Por: Paola Guarín/ Desde el año 2019 se emprendió el Bucaramanga, quizás el proyecto más ambicioso de la Ciudad Bonita en lo que respecta dar solución de movilidad mezclando espacios recreativos y nuevas formas de recreación con seguridad vial: ciclorrutas.
Sin embargo, ya dos años después a la ejecución del contrato de construcción de estas rutas para ciclistas y puesta en marcha de un nuevo sistema de movilidad, podemos inferir por medio de una acción popular todas y cada una de las falencias, que dejan en entredicho las gestiones desplegadas por la anterior administración.
El diagnostico es claro y pese que la intención de la construcción de estas ciclorrutas fue aplaudible, a hoy siendo un hecho evidente, por cada bicicleta que circula por estas líneas de trasporte recreativo, las motocicletas son a su vez, usuarios accidentales que no solo abusan de ellas, sino a su vez provocan un daño patrimonial y fiscal, al circular por estos perímetros que no fueron diseñados o construidos para este fin.
Sería muy útil saber, cuantos controles viales o simplemente cuantos comparendos se han proferido por la indebida utilización de las ciclorrutas, así como también, conocer un diagnóstico del estado físico de estas rutas de movilidad , que si bien son utilizadas de manera abusiva, debieron en principio planearse de manera estratégica para fomentar la libre locomoción de ciclistas, como también construirse con materiales mas duraderos a la intemperie, espetando las debidas dimensiones de protección.
Ahora bien, la Dirección de Transito de Bucaramanga, señala que el 9,7 % de la población bumanguesa utiliza la bicicleta como medio de trasporte recreativo, surgiendo lo que quizás seria una pregunta capitalista pero muy prudente frente a lo que respecta el equilibrio social y las implicaciones de un umbral de justicia, frente al otro 90,3% que se moviliza en trasporte público, particular o simplemente circula en medios de trasporte no mecánicos, motorizados o eléctricos.
El plan maestro de movilidad para Bucaramanga 2010-2030, realizado por la Alcaldía de Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander y la Sociedad Santandereana de Ingenieros y publicado por la UIS, destaca directrices y parámetros para que la ciudad se ponga al día en materia de movilidad urbana, tema que tantos problemas ha ocasionado en los últimos años; ya que su retraso de inversión en planeación urbana y la falta de un diagnostico acertado del POT inicial de Bucaramanga de hace 10 años, el cual esta administración actualiza y regula su crecimiento con nuevas normas que hacen de la ciudad menos densificada.
Sin embargo, este documento proyectaba a Bucaramanga, como una ciudad bonita llena de maravillas en materia de movilidad, aún persiste la improvisación en lo que respecta planificación y coordinación con las autoridades de los otros municipios del área metropolitana, conectividad de la red vial, Debilidad estatal en el mantenimiento y control de las ciclorrutas, falta de cultura ciudadana, evidente incompatibilidad entre la planificación del territorio y dirección del sistema de transporte, y la nulas iniciativas de ampliación de perfiles viales o desembotellamiento de puntos críticos en zonas viales.
Como si se tratara de algo prodigioso, los nuevos desarrollos apuntan a la necesidad de movilizarse en vehículo privado, exigiendo un notable desequilibrio en la ocupación territorial, pues hay zonas con una intensidad muy alta, con evidente deterioro del espacio público y la infraestructura vial, convirtiendo la conducción en un deporte extremo predicándose las maniobras defensivas para evitar huecos.
A esto se le suma la crisis del sistema masivo de trasporte Metrolínea, quedando más que claro, las serias falencias en atender la oferta del transporte público, pese a tener en algunas zonas, sistema exclusivo de paradas y trasporte intermunicipal, brillando por su ausencia la planificación y coordinación en sus rutas, las cuales son un himno a la improvisación y desastrosa administración de este modelo de trasporte.
Pienso que el desarrollo territorial, debe empezar por brindar a sus ciudadanos bienestar, conectividad y seguridad en lo que respecta a vías y medios de trasporte, sin embargo, no todo lo que brilla es oro, pues queda más que sentado, la ausencia hoy por hoy de la gobernabilidad vial, donde la piratería no es el mal de la ciudad, al igual que las ciclorrutas o el Metrolínea. Por el contrario, la pésima educación vial o nulas campañas pedagógicas que promuevan su buen uso también son aditivos a este cáncer que permite diferencial a la ciudad bonita de otras, que por lo menos, garantizan la movilidad y su seguridad, sin tener ciclorrutas o robustos sistemas de trasporte, que al final los resultados son puestos en la balanza, tenemos mas que perder si frente a comparaciones se trata.
Lo cierto es que para las verdades el tiempo y es evidente la planificación y visión, no son dones que se pueden propender, de manera populista o altruista éxitos sin resultados. Valdría la pena analizar la responsabilidad de cada quien y el precio asumido por las improvisadas decisiones, cuyas consecuencias a hoy, ameritan un análisis fiscal y disciplinario de la ejecución de recursos en estos temas de movilidad, ventiladas en una acción popular que hoy refleja una radiografía paupérrima que sufre la denomina “Ciudad de Bonita”.
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