Por: Yuli Metaute Londoño/ Tuvieron que pasar más de dos años del terrible homicidio de Mauricio Leal y su madre Marleny Hernández, para que se diera lo que muchos estábamos esperando, el fallo condenatorio en contra de Jhonier Rodolfo Leal Hernández, hermano e hijo de las víctimas.
Confieso que, recién ocurrido el hecho, mi mente no era capaz de imaginar esa escena dantesca donde alguien con esa frialdad matara a su madre y a su hermano, y luego intentara suplantar sus identidades enviando mensajes de texto a los amigos y allegados.
Después como si nada, se pusiera las prendas del hermano que había asesinado a sangre fría y salir a hablar a los medios de comunicación como si fuera una víctima más, ¡qué cinismo!
Por fin, en la audiencia del pasado 26 de febrero, la Fiscalía entregó pruebas suficientes para que una juez determinara la responsabilidad de Jhonier en el homicidio y modificación de la escena del crimen, por lo cual se pidió la condena máxima, que corresponde a 60 años de prisión.
Mauricio y Marleny ahora sí pueden descansar en paz y hasta estamos más tranquilos los que nos sentimos totalmente consternados y hasta lastimados con este atroz doble crimen, tengo que resaltar el trabajo investigativo formidable de parte de Burgos y su equipo, pero también tengo que decir que cojeó mucho la justicia en este caso.
Entiendo que Jhonier confesó el crimen, luego se retractó hasta defender a capa y espada su “inocencia”, la defensa dilató, pidió vencimiento de términos. La investigación siguió en curso y apoyó la veracidad de su primer testimonio.
Si este dilate pasa en un caso mediático, ¿qué podemos esperar en otros casos?
Yo sigo sin entender lo que ocurre con el sistema judicial en Colombia, pero más grave es la falta de confianza que se está generando ante muchos fallos parcializados y ver pasar por alto o engavetados otros, sin saber a ciencia cierta qué está pasando. ¿Será falta de investigadores? ¿Se acomodan los casos o la justicia está patinando?
Los interrogantes anteriores son graves. Lo que es notorio es que hay discriminaciones. Se actúa de acuerdo con el personaje, las interpretaciones son diferentes, hay mucho juicio de parlante y presiones que ponen en duda y crean la sensación de que «la justicia cojea, pero llega», como es el dicho popular.
La realidad es que, en muchos casos, la justicia no cojea y en otros, la justicia no llega.
Al recorrer el país es el comentario obligado. La justicia, las interpretaciones, el juicio parlante, las discriminaciones, en fin, la preocupación es grande. Ver un futuro en el que la justicia está en entredicho, poco confiable, hay fuga de documentos, presiones para presentar juicios sin fallos definitivos… El acelerador de la justicia funciona lamentablemente en la mayoría de los casos para un solo lado.
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*Comunicadora Social y Periodista, locutora, presentadora de televisión. Adscrita a la Asociación Colombiana de Periodistas de Bogotá. Periodista del noticiero Alerta Paisa en Medellín de RCN Radio y capitana del deporte en el fútbol profesional femenino para Antena 2 Colombia.
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