Por: Martin Camilo Carvajal Camaro/ El concepto de reforestación surge como una estrategia ambiental, que permite mitigar la paulatina destrucción del planeta, los efectos del calentamiento global, el cambio y variabilidad climática y la deforestación, definiéndose esta, como la actividad de plantar árboles donde alguna vez existió un bosque.
La reforestación urbana, cumple una función estética al proteger y adornar un determinado sitio o lugar, mejorar la calidad del aire, preservar zonas verdes, propiciar espacios más limpios, aumentar especies nativas de flora y fauna, fomentar un interés especial por el cuidado del ambiente y reducir la emisión de partículas contaminantes tales como polvo, polen y humo que causan daños severos en los pulmones humanos.
El crecimiento sin el debido control de las localidades contempla alteraciones drásticas en el paisaje, donde la mayoría de los espacios naturales se reemplazan por construcciones y vías, especialmente en zonas periféricas, donde las condiciones sociales de quienes habitan estos espacios llevan a una urbanización mal planificada, trayendo consigo diversos problemas en el funcionamiento de la ciudad, en la preservación de la biodiversidad urbana y en la calidad de vida de sus habitantes.
La planificación urbana debe estructurarse como un producto propio de la naturaleza y del comportamiento humano. En este contexto, la arborización urbana adquiere un papel importante al momento de proporcionar mayor calidad de vida a las poblaciones, que en el marco de un esquema bien articulado permita integrar el territorio desde sus componentes social, político, económico y ambiental.
Con el fin de obtener un mejor resultado el componente social debe ser ubicado como un tema prioritario al momento de implementar los planes de arborización, la toma de decisiones debe garantizar la participación de los actores del entorno urbano, los procesos y actividades deben orientarse en función de las comunidades y de la sociedad, fomentando políticas públicas en esta materia que se mantengan en el tiempo para poder obtener beneficios reales a largo plazo.
Si la arborización no se ejecuta correctamente, esta ocasiona más afectaciones que beneficios, para ello se hace necesario la creación de planes locales que vayan en armonía con el territorio al cual van a ser aplicados, ya que, en muchos casos, corregir desaciertos en materia de planificación pueden recibirse con cierto rechazo, impidiendo en muchos casos una correcta ejecución de las políticas públicas. Se hace necesario investigar con mayor profundidad todos los beneficios y las afectaciones que pueden acarrear el arbolado urbano, esto con el fin de alcanzar su sostenibilidad en el tiempo.
Las ciudades necesitan bosques, arbolados y árboles individuales para desempeñar una amplia gama de funciones, como regular el clima, almacenar el carbono, regular la temperatura, eliminar los agentes contaminantes del aire, reducir el riesgo de inundaciones, garantizar un mejoramiento paisajístico y estético, propiciar una seguridad alimentaria, valorar el espacio público y mejorar la salud física y mental de sus habitantes.
Los países avanzan constantemente en su urbanización, para el caso en concreto de nuestro país, los pueblos se vienen convirtiendo en ciudades y las ciudades capitales en distritos especiales, turísticos o metropolitanos, el desafío de asegurar que estas extensiones urbanas sean habitables y sostenibles es enorme y los gobiernos, los defensores del ambiente y de la silvicultura urbana y periurbana, deben estar a la altura de las circunstancias, garantizando que ciudades y arboles crezcan juntos. La salvaguarda y la gestión sostenible de los bosques y el mayor número de espacios verdes en las ciudades serán cruciales para la salud y el bienestar de nuestra casa, el planeta tierra y sus habitantes.
*Abogado, Especialista en Gerencia Pública.
Twitter: @martincarvaja65
Facebook: Martin Camilo Carvajal Camaro