Por: Fredy Horacio Chinchilla Reyes/ La falta de desarrollo en Colombia tiene diversas aristas, una de estas razones es la productividad, que depende de la demanda de bienes y servicios. Pero para muchos radicalistas económicos, parecería insólito y la respuesta desde mi perspectiva es no y la razón obvia es que si no hay acumulación de capital en los productores y capitalistas; generada por la demanda. Si no hay acumulación, no hay ahorro; si no hay ahorro, no hay reinversión en tecnología, en investigación y desarrollo y menos en productividad.
Un país como Colombia donde el margen de la mayoría de los negocios y no me refiero al especulador del sistema financiero, el margen de ganancia de ese grueso de empresas es muy reducido, si a eso se le suma la carga impositiva prácticamente confiscatoria; como se hace reinversión en todos los frentes que las empresas requieren, tales como tecnología, investigación y desarrollo, entre otras líneas de acción claves para el desarrollo de estas.
En Colombia antes de la pandemia existían 1’350.000 empresas y de esas 1´280.000 son o eran pymes. Ahora bien muchos países centran su desarrollo en la productividad y el desarrollo tecnológico de sus pymes; que es un hecho no exclusivo de Colombia, si en el país no hay una demanda razonable, si no tienen plata el ciudadano en el bolsillo para consumir bienes y servicios, ese productor tendrá grandes dificultades para acumular capital, por tanto no tendrá ahorro para reinvertir especialmente en desarrollo tecnológico, que de no hacerlo el empresario mayores serán las dificultades que enfrentara por la vertiginosa carrera del avance de la tecnología y sin estos factores resulta muy complejo avanzar, de esta manera caeremos en el conformismo económico.
Lo anterior es un hecho cierto e irrefutable, circunstancia esta que nos lleva a buscar mercados externos y a la luz de esta desastrosa pandemia y el impacto en lo económico, el drama es más evidente, con lo complejo que resulta en el actual escenario llegar a esos mercados.
Veamos un sector como es el turismo, gravemente golpeado por la pandemia, pero que en la mayoría de los casos es de orden interno, realizado por los propios ciudadanos de cada país, que de esto puede dar fe un importante organización como Anato, además en Colombia no hay una importante capacidad económica para salir a hacer turismo por el bajo ingreso de millones de colombianos, bajo la premisa que el turismo tiene detrás una cadena gigantesca que va desde el guía de turismo pasando por los hoteles hasta las poderosas aerolíneas por lo menos antes de la pandemia.
Con ese complejo panorama hacer turismo y lo expreso desde la perspectiva de la capacidad adquisitiva del ciudadano, este se ve abocado solo en generar gasto en lo estrictamente básico y para este caso el turismo es el último en considerar.
Un ejemplo claro de lo que es el turismo interno es el caso del Empire State de New York, en Estados Unidos, donde, entre el 80% y 90% de sus visitantes son ciudadanos norteamericanos. En China, la mayoría de turistas son de las diferentes provincias, es decir turismo entre provincias.
En este orden de ideas, el problema no es de oferta, pero sí de demanda; si en el país no se genera una base de ahorro, un ingreso disponible suficiente para la base social, ¿cómo va a haber demanda? Y, ¿cómo tendrá ahorro el empresario, el productor?
Sin importar su tamaño y sobre todo las pymes que viven prácticamente del día a día y la pandemia así lo dejó en evidencia, bajo esta vista lógicamente se ven abocados a parar y así la economía interna del país se remite a la simple subsistencia, además buscando que pesca en mercados externos, que le entrega al capital extranjero, es decir, limosneando negocios.
Hay que cambiar la visión de la economía y la pandemia así nos lo demostró, nos enseñó con sangre que debemos buscar cómo nos disparamos con unos sectores, de pronto eso nos da un respiro por 10 o 20 años, ya que casi nunca se ha planteado un desarrollo integral de largo aliento, donde la sostenibilidad macroeconómica del país garantice un verdadero desarrollo y crecimiento económico.
La lucha contra la corrupción debe ser también otra línea que vaya de la mano de ese crecimiento, pues el Estado como dinamizador de la economía es clave en este propósito y la elección del próximo Congreso es la punta de lanza para este gran objetivo de desarrollo y crecimiento. Ante el difícil escenario, posterior a la pandemia, los retos son titánicos, pero se deben emprender o simplemente nos veremos en línea directa a la catástrofe económica y social.
O elegimos gobernantes -dirigentes que entiendan la gravedad del asunto- o seremos verdugos de nuestro propio destino. Y después no quejarnos de los nefastos resultados en materia económica.
*Ingeniero de mercados, docente universitario, asesor empresarial y capacitador.
Twitter: @fredy_asesor