Por: Julio Cesar Ardila Torres/ Asistimos sin invitación -y sin pagar boleto- al drama de la vida real en que interactúan un político escritor y un excelente actor, quienes otrora grandes amigos contertulios y posadores de vallas de inducción política ahora nos dan catedra de moralidad, ética, honestidad y uso del poder.
De Gustavo Bolívar Maestre sabemos que por dedicarse a la política dejó de lado sus tareas de empresario, excelente escritor y guionista, muy reconocido por sus novelas sin tetas no hay paraíso, el capo, pandillas, guerra y paz y los victorinos y de Bruno Diaz Obregón le conocemos como destacado actor de cine y televisión con pinitos en la política colombiana, quien, a su mejor estilo, pero sobre todo con ese notorio dolor de padre por su hijo ido al cielo hace reclamación de una deuda pasada fruto del trabajo de energía limpia que realizara aquel en vida, reclamación paterna en que más que hacer notar la cuantía de la deuda deja ver los esfuerzos realizados por su hijo para conseguir el pago sin acudir a las vías judiciales.
Hasta ahí, simplemente se trata de una deuda, que si el trabajo realizado hubiese sido contratado con otra empresa ajena al afecto familiar muy seguramente seria un caso más ante los estrados judiciales en el que además de la cuantía, costas y honorarios de abogados serian embargados los salarios del congresista, pero a ojo de buen cubero se denota la clara decepción del amigo, al que su hijo le perdió tiempo buscando le pagara sin acudir a los estrados judiciales también simplemente por el hecho de ser amigo. A ello muchos llaman “deuda de honor” convirtiéndola más que en una acreencia monetaria en una obligación moral en la que los sentimientos priman sobre lo económico y su no retribución ocasiona además del grave daño moral entre los contrayentes un gran perjuicio en lo económico.
Según actor y escritor reconocen fueron grandes amigos a punto que el actor en el 2.017 de aspirante al congreso fue el que le presentó su hijo a Bolívar para que le contratara en la instalación de paneles solares en su hotel, trabajo del cual canceló Bolívar el 10% sin que a la fecha este niegue la existencia de la deuda y el valor de lo adeudado lo cual se supone haría fácil el arreglo “amigable” de no ser por los intereses políticos ya mesclados en la controversia que hacen ver lejana esa posibilidad pues lo que empezó como reclamo entre amigos por una deuda reconocida, ahora se habla es de un imaginario paraíso fiscal de Bolívar, de su casa “mansión”, de su yate, su hotel, de su auto reconexión eléctrica y de sus otras obligaciones crediticias todo ello en claro aprovechamiento de otros políticos que no desaprovechan lo más mínimo para entrar a participar sin ser llamados ni tener algo que ver en lo sucedido.
Algunos piensan que el actor lo hace es para estar vigente en las próximas elecciones parlamentarias, otros que por su decepción de amigo y muchos que por las preocupaciones que le ocasionó a su hijo el otrora amigo al eludir el pago de lo debido, pero en todo caso actor y escritor sin quererlo están escribiendo y protagonizando para la historia su propia novela, que les enseñara a dejar de lado el odio, a perdonar y entender que si cada uno de ellos actor y escritor se dedicaran a desarrollar y disfrutar el don que Dios les dio no necesitarían para nada caer en las tentadoras garras de la política que nos priva de sus hermosos escritos y empobrece su función actoral.
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Abogado.
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