Por: Diego Ruiz Thorrens/ Digámoslo sin ambages: el discurso pronunciado por el presidente Petro en la versión 77 de la Asamblea General de la Naciones Unidas fue contundente, emocionante, a tono con el momento coyuntural que vive la humanidad. Aquí, no me detendré en discutir los principales aspectos de su discurso (como fueron medio ambiente, paz y política internacional) fueron sumamente relevantes. Me detendré en un tema en particular, repetido como un loop (casi como un mantra) incluido en el discurso: la llamada “guerra contra las drogas” (o el fracaso antidrogas), escenario que tiene un coste en vidas mucho más alto del que podemos imaginar y que, finalmente, se convirtió en una mísera excusa de las potencias mundiales para envenenar, matar y acabar el único hogar que tenemos, que aún nos queda: el planeta tierra.
El discurso pronunciado por Petro fue articulado, categórico. En casi 20 minutos, el presidente colombiano aprovechó la oportunidad para expresarle a los países del mundo que la guerra contra las drogas ha sido un fracaso rotundo, y con ello, estamos arrastrando a la humanidad a un punto de no retorno: “Destruid la planta que mata gritan desde el norte, pero la planta no es sino una planta más de los millones que perecen cuando desatan el fuego sobre la selva”. “Yo les demando desde aquí, desde mi Latinoamérica herida, acabar con la irracional guerra contra las drogas. (…) No toquen con sus venenos la belleza de mi patria, ayúdenos sin hipocresías a salvar la Selva Amazónica para salvar la vida de la humanidad en el planeta”, aseveró el presidente.
Aclaración para usted, amigo lector: si es de aquellos que ponen en duda el impacto (detrimento) que, históricamente, ha tenido la guerra contra las drogas en nuestro ecosistema, lo invito a poner su mirada en el pasado y observe cuáles han sido los resultados nefastos de esta horrorosa guerra en nuestro país. Aquí hay muchísimos perdedores, y unos cuantos, poquísimos, que han encontrado, en esta absurda guerra, una oportunidad de oro.
“La selva se quema, señores, mientras ustedes hacen la guerra y juegan con ella. Para ustedes mi país no les interesa sino para arrojarle venenos a sus selvas, llevarse a sus hombres a la cárcel y arrojar a sus mujeres a la exclusión”. El discurso pronunciado por Petro en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas deja un importante precedente en la historia reciente de nuestro país. Y lo más importante, es que brinda señales de la dirección que asumirá el actual gobierno, tomando verdadera distancia de la pasividad y la connivencia a la que estuvo sometida Colombia durante el gobierno Duque.
Quizá, debido a esta distancia, el discurso de Petro generó todo tipo de ampollas en los sectores políticos tradicionales (tanto por su historia como por su beligerancia), actualmente de oposición, partidos que se han nutrido de una guerra que no les golpea y que tampoco sufren, pero que ha dejado el triste saldo de más de 8.000.000 de colombianos víctimas de la guerra y miles de centenares de fallecidos y desaparecidos. En el departamento de Santander también se sintió con dureza ese malestar, irónicamente, en un momento donde continúan ascendiendo las amenazas contra líderes sociales que denuncian las redes y movidas del microtráfico en la capital.
La actual oposición (que estuvo en el poder durante más de 30 años) ha buscado deformar, contradecir, minimizar y/o menospreciar lo expresado por Petro en la sección de las Naciones Unidas. Aquí no me pondré a repetir la sarta de falsedades y ficciones que han sido promovidas por estos sectores. Mucho menos, repetiré las llamadas “aseveraciones” que, según ellos, fueron expuestas por Petro (y que él nunca dijo). No lo hago por una simple razón: para creer en mentiras hay que ofender la inteligencia de aquellos que las escuchan. No obstante, el hecho que existan sectores sociales que se embeban de dichas aseveraciones, demuestra que aún existen heridas que no se cierran, que persiste nuestro desconocimiento (¿o quizá, nuestra negación?) de la historia del país, nuestro país, la guerra contra las drogas y las más de 6 décadas del profundo conflicto armado colombiano.
Las declaraciones realizadas por Petro en la sesión de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas deberían calar con firmeza en nuestra región, puesto que plantea la búsqueda de nuevos enfoques para combatir las drogas, priorizando soluciones a problemáticas mundiales que requieren de urgente tratamiento, como son el aumento en la hambruna mundial y la escasez de alimentos, la antesala de una guerra nuclear entre Estados Unidos y Rusia o el avance de sectores políticos autodefinidos como “pro – democracia” pero que, finalmente, le apuestan al detrimento de la humanidad a costa del beneficio de unos cuantos que concentran el poder.
Por esta razón (y muchas más), no deberíamos dejar caer en saco roto el discurso de Petro. Lo que está en juego no es poco. No incendiemos nuestro hogar apostando por mantener una guerra que, en primera instancia, nunca debió existir. Pensemos más bien en lo que propone Petro, y en esta potente frase: “Yo les demando desde aquí, desde mi Latinoamérica herida, acabar con la irracional guerra contra las drogas. (…) No toquen con sus venenos la belleza de mi patria, ayúdenos sin hipocresías a salvar la Selva Amazónica para salvar la vida de la humanidad en el planeta”.
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*Estudiante de Maestría en Derechos Humanos y gestión de la transición del posconflicto de la escuela superior de administración pública- ESAP Santander
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