Por: Juan Camilo Revelo/ “Cuando no somos capaces ya de cambiar una situación, nos enfrentamos al reto de cambiarnos a nosotros mismos”: Victor Frankl.
Solventar problemas de manera diligente, proactiva y propositiva, supone la disposición de asumir la vida con una mirada de gratitud, en la que lo que más difícil es ser agradecido justamente con aquello que más nos ha dolido.
Enfrentar obliga a reconocer, tanto como asumir significa no mirar para otro lado haciéndose el desentendido ni culpar a otros.
En esta columna aterrizamos algunas herramientas de orden interpersonal para escalarlas a soluciones que eventualmente logren dotar de ayudas que den tregua a conflictos de orden nacional e internacional, afectados por los mismos principios, muchas veces de orgullo y muchas otras de negligente indiferencia.
En este orden y considerando a uno de los mayores exponentes de la resiliencia, tenemos a Victor Frankl, cuya vida y obra pueden servirnos de ejemplo para abordar el tema de la superación de vicisitudes propias de una vida construida desde la “autoterapia” que él mismo, dado su contexto, desarrolló y a la que con los años fuera dada a conocerse como “logoterapia”: una filosofía de vida basada en el sentido, el significado y el propósito de auto-realización y trascendencia.
Por su parte, la investigadora de Harvard, Diane Coutu, afirma a partir de sus observaciones, que la respuesta resiliente de parte de toda persona dispuesta a recuperarse, comprende tres características complementarias: una aceptación obstinada de la realidad, la profunda convicción de que la vida tiene un sentido y una habilidad increíble para improvisar.
El primero de estos puntos puede comprenderse así: “en situaciones extraordinariamente adversas, ver el mundo a través de unas lentes rosas puede resultar desastroso”. Aquí y en la situación nacional actual, por tanto, no cabe el optimismo cuando el precio se está pagando con vidas humanas de parte y parte.
Aceptar la incómoda realidad sin amortiguarla con eufemismos, hace parte de esa obstinación desde la que la investigadora de Harvard nos invita a mirar las cosas. Para entenderlas, para entendernos.
La profunda convicción de que la vida tiene un sentido nos lleva a tomar el argumento de que “las personas resilientes construyen conceptos a partir de un sufrimiento para lograr un sentido para sí mismos y para los demás”. Sufrir esta situación, presidente, condolerse en serio, puede llevar sin duda a que el tercero de estos puntos, el de la habilidad para improvisar, conjugue y de cuenta de sus mejores herramientas de comunicación para conectar con una ciudadanía que solicita clamorosamente ser escuchada.
En comunicación es preciso siempre cuidar 3 aspectos claves: el texto, el contexto y el subtexto. El texto se relaciona con el cuidado puesto a cada una de las palabras a utilizarse para trasmitir un mensaje. El contexto a su vez es la verificación del momento y la audiencia que escucha lo dicho. Y el subtexto es la intención de mensaje que se quiere dejar en la recordación de quienes lo reciben.
Lo que está pasando en Colombia es el equivalente a un padre que golpea a su hijo por el hecho de tropezarse con una zancadilla que este mismo le hizo.
No puede ser tan innoblemente indiferente un gobierno que se reúne para hablar con todos menos con el que se está quejando. La peor versión de una cultura supuestamente dialógica se presenta cuando no resulta ser más que una pantomima para dar a entender que se escucha cuando en realidad se desatiende de forma deliberada.
La resiliencia, en función de la atención que usted le dé a las causas, será directamente proporcional a la posibilidad de desnublar la mirada de todo aquello que nada más surge como consecuencia. Piénselo.
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*Abogado conciliador en Cámara de Comercio de Bucaramanga. Especialista en Marketing Político & estrategias de campaña (U. Externado). Experiencia +10 años en Resolución de Conflictos. Mentor en Comunicación estratégica Verbal – No Verbal e Inteligencia Emocional Empresarial.
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