Por: Sergio Julián Santiesteban Herrera/ Después de tantos años de vivir en un núcleo familiar, qué tanta fraternidad, qué tanta tolerancia, qué tanto diálogo o comunicación existe entre los unos a los otros.
Qué tanto conocemos nosotros realmente de nuestra pareja de nuestros hijos o nuestros hijos conocen de sus hermanos o de sus padres, es un momento en el cual nosotros debemos aprovechar para poder darnos a conocer saber a ciencia cierta que nos gusta, cómo nos definimos a parte de nuestras aspectos o rasgos físicos nuestras gustos o placeres.
Los invito a construir el árbol genealógico de cada uno de los integrantes de la familia.
Entre todos podemos saber a ciencia cierta, quiénes fueron nuestros ancestros, iniciemos con nuestros padres nuestros abuelos nuestros bisabuelos, así como los hermanos tíos y poder conocer nuestros orígenes.
¿Por qué los quiero invitar a hacer un árbol genealógico? Porque la familia como núcleo principal de la sociedad debe rescatar todos los valores y toda esa fraternidad que nos permite amarnos.
¿Sabemos cómo se llaman nuestros abuelos, nuestros tíos…? No conocemos nuestra descendencia.
Recuerdo en la universidad, por el año 1994, en clase de filosofía, cuando el docente nos dijo: “saquen una hoja y escriban el nombre de sus abuelos maternos, abuelos paternos, de sus padres, tíos hermanos y si les queda tiempo de los primos. El que desee sacar una mejor nota o ganar alguna décima en alguna evaluación, complete el árbol genealógico”.
Todos nos miramos, así como diciéndonos esto “es pan comido”, cómo se solía decir en el argot popular o coloquial de la universidad cuando consideramos que todo era fácil.
Resulta que la gran mayoría se ‘rajó’, es decir, perdió, no me incluyo en ellos pero sí a ciencia cierta no sabía el nombre algunos de mis tíos, solamente conocía era el seudónimo o el sobrenombre, recuerdo que por parte de mi madre escribí el nombre de mi tío Tico que en paz descanse y no sabía que se llamaba Héctor, así como también recuerdo que mi época de docente, terminamos la jornada laboral y salí para acompañar a mi padre para llevarlo al entierro de un primo, al cual tuve la oportunidad de conocer y compartir y lo conocía como chato Luis, no sabía a ciencia cierta si era primo por parte de una tía de un tío, no lo sabía, sólo con el transcurrir del tiempo y aún no conozco toda mi familia, por parte de padre, por parte de mi abuela paterna, mi abuelo tuvo un segundo matrimonio y con ellos tuve más tíos, es decir, hermano de mi padre, pero por mi abuela no conozco sino una parte.
Volviendo a la anécdota de ese día que salía del colegio, no fuimos al velorio del primo de mi padre, en la entrada veo a mi alumna, aún con uniforme del colegio porque se enteró de la noticia y le dieron permiso para asistir al velorio del abuelo, cuando ella me ve y me dice: “profesor Santiesteban, gracias por venir a acompañarnos en este momento en el cual mi abuelo falleció”. -Yo le pregunto: ¿Quién es tu abuelo? -Me dice: “le decían chato Luis. -Le digo, el señor que viene conmigo es mi padre y es primo de tu abuelo. -Ella haciéndome reclamó me dice: “profe y usted siendo familia y siendo mayor, ¿por qué no me lo había dicho? -Le respondí: lo ignoraba, hasta ahora me entero, yo vengo al funeral de tu abuelo, el mismo funeral del primo de mi padre, es decir, mi primo de segundo grado. Eso la tranquilizó ante el dolor…
Por ello amigos lectores, quiero invitarlos a que todos y cada uno de nosotros aprovechemos este tiempo de confinamiento, para rescatar tantas cosas maravillosas que hay en la familia, por descubrir entre nosotros, que nos gusta, que no nos agrada, los colores preferidos… Recuerdo juegos antes de la informática, del computador, eran los juegos de cartas, parqués, escalera, dominó, ajedrez… Jugar al escondite, al ponchado, a los venados y cazadores.
¡Qué grato sería volver a compartir!
Compartir con nuestros vecinos, con nuestros amigos, con nuestra familia, compañeros… Por ahora estamos: #quedateencasa para salvaguardar con el favor de Dios nuestra salud y la de los nuestros, la de los tuyos. Esperemos que esta pandemia pase pronto y todo vuelva a la normalidad y que podamos salir y no contagiarnos. Pero de este confinamiento tenemos que aprender muchas cosas.
Les propongo, para iniciar, colaboremos con los quehaceres del hogar, en ellos podemos encontrar diferentes espacios en los cuales podemos mejorar nuestra relación familiar, la convivencia el diálogo y conocernos un poco más. ¿Qué tal si aprendemos a cocinar? ¿Qué tal si le decimos a nuestra madre que nos permita preparar un sándwich, unos huevos pericos, una homelet, qué tal una pizza?
También tenemos otros espacios en el hogar, en muchos hogares hay una lavadora, qué tal si aprendemos a lavar la ropa, seleccionándola por colores, separar prendas delicadas de la ropa pesada o de los jeans, al mismo tiempo organizando nuestro clóset, organizando nuestra ropa y limpiando el calzado.
¿Cómo podemos asumir roles en nuestro hogar en nuestra familia?
En nuestro núcleo familiar, qué tal si compartimos los quehaceres de la casa, qué tal si compartimos los roles de nuestros padres y nuestros hijos, para que de una otra manera nosotros podamos saber a ciencia cierta al ponernos los zapatos de nuestros padres, de nuestros hermanos o nuestros hijos, vamos a encontrar si realmente estamos tratando o nos están tratando como nosotros merecemos.
Nunca es tarde, que este tiempo sea de reflexionar vamos a realizar la distribución de roles y de labores cotidianas de un hogar, entre padres e hijos aprovechemos el tiempo, el pico y cédula, aprovechemos este tiempo para aprender a tomar ese liderazgo, asumiendo el rol de padres y de hijos, quién puede ir a mercar, quién puede ir a la farmacia o droguería, quién puede ir a la panadería, sólo aquel que tiene pico y cédula.
Es un momento válido para que nuestros hijos o nuestros padres realicen labores de cada uno de los integrantes de la familia, sabemos que las labores de los docentes por confinamiento son mediante las plataformas virtuales, que sea un momento para que nuestros padres que por cuestiones laborales, no conocen de plataformas o no conocen de los adelantos tecnológicos, para que ellos mismos se vayan vinculando.
¿Te imaginas si tu abuelita aprende a manejar el celular?
Tener oportunidad de retribuir aquellos tiempos de dedicación, con amor y cariño con el cual nos enseñaron. Enseñémosle a chatear por WhatsApp con toda la familia, no crees tú que le estás brindando un momento de esparcimiento de comunicación, de diversión, de entretenimiento a ese ser que lo ha dado todo por nosotros y que, gracias a ellos, es que nosotros existimos.
Qué bonito es que nuestros hijos nos enseñen o nos ayuden a ver si nosotros estamos incurriendo en conductas que las hemos memorizado y las hacemos como robot, a su vez nosotros como padres de familia podríamos ir inculcando los valores con los cuales nos formaron y esto lo podemos hacer desde los diferentes roles o labores del núcleo familiar, en un hogar el tiempo de confinamiento nos debe cambiar y debe ser para bien de la mano de Dios.
Tareas a desarrollar:
Qué tal si cada uno de los integrantes de la familia en una lista enumera las diferentes labores o oficios que se realizan en el hogar, qué tal si hacemos una lista de comidas pueden ser platos rápidos, de bebidas, de helados, tortas, homelet y entre todos vivir una experiencia maravillosa, que nos permita descubrir nuestras habilidades, qué tal si nosotros le ayudamos a papá o papá nos ayuda y nos enseña en los roles del hogar y nosotros en nuestros roles académicos, que tanto hemos aprendido vamos a conceptualizar contándole a nuestros padres, lo que hemos aprendido. Y así hacemos más fácil el aprendizaje de nuestras diferentes asignaturas, qué tal si sacamos un tiempo para enseñarle los nuevos juegos que nuestros padres nos enseñan los juegos de stop que se decía nombres color, ciudad, fruta, animal, etc.
Qué tal si no es nuestros hijos nos enseñan a cómo Ingresar a una plataforma o a una aplicación desde el computador, qué tal si le enseñamos a nuestros padres adultos mayores o a nuestros abuelos a manejar el WhatsApp, a buscar desde Google para qué sirve un medicamento, a buscar las noticias, a buscar la letra de alguna canción.
¿No creen ustedes que mi mundo cambia si yo cambio?
No crees tú, que tu mundo cambia si tú cambias. La respuesta es la que tú te debes hacer o debes decir después de leer esta columna.
*Mecánico de mantenimiento de plantas industriales y docente industrial.
Twitter: @SANTIESTEBAN_SJ
Facebook: Sergio Santiesteban
Correo: santiesteban7212@gmail.com