Por: Orlando Beltrán Quesada/ La especie denominada comúnmente gallinero (Pithecellobium dulce) es la que más abunda allí y sus ejemplares fueron sembrados en los comienzos de los 60, dotándolo también de una gran fuente de agua en el sitio donde hoy se encuentra La Gorda de Botero, escultura esta que tanta polémica generó cuando fue adquirida por el entonces alcalde Fernando Vargas a finales de 2010, pero que finalmente se consolidó como punto de mira y encuentro obligado para bumangueses y visitantes. Fue descrita por el Maestro Fernando Botero como “una mujer desnuda de pie con una fruta en la mano que representa mis ideas de las virtudes que debe tener el arte, y define mi estilo”.
La escultura constituye un valioso patrimonio cultural de nuestra ciudad, pero no menos valiosos, ambiental y socialmente, son sus árboles gallineros, ceibas y otras especies que allí recrean el espíritu, dan sombrío y frescura al ambiente, a la vez que son eficientes captadores de carbono y productores de oxígeno.
Días antes de la poda mencionada, hubo una reunión de funcionarios de alto nivel de la alcaldía, junto con miembros directivos de la Junta de Acción Comunal de Cabecera del Llano, donde se tocó el tema de “Cuadra Picha”, por la creciente preocupación que se vive ante la ineficiencia e irresponsabilidad de los anteriores gobiernos de Cárdenas y Hernández por entrar a resolver a fondo las problemáticas que genera ese gran lunar negro de la ciudad, sobre todo por el permanente ruido de locura que experimentan sus residentes tradicionales, y la inseguridad que se adueñó del sector, donde hasta peleas a cuchillo se están volviendo cosa común…
Pues bien, en esa reunión, la alcaldía invitó formalmente a la comunidad (a través de la JAC) para que se hiciera partícipe de una jornada de aseo a realizarse el pasado viernes 2, así como a otra de siembra de arbustos nativos el sábado 3.
En ningún momento se habló en dicha reunión de una poda de árboles, por lo cual la sorpresa de los que hicimos presencia en el parque el día sábado fue mayúscula. La EMAB, estaba allí con todo un batallón de personal, algunos subidos en varios árboles cortando con motosierra algunas ramas. Hicimos un cuestionamiento al ver como cortaban en su totalidad una bastante larga. La respuesta de una Ingeniera forestal fue (está grabada): “-porque puede caer sobre los niños en la zona de juegos”. Preguntada entonces sobre por qué no se había cortado solo la mitad (a simple vista resultaba demasiado obvio que no era necesario que fuera toda), respondió olímpicamente: “-porque no había escalera”…
Esta falta manifiesta de planeación sobre elementos de trabajo tan simples se vio agravada cuando escuchamos como los operarios que estaban en otra rama bastante gruesa que ya estaba a punto de caer al suelo, gritaban algo sobre unos pájaros… Nos acercamos y el operario que se encontraba arriba dijo que había unos polluelos en un hueco del árbol, les dijimos que los bajaran.
Eran dos pichoncitos, posiblemente de la especie lorito carasucia (Eupsittula pertinax) empezando a emplumar, temblando de frío (¿y de miedo?). Uno de ellos sangraba por una de sus alitas. Nuestra activista de ADAN, también miembro de la JAC, Marcela Gaviria Meza, corrió con ellos adonde un veterinario especializado en avifauna y de nuestra confianza, quien les dio calor y los estabilizó. Al escribir esta columna ya se encuentran en manos de los veterinarios de la CDMB, y es de esperar su protección, crecimiento adecuado y liberación.
Muchos lectores dirán o pensarán ante lo aquí denunciado: – Pero si solo son dos pájaros…
Pues no son simplemente dos pájaros. Se trata de dos bebés alados, vulnerables, que cayeron en desgracia, igual que sus padres, que, al llegar a buscarlos para alimentarlos, calentarlos y dormir con ellos, no encontraron el sitio donde ellos deberían estar, ni a ellos, sus hijitos amados. Y para muchos animalistas, sensibles de corazón, empáticos con el sufrimiento de tantas criaturas que no pueden hablar por el dolor que les infringe nuestra destructora especie, este no era el nido de ellos, sino también nuestro nido…
Estas acciones por sí solas dan cuenta de una irresponsable conducta de los funcionarios de la Alcaldía y de la EMAB, ya que para nada tuvieron en cuenta una planeación adecuada que incluyera la caracterización de los árboles a intervenir, como también el inventario de fauna silvestre presente en esos especímenes, y además, también como cosa grave, el hecho de que desconocieron la legislación sobre árboles aislados y haber pasado por encima de la CDMB.
Ya el gerente de la EMAB, Helbert Panqueva, se pronunció reconociendo que hubo errores y se tomarán correctivos. Pero, ¿qué dice el Subsecretario Ambiental de la Alcaldía, Wilmer Cadena Patiño.
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*Especialista en derecho del medio ambiente (U. Externado), Fundador de ADAN, Cofundador del Comité para la Defensa de Santurbán.