Por César Mauricio Olaya Corzo/ Finalizan los cuatro años de la administración de Rodolfo Hernández, mejor conocido como El Ingeniero. Finalizan sin su titularidad, tras su renuncia, propiciada por la suma de yerros qué tras muchas vueltas y revueltas, finalmente comenzaron a dar resultados en materia de investigaciones y las debidas sanciones por cuenta de los entes de control.
En reciente intercambio de trinos con el ex secretario de Desarrollo Social y primer capotero del ex mandatario, Jorge Enrique Figueroa, me acusaban de imparcialidad, de odios y rencores y hasta de ser un enmermelado y por estas razones, tanto como periodista, como ciudadano, me veo convocado a dar respuesta a estos señalamientos.
Parto de un hecho y es que reconozco que nunca me simpatizó la candidatura de Hernández, no obstante que veía a su favor una estructura muy seria y filosóficamente soportada en la estructura conceptual diseñada por su hermano Gabriel, arquitecto de profesión, filósofo, historiador, amante del arte y a quien conocía tanto por haber sido mi jefe en la Secretaría de Cultura y Turismo de Santander, como por sus anteriores aciertos siendo director de Planeación de la alcaldía de Alberto Montaya Puyana y por ser un amigo de debates amplios en torno al arte regional.
Columnas de opinión escritas por quien luego sería su general de tres soles en el cargo de súper secretario de despacho, el también amigo y respetado periodista Manolo Azuero, quien en sus columnas de Vanguardia Liberal había puesto en evidencia el perfil, por cierto, bastante oscuro, del que ahora sería el alcalde de la ciudad, me daban las suficientes bases para estar convencido del ¨paquete chileno¨ que Bucaramanga se ganaría como su mandatario municipal.
Tres promesas básicas estructuraban su convincente campaña ganadora: Ética, Estética, Lógica. Prometía que de ser elegido se convertiría en un adalid de la moralidad y que con él se acabaría la corrupción (ética), convertiría a Bucaramanga en la Barcelona de América Latina (estética), todos sus proyectos estarían direccionados hacia el beneficio de los más pobres (lógica).
Pero como siempre, los dichos lo son todo en el mundo y para el caso era preciso: el papel lo aguanta todo. Arrancó lanza en ristre apuntándole a desmontar el grueso aparato burocrático existente y que tenía como línea gestora la asignación a los concejales que conformasen la coalición mayoritaria, de una alta cuota de participación laboral para sus designados. Lo logró y fue un golpe de opinión contundente y plausible si se quiere destacar como positivo.
Más tras esas bambalinas de la comedia orquestada y masivamente elogiada, vendrían los movimientos de un ajedrecista perverso. Muchos de los nuevos nombramientos tenían su origen en personal de su empresa constructora, con muchos años de servicio y con seguridad de plena confianza del alcalde, pero evidentemente con nula experiencia en el manejo de lo público. Estas decisiones se evidenciaron en un adormecimiento general tanto en la gestión, como en la consecución de logros que reclamaba la ciudad en decena de frentes.
La materialización de la segunda promesa básica alrededor de la estética, dio también sus vueltas. Se buscó la asesoría de un ente externo como el Instituto de Desarrollo Urbano de Medellín, intentando importar modelos que para la cultura paisa funcionaron al dedillo, pero qué al implementarse en la ciudad, no trajo sino “rarezas” que para el pragmatismo del santandereano resultaron siendo un culto total al feísmo.
Materas en algunas calles buscando hacer desistir a los malos ciudadanos acostumbrados a hacer uso de las vías públicas como parqueaderos, pintura literalmente regada por algunas calles y otras joyas no menos absurdas como el proyecto que hoy pone en riesgo la armonía natural de los cerros orientales, con un parque cargado de elementos que solo ayudan a fraccionar el crítico ecosistema de este espacio vital.
Se aplaude como logro la recuperación y mejoramiento de la infraestructura de la Biblioteca Gabriel Turbay, el mejoramiento de una docena de centros comunales, la adecuación de varios centros de salud y el trabajo del grupo “Pintaramanga”, la recuperación de la antigua estación del tren de Café Madrid y la de una decena de parques que si bien es cierto, lamentablemente echaron por la borda el magnífico proyecto de parqueros instituido por la administración Bohórquez, logró aportes estéticos en materia de juegos infantiles.
Ya para concluir el resumen de lo alcanzado en materia estética, para borrar de tajo como una de las peores gestiones de toda la historia de la ciudad, el tema del espacio público. Todo lo alcanzado por varias administraciones anteriores sumadas se fue por el retrete. Nunca habíamos visto tal nivel de ocupación de informales, basura y una imagen de caos general.
Llegamos al tema más álgido de todos, el de la Ética, entendiéndose por ella como la suma de hechos individuales qué sumados, llevan a una armónica relación entre todos los miembros de una sociedad. En lenguaje coloquial: el buen ejemplo como regla de actuación. Un mandatario negativamente destacado al punto de convertirlo en objeto de burla y de humor negro en el contexto nacional. Déspota, grosero, deslenguado, mal hablado, inculto, carente de toda prudencia, son algunos adjetivos que se ajustan a la caracterización o mejor, la caricaturización de lo que no debe ser una persona llamada a dar ejemplo.
Pero si eso era en lo que respecta a la apariencia, ni qué decir de sus actos en materia administrativa. Con su ya reconocido dictado del «va porque va», asumió el rol de un emperador al que solo se le debía obediencia y qué al menor desacato, desencadenaba en un maremágnum de improperios y hasta golpes. Decisiones en el manejo de los recursos que no se detenían en las consecuencias derivadas, pues hasta de las propias autoridades de control hacia burla y desacato.
De no ser por la activa participación de un pequeño grupo de lideres de opinión, hoy la ciudad estaría embargada hasta sus tuétanos en el embrollo del llamado caso Vitalogic, donde intereses oscuros señalaban en dirección a acuerdos por debajo de cuerda con activa participación de la primera línea familiar del mandatario.
Mil palabras se quedaron cortas para este análisis de final de año. Mucha suerte al nuevo alcalde y que la Luz le sea pródiga para iluminar el camino correcto que saque a la ciudad de esta oscura galería.
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