de libertad, ya que implica aspectos como comunidad, tejido de relaciones, formación cultural, sin embargo, hemos crecido retenidos por otras libertades y pensamientos, soñando con la vida de otros y dejando escapar la vida propia.
Puede sonar reiterativo, pero el respeto, aunque exigido desde el ejemplo, nace desde la imitación y patrones de crianza sembrados en las primeras etapas y, sin embargo, esta información puede ser modificada por el sujeto de tal manera que haga su conciencia aun lado y olvide su realidad, para satisfacer una que, aunque lo haga sentir momentáneamente completo, pueda herir a su exterior o no.
En esa línea tan delgada, es donde surge el caos, donde por “defender nuestros propios derechos” somos capaz de pasar por encima de lo que se necesite, ese caos no se gesta fuera de nuestros ojos, de hecho los asuntos no solucionados nos llevan a ese caos, así que si a eso estamos dispuestos, no esperemos que esta sociedad algún mejore, realmente, es una verdad a ciegas, que sabemos, pero que “como eso no es conmigo” entonces evadimos, porque evadir es más sencillo, “cuesta menos y es menor compromiso”, el asumir quienes somos es la ruta para la construcción del respeto propio, finalmente cada uno, aunque individuo, responsable de su entorno también es.
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*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Maestrante en Psicología comunitaria (UNAD).
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