Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ En la vida debemos tener propósitos claros y trabajar cada día en ellos, no importa si al final no logramos todos nuestros sueños, lo importante es que nuestra existencia se rija acorde con nuestros valores y deseos y a su vez disfrutemos del camino en la búsqueda de esos propósitos, metas o sueños.
Si sentimos que actuamos y reaccionamos en piloto automático, o tenemos la sensación de que los días se nos escapan uno a uno, sin que pase nada de lo que verdaderamente deseamos, es el momento de un cambio de sincronizar nuestros auténticos deseos y valores.
Recordemos que no somos “toderos” por usar una expresión coloquial, estamos acá para realizar algo concreto, sin embargo, muchos de nosotros acabamos perdidos en el laberinto de la vida, porque hacemos: “lo que podemos”, “lo que nos mandan” y lo que se espera de nosotros y esto ocurre continuamente, pocas veces nos focalizamos en aquello que queremos de verdad.
Una vida plena es aquella en la que tenemos claro lo que queremos; por ello debemos orientar nuestros pensamientos, conductas y emociones hacia esa meta, el hacerlo nos proporcionará una grata sensación de control, la cual nos hará sentir que somos dueños de nuestros actos y esto a su vez nos deja menos espacio para el estrés, la ansiedad y el desánimo.
Vale la pena detenernos y pensar qué cosas son importantes para nosotros, una vez las clarifiquemos, es el momento de trabajar en ello, eso es poco más que la llave a la satisfacción, al bienestar, es que tener un propósito en la vida es una de las necesidades humanas más básicas y necesarias; pregunto ¿lo tienes?
Debemos ser claros y sinceros con nosotros mismos: preguntémonos: ¿estamos llevando la vida qué deseamos? ¿Cómo nos gustaría vernos dentro de 2, 3 o más años? ¿Creemos que lo que estamos haciendo ahora nos permitirá convertirnos en quién deseamos ser? Pensemos en ello.
Debemos clarificar cuáles son nuestros propósitos. ¿Se ajustan a nuestros valores? ¿Son realmente nuestros? o están condicionados por lo que los demás esperan de nosotros? para que podamos ser felices y sentirnos bien con nosotros mismos, debemos tomar decisiones; si no lo hacemos, serán otros los que decidan por nosotros, por ello debemos tomar el control, actuemos, decidamos, dirijamos, y hagámoslo ya, y sobre todo comprometámonos a diario con aquello que nos dé significado y propósito.
Por eso es importante diseñar un plan de ruta, toda decisión debe ajustarse a una estrategia, a una serie de pasos meditados, los cuales nos llevarán hacía esos objetivos que nos hemos propuesto, es probable que no todo el mundo entienda lo que queremos o a lo que aspiramos, pero en realidad carece de importancia lo que otros opinen.
Acá lo importante es responsabilizarnos de nosotros mismos y comprometernos en nuestro bienestar, es importante tener en cuenta otro aspecto, que no todo debe orientarnos hacia el mañana para conquistar sueños; se trata también de disfrutar, el hoy, disfrutando el camino, apreciando y valorando el momento presente.
Hay cientos, por no decir que miles de razones por las que nos levantamos cada día: por nuestros hijos, por ese trabajo que nos da de comer, por esa familia que nos ilumina y nos enriquece cada mañana, por nuestra pareja, por esos sueños que aún nos faltan cumplir, por mis amigos, y sobre todo por uno mismo.
Son muchos los motivos que nos arraigan a este complejo mundo que da vueltas y vueltas y que, en ocasiones, sin saber cómo, nos hace perder el rumbo hasta desorientarnos; es ahí donde debemos recordar que lo que nos sostiene a la tierra somos nosotros, con nuestras decisiones, nosotros con la fuerza de los pensamientos y con la determinación con que actuamos.
El destino puede ser caprichoso, claro que sí, es más lo es, pero somos nosotros quienes elegimos abrir determinadas puertas, por eso debemos avanzar sin pesos ajenos, sin esas piedras que vamos encontrando en nuestros caminos y que, de no dejar atrás, entorpecerían nuestro andar haciéndolo cada vez más pesado, y frenando nuestro crecimiento.
Lo que nos enriquece, es lo que nos nutre por dentro y a su vez se exterioriza por fuera, de nada sirve que nos vistamos cada mañana con una falsa sonrisa; si nuestro interior está habitado por las tristezas y la frustración, si nuestras raíces se hunden en tierras movedizas, si estamos así será imposible mantener un adecuado equilibrio interno, nadie puede crecer si en su interior crece la inseguridad, la incertidumbre y se carece de sueños y esperanzas.
Ahora bien, no debemos centrar toda la responsabilidad en los demás, el resto del mundo no tiene la obligación de hacernos feliz a cambio de nada o porque si, cada uno de nosotros somos los auténticos artífices de nuestra realidad.
Todos tenemos sueños y anhelos, pero en ocasiones, por las razones que sean nos decimos a nosotros mismos que “ya se nos ha pasado el tren”, o que “ese tipo de cosas está fuera de nuestras posibilidades”. O más aún, “que las cosas llegarán cuando tengan que llegar”, son frases que uno escucha a diario; ¡que inseguridad¡, nunca, jamás, debemos dejar nuestra vida en manos de un destino impreciso, lo que cuenta es el aquí y el ahora, duele ver como nuestro peor enemigo está dentro de nosotros a través de los pensamientos limitantes.
No importa lo que nos ocurrió en el pasado: simplemente es pasado, y aprendimos, pero ya no existe, ni somos fracasos de antaño, la vida necesita una dosis de coraje y una pincelada de atrevimiento y además cubierta de confianza, cambiemos nuestros pensamientos y así cambiaremos nuestra realidad.
En ocasiones, muchas de estas virtudes y valores se ven anulados por la influencia de determinadas personas, las cuales son, por así decirlo, hábiles segadores del crecimiento personal de los demás.
No se trata pues de romper con ese vínculo de raíz, es más posiblemente incluso sea un familiar muy cercano, un compañero de trabajo, quien siempre ponga muros a tus sueños… En un principio, no se trata de alejarnos de ellos, sino de quitarles poder y autoridad.
Desactiva su influencia, ellos no son tú, ellos no calzan tus zapatos, tú eres quien debe sostenerse a la vida con las máximas energías, fuerza emocional y autoestima, cualquier viento que te llegue cargado de negatividad, de desconfianza o amargura… déjalo ir, que pase sobre ti sin rozarte siquiera.
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*Profesional en Mercadeo
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