Con el pasar de los años, estos sectores (políticos y sociales) han demostrado que, para lograr su cometido, la herramienta principal es el uso de la desinformación, evadir a cualquier tipo de debate profundo, análisis lógico o racional que ponga en duda esta idea, y anular (casi siempre, sin argumentos) a quienes quieran debatirles.
Por: Diego Ruiz Thorrens/ Hace pocos días un apreciado amigo me hizo la siguiente pregunta: “¿Qué opinas de esta época electoral?”. La respuesta (quizá) esperada, estaba orientada a la labor social que realizo con poblaciones vulnerables (especialmente con niños, niñas, adolescente, población LGBTIQ, mujeres víctimas de violencia de género, población migrante y retornada, por mencionar algunas) y… no fue inmediata. Luego, después de pensarlo dos veces le dije: “Mano, ¿quiere saber mi respuesta?”. Él levantó un hombro. Luego, mirándome fijamente, respondió: “Sí. Quiero que hablemos de la instrumentalización de menores en los discursos políticos. Quiero la opinión al respecto”. Lo único que pude responder fue: “se avecinan tiempos oscuros, especialmente, para niños LGBTIQ. “¿A qué te refieres?”, preguntó mi amigo.
Empecemos: de cuando en cuando emergen los discursos de odio acompañados de “denuncias” sobre presuntos riesgos para la sociedad (de nuevo, principalmente, en época electoral). Algunos de estos, que presuntamente “persiguen” a niños, niñas y adolescentes en espacios educativos por culpa de una “ideología de género”. Estos peligros son denunciados por grupos que se autodefinen como “defensores de la verdad”, “defensores de la familia” y se perciben como sectores “providas” (contrarios a los derechos sexuales de las mujeres, contra el aborto, los métodos de planificación, etc.). En tiempo electoral, estos grupos se han fortalecido gracias a lo que ellos denominan “los peligros de la ideología de género”, una pseudo – idea que, según su definición, busca la “homosexualización” de los menores por medio de cartillas, piezas y mensajes educativos, siendo la agenda “oculta” de los movimientos LGBTIQ para acabar con la familia y la sociedad.
¿Algo de esto es cierto? Obviamente no, no lo es. ¿Pero… por qué la gente los escucha?
Con el pasar de los años, estos sectores (políticos y sociales) han demostrado que, para lograr su cometido, la herramienta principal es el uso de la desinformación, evadir a cualquier tipo de debate profundo, análisis lógico o racional que ponga en duda esta idea, y anular (casi siempre, sin argumentos) a quienes quieran debatirles. Estos grupos brillan por su especial ausencia cuando el debate gira alrededor de verdaderos problemas sociales que enfrentan miles de menores en Santander, algunos como son la violencia sexual, la violencia intrafamiliar y una violencia tan aterradora, interminable, siniestra y cercana: el bullying en espacios educativos.
¿Alguna vez han marchado contra el bullying, los asesinatos cometidos contra menores en Santander, las menores que han sido sexualmente agredidas o contra la violencia intrafamiliar que sufren cientos de menores en sus propios hogares? La respuesta es simple: no. Nunca. Aquí algunos momentos:
Bullying en Santander
El pasado 20 de abril, medios de comunicación nacional mencionaron que una “Niña de 13 años, (fue) víctima de ‘bullying’, (y) acabó con su vida en Bucaramanga”. El año anterior, “cinco casos graves de bullying (fueron) registrados en Bucaramanga. Dos de los niños debieron ser intervenidos quirúrgicamente”. El 6 de noviembre de 2018, el periodista Juan Jacobo Lozano Carvajalino publicó en Facebook un reportaje sumamente doloroso, titulado: “Estos son los efectos del Bullying: Un joven de 18 años perdió la movilidad en sus piernas por una brutal golpiza que le dieron sus compañeros de clase en un colegio de Bucaramanga hace 8 años”.
Y el 4 de agosto de 2016, en pleno boom de la “lucha” política contra la naciente “ideología de género”, agenda impulsada por estos sectores políticos de derecha, medios de comunicación local denunciaron que los “mensajes de discriminación y odio, generan víctimas como estudiante muerte en Bucaramanga: MEN (Ministerio de Educación Nacional). ¿A qué se referían los medios? A que un “Menor habría matado a otro porque se la tenía ‘montada’ en el colegio. Policía cree que el agresor actuó en defensa propia cansado del ‘matoneo’. El lamentable caso ocurrió este lunes (01 de agosto) en Bucaramanga (Santander)”. La lista de casos es interminable.
En ninguno, ninguno de estos terribles sucesos, existió un pronunciamiento de estos sectores. Menos, una marcha.
A lo largo de los años, el análisis del impacto político que tienen estrategias políticas non sanctas para captar votantes, ha afirmado que políticamente “desinformar requiere de un menor esfuerzo y se obtienen mayores impactos, y una mayor visibilidad”. Desinformar mueve emociones, las emociones mueven votos, los votos mueven poder y el poder mueve dinero. Estos sectores, para mantener a sus “adeptos” (no a los votantes) implica contar con toda una maquinaria política orientada a atacar aquello que represente libertad en derechos, libertades individuales o derechos sexuales y reproductivos. Es decir, la libertad de ser y decidir, reduciendo a los menores a meros instrumentos incapaces de pensar o valerse por sí mismos, seres a quienes se les transfiere el odio, la paranoia y el miedo hacia todo lo que no comprenden, aquello que rompe con lo “normal”, lo “correcto”.
El reencauche de la ideología de género
Hace poco (estamos a mediados de agosto) recibí por parte de una reconocida activista de la población LGBTIQ de Floridablanca, un vídeo que manifiesta “denunciar” los peligros que enfrentan niños, niñas y adolescentes de Bucaramanga. El vídeo, que emerge con una sincronía absoluta en la actual contienda electoral, retoma elementos de supuestos peligros que se “avecinan y van a perseguir” a los menores de Bucaramanga (igual que dijeron hace varios años), elevando al nivel de “peligrosos” algunos textos (libros) que hablan, de manera fácil y didáctica, sobre diversidad sexual, cómo salir del closet, entre otros temas.
No obstante, el vídeo en ningún momento menciona (ni cuestiona) otros peligros que, según cifras de medicina legal, afectan realmente a los menores. El vídeo (o propaganda), finaliza diciendo “no todo lo que brilla es oro”. Irónicamente, una mejor lectura nos permite comprender que, para estos sectores: (1) es más fácil promover el malestar y el inconformismo creando escenarios de desigualdad social, que la apertura hacia un dialogo abierto, honesto y transparente; y (2) para los sectores que se autodenominan como “protectores de la familia”, la validación del desprecio hacia la diversidad sexual seguirá siendo rentable, a múltiples niveles (sociales, políticos, económicos y electorales).
Por ello, la invitación es a que recordemos que, en 2016, las peores predicciones sobre la “homosexualización de menores” nunca ocurrieron. Ningún texto pudo, puede o podrá homosexualizar a los menores y tratar a los niños, niñas y adolescentes como personas mentalmente incapaces termina impulsando otras violencias, algunas de ellas que no hemos podido superar, como la violencia por bullying.
¿Quieren ustedes hablar de los peligros que corren los niños, niñas y adolescentes en Santander? Listo, hablemos. Pero con argumentos, con la verdad y ante todo, respetando la diversidad, la diferencia.
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*Estudiante de Maestría en Derechos Humanos y Gestión de la Transición del Posconflicto de la Escuela Superior de Administración Pública – ESAP Seccional Santander.
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