Por: Diana Ximena Carreño Mayorga/ Inicialmente hay que tener en cuenta que el uso de las redes sociales sigue en ascenso considerable en los últimos años y probablemente en los próximos, con el avance de la tecnología vivir sin internet o aparatos electrónicos se podría volver completamente inusual.
El resultado del crecimiento, el avance y la relevancia ha causado un uso intensivo y poco responsable de estás. Considerando que lo jóvenes adolescentes, por ejemplo, estén constantemente en línea de cualquier red social o juego deteriorando así la salud mental.
El uso excesivo de éstas, desencadena síntomas psicológicos de cierta intensidad. Por lo tanto, hablando explícitamente de las afectaciones, se puede llegar a comprar con los comportamientos que se dan en las adicciones por consumo de sustancias, donde puede llegar a existir depresión, trastorno de déficit de atención, abstinencia, trastornos de estrés postraumático entre muchos otros que se hablará en el presente artículo de opinión.
Esto es dado por la preocupación excesiva y la ansiedad desarrollada por las redes sociales que dirige una motivación compulsiva de estar en línea, revisar constantemente la aprobación inmediata que generan los likes, huir de la realidad, relacionarnos sin herramientas reales que promuevan las redes de apoyo sólidas, seguir estereotipos difundidos por falsos modelos a seguir que pretenden promover maneras correctas de vivir la vida y erróneamente caen en el juego de las apariencias donde de repente todos colectivamente, pretenden mostrar que la vida que llevan es perfecta, sin problemas o emociones negativas.
Debido a este tipo de conductas, se ha venido problematizando las redes a la menor satisfacción vital, el desaprovechamiento en calidad de vida y la desconexión absoluta del momento presente. En este seguimiento constante se busca aprobación y ‘’estatus digital’’ que refiere al gasto de tiempo invertido en la búsqueda de afirmaciones por medio de interacciones indirectas y digitales.
Ahora bien, continuando con los efectos que ocasionan las redes, está implícito hablar de ansiedad pues es este trastorno el más evidenciado al momento de hacer un análisis observacional de conducta, puesto que las personas se ven en angustia al no tener acceso a las redes sociales e inclusive existe la sensación de que el celular este vibrando cuando realmente no ha llegado ninguna notificación y aún más preocupante, la falta de autocontrol empieza realmente cuando en definitivo se ha dañado o se ha negado el acceso al móvil.
De igual manera, algunos estudios han demostrado que la utilización excesiva aumenta la ansiedad y acaba desencadenando Trastorno Depresivo y absoluta sensación de soledad. La gravedad de las consecuencias desde una perspectiva en salud mental, es realmente preocupante puesto que muchos indicadores y noticias visibles han demostrado que el suicidio se ha convertido en unas de las problemáticas graves.
La cuestión es, ¿en qué momento dejamos de estar presentes en este plano, ignorando la esencia de la vida, la conexión con la naturaleza, el relacionamiento seguro y la sencillez de vivir sin depender de las redes sociales?
La respuesta se encuentra en la consciencia. Probablemente somos los encargados de dignificar nuestras vidas encontrando un sentido real de vivirla, entendiendo que realmente hay cosas que nos hacen daño y no aportan para nada. Sin esto, los jóvenes seguirán creciendo vacíos de cuerpo y alma.
No quisiera terminar sin culpar directamente los modelos de crianza en la sociedad actual. No se puede pretender formar adultos conscientes en un hogar de discordia y violencia, responsabilidad de crianza nula, familias carentes de amor y paciencia en la educación, soledad absoluta en el crecimiento en las etapas y abandono por parte de los cuidadores.
Sin abordar más del tema y siendo consecuente con el artículo presente, las adicciones y el consumismo están en aumento, todos los días el mundo lucha por volvernos adictos, pero también somos quienes decidimos ser parte o no.
La invitación es a tomarse más tiempo a solas, disfrutar de un paisaje, escuchar música y bailar frente al espejo, trabajar la respiración consciente y las caminatas cortas al aire libre, tomarse un café y escribir sobre el día a día, sobre los pensamientos, acciones y conductas. Abrir la mente a conocer personas reales que permitan adquirir habilidades para la vida, a expresarse sin sentirse juzgadas o juzgados.
Existe un mundo completamente diferente y positivo afuera de las redes sociales, hay que experimentarlo, hay que sentirlo y es importante reconocer los errores para volver a empezar, buscar las personas que pueden guiarnos en nuestra evolución como lo son los entes responsables en salud mental y, por último, sensatamente querer vivir. De seguro, habrá alguien también aburrido de vivir de apariencias y engaños y si no, afortunadamente te tienes a ti mismo.
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*Psicóloga del Programa de Diversidad Sexual y Población LGBTIQ+ de la Secretaria de Desarrollo Social, alcaldía de Bucaramanga.