Por: Carmen Elisa Balaguera Reyes/ La llegada de la emergencia sanitaria, social y económica generada por el coronavirus ha traído miles de situaciones adversas para la mayoría de personas, pero también hay quienes se han ingeniado para que esta pandemia no genere aspectos negativos en sus vidas.
Soy de las personas que trato de pensar en positivo, ver el vaso medio lleno y no vacío, ahora tenemos tiempo para compartir más en familia, así no la tengamos con nosotros, son nuestros seres queridos los motivos de nuestro devenir en el día a día, tiempo para pensar y para compartir de verdad con los nuestros, con nuestra familia y nuestros seres más queridos. Un tiempo que ha llevado a revisar el orden de las prelaciones que estábamos aplicando en nuestras vidas y ordenar el orden de prioridades.
Es posible ver como formas de solidaridad han aparecido en medio de la presente crisis y la conciencia social ha despertado para hacer frente a problemáticas sociales y económicas. Cientos de familias, empresas, líderes han aplicado haz el bien y no mires a quien. En todo caso lo que vemos caracteriza a las crisis de este tipo, las cuales activan a todo el potencial de cooperación entre ciudadanos y que ya se había preguntado el dramaturgo español Benito Pérez Galdós “¿No es triste considerar que sólo la desgracia hace a los hombres hermanos?”.
Me gustaría relatar una experiencia que hace poco tuve la oportunidad de presenciar y que demuestra todo lo positivo que se puede rescatar de estos tiempos tan difíciles.
Hace unos días saliendo a la calle muy de madrugada encontré a un vendedor de tintos y quien al regresarme una hora más tarde noté que algunos vecinos saludaban con mucha cordialidad. No me percate sino hasta un poco después, que se trataba de un vecino que hacía pocos meses vendía sus productos en un pequeño local y donde se tomaban a la media mañana, empanadas, pasteles, café con leche, chocolate. Vaya sorpresa la que me lleve cuando me di cuenta que era mi vecino, al que hace mucho tiempo deje de ver.
La solidaridad del vecindario se había hecho presente, ya no se consumían los alimentos dentro de la tienda, sino fuera de ella. El vecino dispuso un carro de metal de esos que encontramos en los supermercados, con todos los productos que tradicionalmente tenía en su negocio distribuidos de una manera muy especial llamando así la atención del cliente.
Preguntarle qué había pasado me pareció inapropiado, pero entre murmullo y murmullo, comentario tras comentario, escuche que unos decían que era bueno que este señor no se hubiese quedado esperando ayudas del gobierno, él mismo se creó su propio emprendimiento y se está ahorrando lo del arriendo que le costaba el local.
El que no se juzgará negativamente esta nueva forma de atención y él que se siguiera apoyando, me pareció sumamente valioso. La adaptación de un emprendimiento y la adaptación de ese público creo que permite pensar en lo que podemos llevar a aprender de estos tiempos difíciles.
Una compañera de trabajo siempre decía en época de crisis nos ponemos a llorar o vendemos pañuelos, pero la adaptabilidad permite responder a preguntas como: ¿Por qué unos negocios han prosperado tanto? y que pensamiento debe guiarnos en los años que vienen.
Desde mi punto de vista, se debe pensar y replantear las cosas en positivo y continuar desde la acción construyendo mientras se exige una adecuada atención por parte del gobierno. Y a esta hora no existe argumento válido para que Colombia sea el único país que piense en poner a andar una Reforma Tributaria.
Se necesitan más cerebros conectados con la realidad, y a nosotros nos corresponde pensar más en seguir adelante cuidándonos y pidiéndole a Dios que nos de sabiduría, nos guarde y que su infinita misericordia este siempre con nosotros.
*Socióloga.
Correo: celisabreyes2008@hotmail.com
Twitter: @celisabalaguera
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).