Por: Ruby Stella Morales Sierra/ Desde que el nobel de física y filósofo, Albert Einstein, sentenciara hacia mitad del siglo pasado que la tercera guerra mundial sería por el agua y posiblemente la cuarta guerra se libraría con palos y con piedras, los caminos tortuosos del mercado del agua en Wall Street ya estaban trazados desde hacía más de 300 años. Y el concepto de valor y mercancía surgió desde la entraña y médula de la inhumanidad.
Por eso poco sorprende que la semana anterior, el recurso vital del agua, aliento de todas las expresiones de vida, y en especial de la vida humana, haya entrado como mercancía a cotizarse en el mercado mundial del reino de las especulaciones y el festín de capitales, concentrado en la torre de Babel que conoce el mundo como la bolsa de Wall Street. Al menos, el templo capital del becerro de oro del mundo occidental. Los mercados mundiales transnacionales.
“La noticia de que el agua se comercializará en el mercado de futuros de Wall Street muestra que el valor del agua, como derecho humano básico, ahora está amenazado”, dijo Pedro Arrojo-Agudo, relator especial de la ONU. (Ver).
De ahí que tenga tanto valor para nuestra región de los dos Santanderes, la inaplazable, ininterrumpida y ferviente defensa del agua del páramo de Santurbán. Vital e inmanente como estandarte de lucha para todos los páramos del país.
Cada vez más ciudadanos estamos concientizados de que si permitimos que la megaminería de la fiebre del oro, u otra amenaza, interrumpa la danza de las nubes que producen el agua que escurre de las montañas como ciclo vital de los páramos y su biótica, la región andina donde se asientan las principales ciudades del país, perecería de sed y de hambre en un tiempo no muy lejano. Recordar siempre que los 37 páramos del territorio colombiano abastecen a unos 30 millones de habitantes.
Están además los riesgos que trae el cambio climático sobre el recurso agua, de por sí irreversibles y alarmantes.
En Santander aprendimos que el agua es realmente nuestro oro. Y que el agua vale más que el oro, el petróleo y la misma tecnología. Porque podemos volver a comunicarnos con señales de humo, pero no podremos vivir sin agua.
Que las leyendas de dioses inmortales Anunakis, devoradores de oro, son un riesgo menos tenebroso que la mano invisible e implacable del mercado anónimo de capitales, deshumanizado y voraz.
Que a partir de ahora el valor del agua llegue al mercado mundial de especulación de inversiones a futuro, nos demuestra que el capitalismo salvaje sigue traspasando las fronteras de la lógica humana para su preservación. Que el delirio de dominación económica atraviesa los principios universales políticos y sociales orientados al bien común y al goce de derechos humanos inalienables. Que el mundo todo es una mercancía en compra venta. Incluyendo al humano.
Con la privatización mundial del agua, lo real es que el capitalismo obra como el gran devorador de garantías para la prevalencia humana. Que se izan las banderas y se tañen las campanas de apertura de la bolsa y el culto al lucro, sobre los principios del uso y goce del agua como un ciclo y derecho vital para la vida humana misma y de la naturaleza.
¿La política humana de justicia, cooperación, solidaridad, igualdad, equidad y democracia van en camino a la derrota ante el gobierno implacable de los capitales mundiales? ¿Es esto parte de lo que llaman el nuevo orden mundial?
El valor que el mercado le otorga al agua puede compararse, analógicamente, al valor de la vida humana. Y esto nos lleva al relato de la insensatez histórica. El ciclo que quizá nos impulse a otra era de vida humana fallida. Otra Atlántida. El camino sin salida que estamos transitando desde hace varios siglos.
La génesis de este entramado del valor de la vida humana y el valor de la tierra, de los bosques, de los animales, el valor del agua, está en la historia de dominación de estos seres que nos auto denominamos humanos. A estas alturas, nadie puede llamarse a engaños sobre el origen de las fortunas asentadas en la explotación humana. Son el acumulado y producto de la extracción de la propia vida y sangre de la mayoría de los seres humanos que han cosechado las minorías dominantes.
En esa crueldad está sentada el sistema de mercados que vivimos. Solo rememorar los tristes y sufrientes seres humanos dominados por la fuerza y convertidos en mercancías en los mercados de esclavos de Europa, por no rememorar la infamia histórica con nuestros antepasados nativos.
Recordemos e imaginemos los cientos de navíos repletos de seres humanos cazados como animales de las entrañas de los bosques y llanuras de África y puestos en los execrables puertos negreros de Europa. Cuántas familias separadas, destruidas. Aplastadas. (Ver).
Y no olvidemos los puertos de esclavos de Cartagena y Veracruz y después todos los puertos que permitieron llenar los bolsillos de las cortes y de las nacientes burguesías y que fueron la fuente desalmada de riqueza para Europa, tras la invasión de España al suelo americano en una Europa arruinada por cientos de guerras internas y otras de expansión, muchas con las banderas del cristianismo.
Y saber que esa esclavitud sucedió hace poquito. Hace solo 200 años se prohibió. Todas las potencias de la Europa occidental participaron del tráfico negrero. Dominaban del inicio al final los portugueses, quienes mayor cantidad de esclavos transportaron. Los ingleses dominaron la trata de seres humanos durante el siglo XVIII, con el célebre puerto de Liverpool, donde hace pocos meses, en plena pandemia, tumbaron algunas estatuas de esclavistas. En tercer lugar, también en el XVIII, los holandeses, y después los franceses.
Si la bolsa de Wall Street hubiera existido en esa época larga y oscura del esclavismo, todo apunta a que tendrían el mercado de futuro de seres humanos.
Con la misma alma y otro rostro, existe desde hace 200 años el mercado financiero que seduce y esclaviza a los consumidores para que endeuden sus vidas y energía y pagar intereses por años y toda una vida de empeño para engrosar el mercado bancario. Es que caemos seducidos y subsumidos en el consumo de cosas inútiles y ponemos la vida y energía al servicio del imperio del capital.
Capitales esclavistas
Con dinamismo frenético, los tableros de datos de Wall Street marcarían entonces el mercado del agua del mundo para darle más vigor a los sistemas de dominio y fortunas hiper concentradas. Las repercusiones a futuro podrían ser tan inciertas y catastróficas para las mayorías vulnerables, como lo viene siendo el impredecible bicho del Covid-19.
¿Quiénes son los dueños de las tierras donde se producen o almacenan las aguas del mundo? ¿Quiénes ostentan las tierras más fértiles?
La recomposición permanente de la tenencia de la tierra en nuestro país, por ejemplo, está concentrada en grandes terratenientes, herederos desde la época de la colonia como en el caso del Cauca y Nariño, y otros más recientes dueños a sangre y fuego cobijados en desplazamientos que se apoderaron de grandes extensiones de parte de las mejores tierras del país. Y qué decir de los títulos de inmensos terrenos baldíos otorgados a familias de políticos de dudosa calaña. (Ver).
Los dueños del agua
Recuerdo hace 20 años, recién llegada a vivir al municipio de Floridablanca, aquí en Santander, que algunos amigos florideños de pura cepa, comentaban sobre la presencia de empresas extranjeras, al parecer inversionistas mexicanos, que estarían comprando terrenos en las partes altas de los cerros orientales del Área Metropolitana de Bucaramanga, con miras al dominio del mercado del agua. Recordaban con nostalgia y preocupación, la riqueza hídrica de las tierras altas de Floridablanca que surtió por muchos años un antiguo acueducto municipal, antes de la irrupción del Acueducto Metropolitano de Bucaramanga.
No es casualidad, entonces, que las acciones del Acueducto de Bucaramanga hayan querido ser puestas en el mercado de la bolsa de valores, como lo ha denunciado su sindicato. De hecho, las mayorías decisorias de la Junta Directiva del amb no están ahora en poder del sector público, sino de los privados. El plan se ajusta a la perfección.
Los gobernantes afines a la eliminación de todo tipo de principios políticos para el bienestar común sin obtención de lucro particular, han orientado y seguirían orientando los recursos naturales como el agua, al mercado que engrosa sus capitales privados. El suministro del agua tiene el imparable contador para imponer las tarifas que a bien tengan, como lo viene demostrando el tránsito de los bienes y servicios públicos hacia los monopolios de capitales de dominación privada. Y la posible eliminación del mínimo líquido vital para las poblaciones de escasos recursos.
El agua es elemento esencial en los ciclos naturales de vida. Y también de procesos industriales: desde la agricultura hasta cualquier tipo de transformación de la materia que pase por las manos de los seres humanos: industria de la construcción, textiles, minería… Las personas del común como usted o como yo, que somos la mayoría, la utilizamos para subsistir a través del consumo de alimentos, para tener aseado nuestro cuerpo, casa y vestido, algunas veces para regar las matas y lavar el carro…si es que se tiene.
El recurso hídrico de Colombia es el sexto más rico del mundo.
¿Cuánto vale un acre pie de agua?
El pronóstico de Einstein se basaba en el devenir histórico de dominación. En la explotación de los recursos de la tierra y la vida de millones de seres humanos a través de la esclavitud, la barbarie y la extinción inmisericorde.
Parece que el imperio del sistema capitalista ha impuesto como algo natural lo que es una completa insensatez: que todo el mundo material, natural o producto del trabajo del ser humano, vale mucho más que la misma vida humana. Siendo la vida humana invaluable.
Así que habrá que aprender del nuevo orden mundial que el agua se venderá en acres-pie de agua. Un acre-pie (es una unidad de volumen usada en los Estados Unidos como referencia a los recursos de agua de gran potencia) de agua cuesta actualmente US$ 486,53, equivalente a 39 centavos por tonelada métrica. (Ver).
Nos toca aprender a sembrar y conservar el agua. Y seguir defendiéndola.
*Periodista
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