Por: Claudia Acevedo Carvajal/ El síndrome del emperador no está clasificado como una enfermedad mental en el manual de diagnóstico, este puede tener un impacto negativo en el entorno familiar, así como en el desarrollo mental y social. Este se deriva de la bondad y dignidad de los padres, es la naturaleza de los padres controlar las necesidades del niño, evitar conflictos y protegerlo de problemas. Esto provoca que el niño tenga una visión negativa de sí mismo y del mismo y del mundo, creyéndose capacitado para todos los aspectos de su vida.
El síndrome del emperador se manifiesta en el comportamiento cruel de un niño o joven hacia sus padres, cuidadores y sus profesores. Los jóvenes suelen buscar un trato especial, anticipar sus necesidades y querer que se satisfagan rápidamente, y se vuelven violentos o rebeldes cuando no obtienen lo que quieren.
Es importante señalar que esto no se limita a condiciones económicas específicas. En familias de clase media alta o pequeñas, este síndrome ocurre cuando el poder de los padres es débil, o la culpa, el miedo a la guerra o un deseo irrazonable de mantener una buena vida.
El resultado es que el niño desarrolla una actitud enfermiza: piensa que tiene más poder que los demás, que tiene derecho a todo lo que quiere y que los demás deben adaptarse a él. Sumado a esto, estos niños suelen ser empáticos, les cuesta comprender las necesidades o sentimientos de los demás, especialmente de sus padres. El síndrome del emperador es una manifestación de una familia y un entorno que favorece el desarrollo de conductas agresivas y desafiantes.
A continuación, explicare algunos de los factores comunes que afectan esta situación:
Consentimiento de los padres: en situaciones de crianza los padres evitan los conflictos y prefieren, no poner normas. Los límites no son claros ni flexibles, las reglas cambian dependiendo de la situación del niño y del deseo de evitar conflictos. Los padres tienen la forma equivocada de creer que dándoles todo lo que quiere, el niño será feliz. Sin embargo, el resultado es que el niño no sabe cómo afrontar la frustración ni como decir NO.
Falta de consecuencias claras: a menudo, los niños con este problema no conocen la naturaleza de su comportamiento. No hay que reprimenda por falta de respeto y no hay consecuencias por violar la ley. Se les enseña que pueden hacer cosas sin temer las consecuencias.
Sobreprotección: es una condición donde los padres intentan evitar que sus hijos sufran o afronten las dificultades que pueden llegar a sus vidas. No permiten que el niño enfrente los desafíos de la vida, lo que le impide desarrollar habilidades de afrontamiento. En lugar de aprender a gestionar la depresión o resolver los problemas por sí solo, el niño siente que los demás, especialmente sus padres, siempre deben intervenir para solucionar sus problemas.
La materialidad y cultura de la velocidad: la sociedad actual promueve la compra y el acceso a bienes y servicios rápidamente, lo que lleva a creer en el éxito y en la satisfacción de comprar y pagar rápidamente. Los niños criados en este entorno pueden creer que todo lo que quieren es correcto para ellos ahora mismo, sin ningún esfuerzo.
Papel de las relaciones sociales: en la era de las redes sociales, donde se valoran la personalidad y las creencias externas, los niños y adolescente pueden volver a crear su propia identidad. Compararse con los demás y buscar aprobación social a través de comentarios y opiniones “correctos” puede volverlo más agresivo. El síndrome del emperador no solo afecta el desarrollo del niño, sino que tiene grandes consecuencias para el poder de la familia. Los padres de estos niños suelen tener relaciones con sus propios hijos. El miedo al conflicto o al rechazo emocional por parte de los padres puede continuar perpetrando y reforzando el comportamiento del niño.
Con el tiempo estos padres experimentan mucho estrés, ansiedad y agotamiento emocional. La relación entre padres e hijos empeora a medida que los padres comienzan a sentirse tristes o impotentes por el comportamiento de sus hijos. En algunos casos, los padres pueden mostrar síntomas de depresión debido a sus esfuerzos por satisfacer las necesidades del niño, lo que puede provocar cambios negativos en dependencia y crueldad. Un niño que puede controlar a sus padres también intentara controlar a sus hermanos, lo que puede generar fuertes sentimientos de poder, lucha u odio dentro de la familia.
Efectos a largo plazo
El efecto del síndrome del Emperador no aparece en la infancia. Los niños que no aprenden a respetar los límites y a manejar la frustración pueden tener dificultades cuando sean adultos. A medida que crecen y entran en el mundo laboral o de las relaciones, se dan cuenta de que el mundo no los trata como lo hicieron sus padres. Esto puede provocar conflictos en el lugar de trabajo, dificultad para mantener relaciones sanas e incapacidad para asumir responsabilidades.
Además, estos jóvenes a menudo tienen dificultades para adaptarse a los desafíos de la edad adulta. Su falta de habilidades de afrontamiento y su baja tolerancia a la frustración los dejan no preparados para lidiar con el estrés, las críticas o el fracaso. Esto conduce a problemas emocionales como ansiedad, depresión y enfermedades aún más graves en la persona.
Afortunadamente, el síndrome del Emperador se puede prevenir y tratar. La clave es establecer límites claros desde una edad temprana y fomentar un estilo de crianza que combine amor y atención al aprendizaje y la estructura.
Regulación estricta y coherencia de límites: Los niños necesitan saber que existen reglas en la familia y que las consecuencias de romper esas reglas son predecibles y consistentes. Las fronteras les dan una sensación de seguridad y les enseñan a respetar las normas sociales fuera de casa.
Cultivar la compasión y el respeto: Los padres deben enseñar a sus hijos a conocer y respetar los sentimientos y necesidades de los demás. Fomentar la empatía desde pequeños es importante para prevenir el narcisismo y las actitudes egoístas.
Ayudar a los niños a desarrollar la confianza: Es importante que los niños aprendan a aceptar el «no» y superar la frustración de no siempre obtener lo que quieren. Esto no sólo los prepara para la edad adulta, sino que también les enseña a apreciar el trabajo duro y a desarrollar la perseverancia.
Evite la autodefensa: Los padres deben resistir la tentación de resolver todos los problemas de sus hijos. Exponerlos a desafíos ambientales del mundo real les ayuda a desarrollar habilidades para resolver problemas y aumentar su autoestima.
Buscar ayuda profesional si es necesario: Si los padres sienten que el niño ha perdido el control y el comportamiento está afectando gravemente la vida familiar, es importante buscar apoyo de un psicólogo o terapeuta familiar. La terapia puede ayudar a construir relaciones familiares y enseñar a los padres estrategias para aprender y manejar conductas difíciles.
Conclusión
El síndrome del emperador es un fenómeno que muestra el equilibrio de la paternidad moderna, la necesidad de evitar la agresión y la sobreprotección de los niños pueden generar comportamientos violentos, para prevenir este fenómeno, los padres deben encontrar un equilibrio entre el amor y la disciplina, establecer límites y fomentar el respeto mutuo en la familia . Solo así podremos criar hijos que no reclamen el trono, sino que aprendan a ser amables con los demás y a afrontar los desafíos de la vida con humildad y paciencia.
…
*Psicóloga, Magister en Psicología Jurídica y Forense Técnica en Investigación judicial y criminal.
LinkedIn: Claudia Acevedo