Por: Sandra Patricia Maldonado Leal/ El sentimiento por el fallecimiento de un familiar, de un amigo, de un conocido, nos inunda el corazón de tristeza, pero; el de una mascota muchísimo más, si es la fiel compañía de los encuentros sincrónicos en época de pandemia. Hago alusión a mi canario “Patricio”. ¿Sí todos dirán, pero, ¿un canario?… ¿y? Pareciera una bobada, una insignificante ave de nuestra bella naturaleza. Pero valiosa y fiel compañía en el encierro del Covid-19, con su leve silbido e imponente cantar.
Todo inicia en un noviembre hace 10 años, en donde mi gestión con la organización de un evento de aves exóticas, realizada en la ciudad de Bucaramanga, sería mi premio de agradecimiento. Un concurso exótico, entonces mi Patricio tampoco fue la excepción. Pero o sorpresa cuando en mi imaginación añoraba un ave exótica de color amarillo fuerte e imponente como el sol, pero tenía más similitud a un “mello arrocero”, con plumaje negro, verdoso, pero con algunas plumas blancas, que, en el entorno de las aves, poco común decir que era un canario, pero, su raza lo diferenciaba de los comunes canarios (amarillo pollito o quemado), era un Canario Español, campeón, negrito, con visos verdes, más bien parecido a un azulejo o a un cucarachero silvestre.
Patricio era prodigioso, exquisito con su alimentación, pues no sólo de alpiste viviría, eran manjares de huevo cocido, semillas de tomate pimentón, nabo, semillas con vitamina C, hueso de jibia, coliflor y brócoli, agua con gotas de limón no tan amargas, porque irritarían su garganta y las cuerdas bucales no permitirían tener un cántico de rey. En el evento de aves exóticas no era para menos quedó campeón de campeones, vislumbró la merecida medalla del puesto máximo en el pódium de su categoría. Si, era el campeón de campeones.
Ya en su nuevo hogar empieza el cambio de su plumaje (pues al momento de entregarme este hermoso regalo, tenía 9 meses de vida), iba cambiando el color, y su cuerpecito “empezó a echar plumas” (refrán popular) e iba creciendo al igual que sus uñitas, el cual debía cortar por lo rápido que se crecían y se enredaba en el palito que mantenía su equilibrio total. Oportunidad perfecta que no desperdiciaba para detallarle en su patica derecha la medalla de campeón con la fecha de la participación impuesta en el momento de su competencia.
Patricio tenía un canto especial y horario particular, pues como buen “Españolete” solía exaltar su fortaleza cántica en horas de la noche y madrugada. Tan sólo era prender la luz de su hábitat para desbordarse en silbido angelical con su música. Amaba cantar, sabía que era un campeón, sólo era motivarle musicalmente para que arrancara con su presentación con una afinación cual intérprete único, pues cada una de sus notas emitidas resaltaba su espécimen de Timbrado Español. Notas, claras, notas altas, notas metálicas y resonantes. Pero también se daba el lujo de cantar en tonos bajos y limpios. Pues esa armonía personal, registraba cada castañeteado el cual lo evidenciaba como Mi Patricio Españolete con sonido de las castañuelas españolas.
Era impresionante saber que me esperaba con ansia el regreso de mi jornada laboral, tan sólo con escuchar la llave al momento de abrir la puerta de mi apartamento, se desbordaba a saludarme, creído y exhibicionista en su afinación, me saludaba feliz e incondicional con su bella música canaria. Que hermoso recibimiento, que lealtad tan bella.
Pero no sólo mi Patricio, me llenaba de felicidad mis clases sincrónicas, o mis regresos a casa después del Covid, me hacía reír y lograba que lo tomara con una sóla de mis manos y besarlo
inmensamente como muestra de mi cariño hacia él. También me hizo llora. Lloro aun escribiendo estas letras para una columna especial. Por ello quiero aperturar con el recuerdo personal como distinción póstuma a mi hermoso Canario Patricio. Sólo su bella jaula rodeada de un árbol artificial como un bosque natural y flores alrededor perdurará.
Y en ocasión a una fecha tan especial como es San Valentín, para Occidente, no podría dejar de aprovechar esta fecha comercial para Colombia, recordando sus cánticos maravillosos, pues tan sólo queda mirar al balcón e imaginarme a mi Patricio con sus cánticos como una enamorada más.
Era impresionante ver como Patricio mejoraba mi estado de ánimo y reducía el estrés. La presencia de éste hermoso compañero emplumado en el hogar me ayudó a aliviar la soledad y proporcionar una sensación de compañerismo, especialmente durante momentos en que las relaciones humanas pueden ser complicadas o difíciles de mantener. Además, el cuidado para mi canario era de atención y dedicación, lo que fomentó un sentido de responsabilidad y compromiso, evidenciando una conexión que fortaleció no solo lazos emocionales conmigo, sino que promovió un ambiente de amor y cuidado mutuo en mi familia.
El amor hacia una mascota, ya sea un ave o cualquier otro animal, se manifiesta de diversas formas. Puede reflejarse en el tiempo y esfuerzo dedicado a cuidar de la mascota, en la preocupación por su bienestar y en la alegría que se experimenta al interactuar con ella. El amor hacia una mascota también se manifiesta en la disposición para aceptar y apreciar su individualidad, así como en el deseo de proporcionarle una vida feliz y saludable.
Las mascotas, incluidas las aves, como mi Patricio en estas épocas de odio y amores, incertidumbre, stress, nos dejan valiosas lecciones sobre sensibilidad y sinceridad, el cual debemos abordar, recordar y aplicar:
Sensibilidad emocional: Porque ellos son expertos en leer nuestras emociones humanas. Pueden percibir cuando estamos felices, tristes o estresados, y a menudo responden de manera empática, brindándonos consuelo y compañía cuando más lo necesitamos. Esta sensibilidad emocional nos enseña a ser más conscientes de nuestros propios sentimientos y los de los demás, fomentando la empatía y la compasión en nuestras relaciones interpersonales.
Sinceridad en las relaciones: No tenía filtros ni agendas ocultas. Su amor y lealtad fue genuino y desinteresado. Me enseñó sobre la importancia de ser auténtica en nuestras relaciones y de expresar nuestros sentimientos sin reservas. Al observar la sinceridad de nuestras mascotas, aprendemos a valorar la honestidad y la transparencia en nuestras interacciones con los demás.
Gratitud y aprecio por las pequeñas cosas: Las mascotas encuentran alegría en las cosas simples de la vida, como un paseo al aire libre, una caricia suave o una deliciosa comida. Su capacidad para disfrutar el momento presente nos recuerda la importancia de apreciar las pequeñas cosas y cultivar un sentido de gratitud por lo que tenemos. Esta actitud nos ayuda a mantener una perspectiva positiva y a encontrar felicidad en nuestro día a día.
Lecciones sobre el perdón y la paciencia: Las mascotas pueden cometer errores o comportarse de manera inesperada, pero su capacidad para perdonar es notable. Nos enseñan sobre la importancia del perdón y la paciencia en nuestras relaciones, recordándonos que todos somos imperfectos y merecemos segundas oportunidades. Al practicar la comprensión y la tolerancia con nuestras mascotas, también aprendemos a aplicar estas cualidades en nuestras interacciones con los demás.
En resumen, las mascotas, como mi Patricio, será por siempre maestro en sensibilidad y sinceridad. A través de su presencia amorosa y desinteresada, me dejó enseñanzas valiosas y lecciones sobre cómo ser más consciente de mis emociones, cómo cultivar relaciones auténticas y cómo encontrar alegría en las cosas simples de la vida.
Hoy además de las 20 plumas, las más hermosas, y por supuesto su indiscutible medalla angelical, el cual luciré especialmente en unos aretes o un collar, quedará en el recuerdo ese comportamiento especial de sus cantos melodiosos, movimientos elegantes y expresiones únicas, que inspiraron mis sentimientos de alegría y asombro. Así podré simbolizar y resaltar el cariño incondicional de una mascota que voy a extrañar.
Ya tan sólo me resta decir que Patricio mi Canario… murió, pero que sus cantos floreados timbrados con sus notas seguidas y melódicas agradables, me dejan la enseñanza de un amigo top, y especial. Un animalito tan chiqui, que me demostró su cariño incondicional y que hizo en mi despertar grandes sentimientos, lecciones de amor, lecciones de sinceridad, de paciencia, de gratitud. Por siempre te recordaré Mi Patricio.
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*Administradora de empresas, especialista en Gerencia de Mercadeo, especialista en Docencia Universitaria, magister en Gestión Pública y de Gobierno, candidata a Doctora en Administración Gerencial.
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).