Un pasado colonialista del que miles esperan distanciarse. «Abolir la Monarquía» es la exigencia de miles de personas que protestan en Australia, en plena conmemoración del Día de Luto Nacional decretado para rendir tributo a la reina Isabel II, fallecida el pasado 8 de septiembre.
Las manifestaciones se extienden por algunas de las ciudades más importantes del país como Sídney, Melbourne y Canberra.
Los ciudadanos señalan que es momento de romper cualquier vínculo con la Corona británica. Denuncian la persecución a los pueblos indígenas desde que los originarios de Reino Unido desembarcaron en el territorio australiano hace más de dos siglos.
«La monarquía debe ser abolida, debería haber sido así hace muchos años (…) La gente de las Primeras Naciones dentro de Australia todavía está luchando por sus tierras tradicionales. Exigimos que devuelvan esas tierras a los dueños”, afirmó Paul Silva, un activista indígena que participó en una movilización, en Sídney.
En la capital australiana, cientos se congregaron cerca de una estatua de la reina Victoria, en el centro de la ciudad, antes de marchar por las calles.
“Creo que la monarquía debe ser consciente de que hay asuntos pendientes aquí en Australia (…) La monarca no es motivo de luto, es algo para que nuestra gente se regocije», señaló por su parte Gwenda Stanley, una manifestante del pueblo aborigen gomeroi, que también pidió la devolución de tierras de los nativos y el reconocimiento de “crímenes de guerra”.
La promesa pendiente de un referendo
El primer ministro de Australia, Anthony Albanese, quien llegó al cargo el pasado mayo, prometió convocar al país a un referendo para reformar la Constitución y dar cabida a la voz de los indígenas en el Legislativo del país.
La actual Carta Magna, que data de 1901, no menciona ni reconoce a los indígenas ni a los isleños del Estrecho de Torres como los primeros habitantes de la nación, lo que suscita continuos reclamos de estas minorías marginadas y discriminadas históricamente.
No obstante, el líder del Gobierno señaló recientemente que es “inapropiado” el impulso de una república australiana durante el período de duelo por la soberana, sepultada el pasado 19 de septiembre, tras 11 días de ceremonias fúnebres.
Albanese ha indicado que organizaría la consulta antes de terminar su mandato en 2025.
Desde mayo de 2017, representantes de las comunidades indígenas e isleños firmaron la llamada Declaración de Uluru’, con la que solicitan la creación de un organismo propio de representación política y un tratado con el Gobierno que les otorgue competencias sobre los asuntos que afectan a esos colectivos.
Pueblos marcados por la desigualdad
Las comunidades indígenas llegaron al territorio australiano hace más de 60.000 años y desde la colonización británica en el siglo XVIII han sufrido constantes maltratos.
Estas comunidades, que representan el 3,2% de la población total del país, viven sumidas en la pobreza y generalmente en zonas remotas.
Las desigualdades a las que se enfrentan siguen estando marcadas. Tienen una esperanza de vida más corta que la de otros australianos y una tasa más alta de muertes en prisión, que ha sido reprochada por organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch.
Precisamente, los decesos de esas personas bajo custodia de las autoridades han sido motivo de multitudinarias protestas, pero el problema sigue sin resolverse.
Los nuevos reclamos han estallado tras el deceso de la máxima representante de la corona británica, símbolo para muchos de la opresión de larga data.
El gobernador general de Australia, David Hurley, que representa a la monarquía en el país, afirmó que reconocía las preocupaciones de los primeros habitantes del continente insular.
«Considerando el papel unificador que desempeñó su majestad, reconozco que su fallecimiento ha provocado diferentes reacciones en algunos en nuestra comunidad (…) Soy consciente y respeto que la respuesta de muchos australianos de las Primeras Naciones está moldeada por nuestra historia colonial y un viaje de reconciliación más amplio. Ese es un viaje que nosotros, como nación, debemos completar», indicó Hurley, en un servicio conmemorativo nacional para la reina en Canberra, la capital.
La persecución de los pueblos indígenas se ha entretejido en la historia de Australia, desde la aniquilación a parte de la población luego de la colonización, hasta posteriores políticas como la expulsión forzosa de niños.
La llegada de los colonos británicos en 1788 marcó el comienzo de la discriminación y opresión de los indígenas, problemáticas que no terminan aún más de dos siglos después.