Por: Diego Ruiz Thorrens/ Confieso que si existe algún término que genere en mi mente malestar y un desproporcionado nivel de suspicacia es el uso del vocablo lo “nuestro”. Mi desconfianza aumenta cuando el uso de lo “nuestro” va precedido por una potente y (a veces triste pero) necesaria denuncia. Mi recelo se eleva aún más cuando vocablo y denuncia están implícitas en el discurso de alguna persona a quien podríamos identificar como “figura pública”.
Por ello cada vez que algún político, algún/a “notable” activista o sencillamente alguien que anhela desesperadamente poner los reflectores por encima de sus cabezas (con el objeto de figurar, no de realmente transformar) utilizando el “nuestro” seguido de “nuestros hombres y mujeres”, “nuestros jugadores, nuestros deportistas”, “nuestros, nuestros y nuestros” (así, en masculino) comienzo a sentir una indescriptible preocupación, acompañado casi siempre de un palpitante miedo.
El ejemplo que mayor disgusto me provoca proviene del uso de “nuestros” seguido de “niños” por parte de algunos sectores políticos, y a continuación, integran en sus denuncias posibles “acciones” de salvación que deberían (o debieron) llevarse a cabo y que “deben garantizar” (escribo “garantías” así en comillas porque los derechos de los niños y niñas no solo se deben garantizar sino más bien “cumplir” sin ningún tipo de oposición) la protección, la salud, la integridad y la vida de los niños y las niñas menores de edad que se encuentran en la ciudad de Bucaramanga.
Esto, sencillamente denota que los líderes y/o adalides políticos que prometieron la protección de los más vulnerables nunca tuvieron presente la realidad intrínseca de aquellos que decían proteger. De ello queda abundante evidencia de la situación tan precaria en derechos humanos de niños y niñas menores de edad que habitan en nuestra ciudad, connacionales o no.
En días pasados Jaime Beltrán, exconcejal y actual candidato a la Alcaldía de Bucaramanga realizó una preocupante denuncia sobre “trata de menores de edad” (especialmente, niños provenientes del vecino país de Venezuela) que son explotados económicamente bajo complicidad de sus propios padres (como quedó registrado en el trabajo realizado por el Comando Metropolitano de Policía de Bucaramanga, la Personería de Bucaramanga y el ICBF), y de redes de delincuentes que se alimentan económicamente de las “limosnas”.
Sobre ésta denuncia, podríamos decir que el Doctor Beltrán es todo un ejemplo a seguir. Como dijo en el año 2016 en la marcha de “rescatando principios”, él siempre piensa en el futuro de todos “nuestros niños y niñas”.
Sí, lo hace. Pero casi siempre, demasiado tarde.
Como lo expuse en el debate sobre “explotación sexual” en colegios, realizado por el mismo concejal cuando era presidente del recinto y dónde tristemente dicho debate quedó titulado como “Colegialas a domicilio”, la situación de vulnerabilidad manifiesta de los niños y niñas menores de edad en Bucaramanga es preocupante. Pero pareció que hasta ese momento solamente existían aquellos menores que estudian/estudiaban en colegios públicos de Bucaramanga (connacionales), olvidándonos de todos aquellos menores que día a día veíamos (y seguimos viendo) caminando con sus padres rumbo a otras ciudades de nuestro país (como Bogotá, Cali o Medellín entre otras) o llenando los semáforos de las principales calles y carreras de nuestra ciudad. Esto, sin mencionar aquellos menores cuyos padres se establecieron en nuestra ciudad hace más de 4 años, papás y mamás sin posibilidad certera de encontrar un trabajo digno que ayudase a mantener a sus familias.
Repito: menores cuyos padres se establecieron en nuestra ciudad hace más de 4 años.
Esto, sin contar que ya anteriormente la Secretaría del Interior Municipal de Bucaramanga había denunciado que algunos menores estaban siendo expuestos a situaciones de peligro, especialmente aquellos menores cuyas madres se vieron forzadas (muchas de ellas por falta de oportunidades para sacar adelante a sus familias) a realizar el trabajo más antiguo de la humanidad: el trabajo sexual.
Sin desmeritar el esfuerzo y la potente denuncia que el Doctor Beltrán realizó sobre ésta triste realidad, “nuestro” malestar e indignación social no sirven de nada cuando ésta situación, de 4 años para acá, no era nueva. El Doctor Beltrán se dio cuenta de algo valioso: “esto no es nuevo”, pero (una vez más) sin desmeritar la acusación, la pregunta que esta denuncia me plantea es: ¿por qué tardó tanto tiempo en realizarla?
A ésta pregunta le siguen otras: ¿Será que denunciar ahora tiene un mayor impacto dado que es candidato a la Alcaldía de Bucaramanga? O ¿Será que cuando fue presidente del Concejo nunca se percató que esto ya sucedía?
Ojalá que con la misma premura y diligencia que el Doctor Jaime Beltrán tuvo para denunciar tan triste y preocupante situación, otros candidatos también se sumen a la tarea de velar y denunciar la violación a los derechos de éstos menores que se encuentran en el más grande de los limbos jurídicos, puesto que al no tener padres Colombianos, o padres con el Permiso Especial de Permanencia (PEP) o nacionalizados en nuestro país, no podrán acceder fácilmente a todos los derechos que se suponen deberían acceder y tener (como los tienen todos los niños y niñas menores de edad connacionales), derechos que están enmarcados en importantes leyes, sentencias y acuerdos nacionales e internacionales.
Ojalá pensemos realmente en “nuestros niños” como lo expresa el término: “nuestros”, no de sangre, no de parentesco, pero al que fin y al cabo “nuestros”. Y del cual su futuro, de todos ellos y ellas, ahora dependen de “nosotros”.
Por cierto: ¿alguien podrá ayudarme o estaría interesado en transformar (con acciones que garanticen el mejoramiento de) la calidad de vida de algunos de éstos menores que viven con enfermedades crónicas como son ciertos tipos de Cáncer, algunas enfermedades huérfanas, o los más cercanos que vengo identificando en los últimos meses, niños viviendo con el virus de VIH?
¿Alguien que quiera o que pueda ayudarme?
Twitter: @Diego10T