Por: Laura Marcela Franco Mateus/ Ver la inauguración de los Juegos Olímpicos, me lleva hacer un análisis bastante profundo sobre el Comité Olímpico Colombiano, pues estos escenarios nos permiten mostrar nuestras riquezas culturales y, por supuesto, representar a nuestro país en los diferentes deportes olímpicos. Además, es un espacio para contarle al mundo y darnos a conocer lo que es Colombia como país, y la riqueza cultural que tenemos. Yo diría, en otras palabras, que es una vitrina que se podría ser usada desde varios componentes, como el comercial, el turístico, el deportivo, entre otros.
Por otra parte, debo exaltar, por ejemplo, cómo como los países africanos destacan su cultura a través de los diferentes trajes típicos y el respeto que tienen perpetuado en un arraigo hacia su cultura, con toda su dignidad en su representación, lo cual se refleja en el uso que hacen de escenario, para mostrarlo al mundo.
Ahora bien, si traigo a colación todos los desfiles en los últimos años, que han realizado los maravillosos deportistas colombianos que nos representan y a quienes admiro profundamente, me lleva a concluir varias hipótesis sobre por qué el Comité Olímpico Colombiano no aprovecha este espacio para mostrarle al mundo lo rico que tiene nuestro país en signos distintivos culturales, que nos pueden representar más allá de un sombrero volteado. Estos lo critico a través de las siguientes hipótesis: 1. El Comité Olímpico no ha identificado esta gran ventana, para mostrar al país; 2. Todo el Comité Olímpico Colombiano lo integran costeños qué les parece que es el único objeto que nos puede representar en el exterior; y 3. Al parecer quien toma las decisiones, es solo la empresa patrocinadora.
Lo anterior lo expreso con el respeto de todos los costeños, pero si realizo una revisión de los anteriores juegos y sus respectivos desfiles, siempre ha sido protagonista el sombrero característico de la costa. Entonces me pregunto: ¿Cuál es la razón de que el Comité Olímpico, durante todos estos años, siga empecinado en hacer partícipe o protagonista del vestuario olímpico de los de los jugadores al sombrero volteado, que representa solo al norte del país?
Para responder la anterior pregunta, les cuento que el Comité lo integran once (11) hombres y tres (3) mujeres, para un total de catorce personas, y que es liderado por su presidente, el señor Ciro Sola Hurtado. Revisando “la Silla Vacía”, en un reporte que escribieron este año en el mes de abril, encontré la siguiente descripción: “el primer vicepresidente del Comité Olímpico Colombiano es un super poderoso en el mundo del deporte. Oriundo de Cereté, Córdoba, estudió en el colegio de La Salle, en Montería. Después se graduó como abogado de la Universidad Externado. Como vicepresidente del COC tiene mucha fuerza, es muy político y hábil para mantener el apoyo. Eso se nota en que de las 46 federaciones con derecho a voto en el Comité Olímpico, lo apoyaron 35 para la más reciente elección. Aunque el presidente del Comité Olímpico Colombiano es Baltasar Medina, Ciro Solano es el verdadero poder detrás del trono[1].
Este año no puedo dejar de pasar unas apreciaciones que, para mi criterio, por supuesto, desconociendo las pautas establecidas por el comité organizador del país anfitrión. Este desfile se puede evidenciar que en el comité organizador pensaron netamente en el patrocinador, en un vestuario interesante comercialmente, pero creo que hace falta preparación, tener cuidado con los detalles, el mensaje no verbal que se quiere transmitir, porque llevar un kimono no tenía conexión con lo que somos como país. si la idea era tener un saludo hacia Japón, creo que no generó ese impacto y que, además, fue un mensaje adverso, o que la información que transmitieron fue diferente, porque no estuvo adecuado. Ahora bien, llevar las dos Banderas de los países en ambas manos, como signo de unidad, pero de una manera desordenada para un país cuya cultura es el orden y la perfección en todo momento, fue más un insulto cultural, que un halago.
En fin, lo único que nos representó en el desfile de inauguración, junto con los deportistas, fueron un fabricante de uniformes colombiano, una bandera que amo profundamente, y que bastaba tan solo con que Katherine Ibarra fuera su designada portadora, y el aburrido sombrero volteado, que lo único que hace es generar genocidio a los otros trajes típicos colombianos que deberían tener el mismo derecho de ser expuestos al mundo.
Finalmente, creo que estos espacios deberían ser aprovechados para demostrar, más allá del sombrero (costeño), otros objetos típicos de cada región, que expongan y vinculen a todos los deportista y su región, ya que, para las desgracias del presidente del Comité, Colombia tiene muchos trajes típicos de diferentes regiones, con los cuales se puede demostrar ampliamente la riqueza cultural, como, por ejemplo, los diferentes sombreros de Antioquia, del sur del país, del centro, o las camisas de los bailes típicos, como es el traje típico de Vélez (Santander), o los trajes de Huila o del, centro del país, que son hermosas representaciones de lo que los característica como un país multicultural, en el que existe variedad de norte a sur, manifestada a través de las regiones que se aprenden en primaria. Me cuestiono por qué esta acción por el Comité Olímpico no fue tan cuestionada, como si lo fue la película de Disney, “Encantó”, que, según algunos internautas de redes sociales, esta no los representaba (aunque lograron lograra captar al país con los diferentes detalles en cada imagen). En cambio, cada cuatro años, guardamos silencio de lo que sucede en los Juegos Olímpicos.
El Comité Olímpico debería contratar, en el próximo desfile dentro 4 años, una persona experta, que pueda captar lo que es Colombia, y cómo podemos aprovechar estos espacios para hacer brillar a nuestros deportistas a través de la cultura, y hacer cumplir los fines esenciales del Estado, como es el de ser un país multicultural. Pues, si somos expertos en justificar contratos para que un chamán evite que llueva en la inauguración de la Copa, o para que una abogada agende reuniones en Zoom, entre otros, es evidente que tiene plena validez contratar un diseñador o profesional del folclor, para que en el próximo desfile no siga causando un genocidio a la cultura colombiana, de manera arbitraria e impositiva.
Nota: Quiero agradecer a mi editor por tus aportes en conectores y sus maravillosas correcciones. Mi admiración para usted.
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*Abogada, magíster en derecho y especialista en derecho comercial.
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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