Por: César Mauricio Olaya/ En estos días un concejal de Bucaramanga que se presenta como uno de los ‘visibles’ o transparentes, exponía en sus redes sociales como uno de sus logros, que se había probado la visita del Concejo Municipal al Páramo de Santurbán.
De inmediato acudieron a mi mente una serie de interrogantes. El primero de ubicuidad, pues a parte de hacer turismo ecológico que como actividad para el alma y el cuerpo es supremamente positiva, no sé qué correspondencia política o injerencia de su misión como ente de control, tenga esta región que geográficamente en Santander se corresponde con los municipios de Vetas, California, Suratá, Charta y Tona, con Bucaramanga y las tareas que les corresponde a su Concejo Municipal.
Y es que, aparte de todo el barullo con notorios intereses de show político, que seguramente les deberá rendir sus correspondientes réditos, surgen varios interrogantes. ¿Será que los Honorables Concejales irán a acompañar a la decena de campesinos seriamente afectados por las excesivamente bajas temperaturas y sus derivadas heladas que echaron al traste sus cultivos?
O mejor, ¿que se les dio por meter sus narices en las minas de la pequeña industria aurífera, actividad de la que viven los vetanos desde milenarias épocas y que si bien es cierto, genera afectaciones ambientales importantes, también lo es que hay una especie de pacto sagrado entre el minero y su entorno natural, donde el cuidado del medio ambiente hace parte natural de su ADN?
¿Será quizá que desviarán su ruta y llegando por Suratá, tomarán camino hacia el Páramo de Monsalve y realizarán una debida visita técnica a los núcleos de bosques protegidos por el Acueducto Metropolitano de Bucaramanga, donde, por cierto, durante el pasado cuatrenio no se compró una sola hectárea de terrenos, para ayudar en este loable propósito de coadyuvar en la conservación y preservación de las cuencas hídricas que brindan el preciado líquido a nuestra ciudad?
Pensaría que también es bastante probable que sigan derecho en la ruta y lleguen a California, epicentro del proyecto minero de la multinacional Minesa, donde seguramente serán recibidos con bombos y platillos por una comunidad que hoy enfrenta una crisis social y económica por cuenta del cierre del proyecto que les brindaba seguridad económica al 100% de esta población?
¿O más bien me inclino qué, al igual que muchos de los turistas que hoy pisan estos sagrados territorios de vida, van es por la correspondiente fotografía y/o selfie abrazando un frailejón y poniendo cara de dolientes salvaguardas de Santurbán, la subirán a las redes sociales, dejando testimonio de likes de su compromiso por la vida del mundo futuro?
Amorosos defensores de Santurbán, quiero aprovechar este púlpito de la opinión para hacerles saber que si de verdad les interesa tanto la protección del páramo, deben comenzar por atender lo que se conoce como ecosistemas estratégicos que conforman una barrera de protección que paso a paso, va blindando las distintas estratificaciones que comienza con el bosque altoandino nororiental, continúa con la línea de bosques nativos que hacen parte del subpáramo y termina en el mismísimo Santurbán, cuyo territorio inicia en el llamado Distrito de Manejo Integrado Páramo de Berlín.
Así las cosas, aunque no quiero castrarles la oportunidad de la selfie, todos bien majitos, con capa y sombrero, les recuerdo que la tarea que les compete atender está en sus narices y tiene todo que ver con sus competencias. Ponerle tatequieto al proyecto del Parque de los Caminantes de los Cerros Orientales que pretende empezar por intervenir uno de los senderos trazados en su geografía con miradores, luminarias, descansaderos y no sé qué más logística mobiliaria dictada por los mismos magos creadores del tal urbanismo táctico y si quieren ir más lejos, tomarse de la mano con sus pares en los concejos municipales de Piedecuesta y Floridablanca y emprender una batalla de control sobre la impactante intervención de la zona de afectación de la construcción de la variante a la vía a Cúcuta, donde ya suman más de 200 árboles talados.
Por último, una reflexión muy personal para compartir que gira en torno a la maneada frase “el agua es sagrada”. Aunque obvio que sí lo es, al ser la garantía de vida para el hombre, lo que me inquieta es la definición de sus fronteras.
¿Es sagrada hasta que cumple con los requerimientos para el hombre y tras ser usada, deja de gozar de esa condición? y lo digo directamente por un tema que igualmente es de la competencia de ustedes Honorables Concejales, ¿dónde cabe la responsabilidad de nuestra ciudad en la defensa, protección y conservación de las 19 quebradas que hoy corren convertidas en cloacas por toda la vertiente occidental de la ciudad, descargando de manera directa sus miserias en el ya bastante contaminado Río de Oro?.
¿Dónde está el liderazgo asumido por ustedes para que Bucaramanga, de una vez por todas, asuma con responsabilidad la construcción de las plantas de tratamiento de aguas residuales (que son por lo menos tres las necesarias) y se adelante una campaña masiva de descontaminación de estas fuentes?
¿Para cuándo se va a coger el toro por los cachos para controlar los mataderos clandestinos de burros y cerdos que operan en barrios del noroccidente y que no tienen el menor control sobre estos desechos que se vierten en las citadas quebradas?
¿Cuándo van a ponerle la lupa a las pequeñas industrias del calzado, que en los barrios aledaños a las quebradas La Rosita y El Loro, vierten residuos de los procesos de curtido y teñido de pieles directamente en estas fuentes?
El futuro del agua y del medio ambiente de nuestra ciudad, es una deuda vigente que crece y crece con el tiempo; darle la prioridad que merece es un compromiso con el porvenir y con la calidad de vida que merece la comunidad.
Ojo apreciados Honorables Concejales, no se me distraigan con sus selfies.
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