Por: Diego Ruiz Thorrens/ Finalizamos el mes de junio con una nueva versión del Orgullo LGBTIQ+ (o Pride), conmemoración que en muchas regiones del país continuará durante el próximo mes. Este año, a diferencia de años anteriores, la población LGBTIQ+ (lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, intersexuales y queers) tienen suficientes motivos para celebrar y salir a marchar, pues se conmemoran 40 años de la primera marcha realizada en Colombia en la ciudad de Bogotá (1982) y también nuestro país, poco a poco, comienza a construir y conocer la historia del movimiento LGBTIQ+ visto desde las regiones, edificada gracias a la lucha, los actos de resistencia y las muchas voces de resiliencia de cientos de hombres y mujeres trans y cisgénero que continuamente buscaron abrazar la igual, la equidad y los derechos que aún siguen sin sentirse en muchas regiones de nuestro país.
Esta nueva versión de Conmemoración del Orgullo o Pride LGBTIQ+ será de nuevo un espacio para exigir la urgente y necesaria transformación social que permita reducir la violencia cometida contra estas poblaciones, especialmente, contra un sector específico, el sector de Mujeres Trans, Mujeres que sufren las más aberrantes y mayores embestidas de violencia debido a la identidad de género, todas proferidas por una sociedad machista, patriarcal, heteronormativa y excluyente.
Este año hemos visto un inusual y preocupante aumento de crímenes contra hombres gais, muchos de ellos, asesinados con un angustioso nivel de sevicia. Aunque estos crímenes, muchos de ellos ocurridos en el departamento de Antioquia, han logrado un nivel de visibilidad, denuncia y exigencia institucional en aceleración de las investigaciones (localización y enjuiciamiento de los responsables), son las Mujeres Trans quienes continuamente enfrentan mayores niveles de violencia. Cada asesinato cuenta con múltiples niveles de violencia y una más amplia impunidad, resultando ignoradas por sectores de nuestra sociedad que deberían brindarles y garantizarles la protección.
En Bucaramanga, a pesar que cada día más personas se sienten seguras de ‘salir del armario’ (especialmente, hombres gais), la violencia, el terror y los crímenes contra mujeres trans y hombres gais continúan siendo recurrentes. El crimen cometido el pasado mes de marzo contra Andrea Rozo, lideresa social de la población trans conocida como La Leona, desnudó una realidad múltiples veces denunciada por esta población y por distintas organizaciones LGBTIQ+ defensoras de los derechos humanos: en la última década, más de 12 mujeres trans han sido asesinadas en nuestro departamento (más de la mitad, ocurridos en la ciudad de Bucaramanga). Sólo hasta ahora un único crimen fue reconocido como delito cometido contra una mujer trans: el feminicidio de la Leona.
En Santander, en la medida que avanzamos en el reconocimiento en derechos y espacios donde pueden participar los sectores LGBTIQ+, encontramos nuevas situaciones que ponen en riesgo la calidad de vida de estas poblaciones, escenarios con un impacto profundamente negativo, principalmente, en las generaciones de niños, niñas y adolescentes y, en generaciones que, para un país como el nuestro, pasan a ser relegadas, como son las personas adultas mayores.
Temas como la salud mental, la salud sexual y reproductiva, la posibilidad de man/tener una calidad de vida digna, continúan siendo vistas de manera somera, superficial. Y a partir de ahí, las brechas se disparan. Estos son temas que deben ser incluidos en las nuevas políticas públicas y a interior de la discusión social. De la misma manera, debemos insistir en la garantía de la protección de todas y cada una de las personas que aún son perseguidas por nuevos enemigos de los derechos de las minorías, en razón de las orientaciones sexuales no heteronormativas, las identidades de género diversas y las expresiones de género que traspasan la cultura machista.
Las deudas pendientes con poblaciones LGBTIQ+ en Santander deben ser resarcidas. Y ojalá, llegado el momento, sean las nuevas generaciones quienes, desde su intensidad, vibración y efervescente rebeldía, continúen con las luchas precedidas por aquellos quienes a mediano plazo ya no estaremos presentes.
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*Estudiante de Maestría en Derechos Humanos y Gestión de la Transición del posconflicto de la Escuela Superior de Administración Pública – ESAP Seccional Santander.
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