Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serano/ Ser tóxico es una tendencia o bueno hicimos de ser tóxico una moda, hasta una manera de vivir.
Es extraño, porque contrario a lo que debería pasar estar enfermo no debería ser una moda y con esto no me refiero solo al hecho de que hayamos normalizado esta expresión para referirnos a los celos, a las expresiones coloquiales en las que ponemos un límite, porque el otro hizo un reclamo de demás o incluso a sentirse orgulloso u orgullosa de ser “tóxico o tóxica”, crece con más fuerza cada día el uso de estas expresiones.
Hace algunos años atrás, no tantos, todos éramos bipolares y es como por espacios que nos vamos apegando a una expresión para dar respuesta a comportamientos que no se pueden explicar, bajo una concepción normal de la vida.
Pero lo normal entonces tiene una vara muy alta, estamos entonces acostumbrados a que en los colegios siempre haya un opresor que evidencie las debilidades y discapacidades de otras personas, es normal también que en los grupos de amigos haya una persona que resista todas las burlas y encontramos que esto se da generalmente, por una aprobación inconsciente que se pide a la sociedad, reflejado quizás, como en otras ocasiones lo he expuesto, alguna herida, frustración o proceso emocional por mejorar.
En ese sentido, lo que hemos normalizado se aprueba primero en casa, en la televisión o a quien corresponda la crianza.
Pero al ser creciente esta tendencia tenemos como resultado un alcance ciego de la realidad, en donde solo algunos se benefician de ella y como escuchamos “solo los fuertes sobreviven” como es que a través de estas expresiones nosotros inconscientemente hemos aceptado el agredir al otro, solo porque no puedo explicar con palabras lo que siento o porque nos sentimos frustrados para responder a una agresión.
Básicamente podemos decir, que como la agresión se tornó la única manera establece de hacerse sentir o respetar, entonces estamos incluso aceptando los abusos sexuales, los robos en los semáforos, las faltas de respeto en las filas de los bancos.
¿Nos hacemos participes de una sociedad agresiva o somos nosotros los agresivos?
Es así como, incluso nuestra historia ha mostrado que para generar cambios se necesitan acciones violentas, en visión de una libertad que nos ha hecho esclavos de otros, pero de nosotros mismos, antes que nada.
Si bien es cierto, somos responsables a profundidad de lo que hacemos, pareciera que justo ahí, en el hacer todo sea ambivalente, porque hacemos mucho, pero pareciera que fuéramos poco, es decir, estamos dispuesto a acabarnos a golpes con el otro para hacer respetar nuestra palabra, pero no estamos dispuestos a tomar un curso de crecimiento personal porque eso es para otros; hasta decimos cosas como “Yo no le hago mal a nadie” por eso soy bueno y hemos reducido el ser bueno o malo como cosa comportamental, pero no de esencia, en donde tus pensamientos sean quienes definan lo que eres, porque si fuéramos allí al pensamiento, a lo que no se ve y a lo que no decimos, creo que tendríamos muchos problemas, es algo triste que estemos normalizando la violencia como estilo de comunicación, pero cuando hablamos de ser saludables, entonces eso no es para mí, yo me siento bien así, es la otra persona la que tiene que cambiar; si esto fuera solo por el otro, no tendríamos estos espacios para generar espacios de conciencia y realidad, esa realidad que todos construimos.
Que este sea el espacio para agradecer a Corrillos por permitirnos escribir y compartir con todos ustedes nuestro pensamiento, como oportunidad de cambio.
¡Feliz 10 Aniversario Corrillos!
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*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Maestrante en Psicología comunitaria (UNAD).
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