Por: Yuli Metaute Londoño/ La crisis del sistema carcelario ha dejado de ser una noticia y en cambio ha aumentado la indiferencia de la gente con respecto a esta problemática.
En los últimos años, las tasas de hacinamiento pasaron del 1,7 al 45 por ciento, según cifras del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec).
Estas cifras confirman que el sistema penitenciario y carcelario colombiano requiere urgentemente de una reforma para que los derechos de los reclusos sean respetados.
En el papel hay mil soluciones que a la hora de la verdad se esfuman y vuelve lo mismo, la delincuencia y mafias dentro de las cárceles crece, a la par que el hacinamiento.
Estas personas no solo han perdido la libertad sino la dignidad. Literalmente, no alcanza ni el oxígeno para respirar. En la cárcel de La Guajira, por ejemplo, los reclusos se pelean por un espacio en el techo para colgar su hamaca.
En Bellavista, de la ciudad de Medellín; hay algo que llaman pico y placa, donde se reparten los turnos para dormir porque no caben, hasta en el baño duermen personas en condiciones inhumanas. Una realidad macabra y cruel; seres que sobreviven unos encima de otros y donde se respira de todo, menos oxígeno.
Sumándole que la sacan a “manotazos” de baldes y es servida como si quienes comieran fueran cerdos.
Es hora de que el Congreso de la República y el Gobierno entreguen más recursos, pero inicialmente ni siquiera para la infraestructura, ni para hacer más cárceles; para mí, se deben destinar más recursos para generarles dignidad a los ciudadanos que han perdido la opción de vivir libres.
Otra cosa ilógica, ¿por qué no hacen cárceles en sitios donde sea más “fácil” vivir?, internos que por ejemplo deben aguantar el hacinamiento, más la humedad de Tumaco, ni que decir los que deben estar privados de la libertad en La Guajira o en las cárceles de la costa.
Para colmo, y que no es un secreto, en las cárceles se paga por el mejor colchón, la mejor celda, por el pasillo. Cuando hay corrupción y no se respetan los derechos humanos dentro de las cárceles, ¿qué esperanza hay afuera?
En la actualidad, los índices de hacinamiento en los centros de reclusión a cargo del Inpec se elevan a un 20,6%, lo que representa una sobrepoblación de 16.621 personas privadas de la libertad, para la capacidad de cupos que asciende a 80.647.
Este nivel de hacinamiento para la generalidad de los centros de reclusión es inferior a los porcentajes registrados en los años previos a la pandemia de la Covid-19, situación que ha generado, además, que la crisis humanitaria se haya trasladado hoy a los Centros de Detención Transitoria. Allí (URI de la Fiscalía y estaciones de Policía), se evidencia una sobrepoblación de aproximadamente 17.647 personas frente a la capacidad máxima instalada, que representa una cifra de hacinamiento de 217,4%.
Cifras aterradoras, que han sido pan de cada día durante años. ¿Y qué hace la sociedad? ¿Qué hace el Gobierno? Luego de los informes de la Defensoría del Pueblo, ¿qué pasa?
Prima el silencio sepulcral y las y los internos de nuestro país deben seguir viviendo como si fueran animales.
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*Comunicadora Social y Periodista, locutora, presentadora de TV. Adscrita a la Asociación Colombiana de Periodistas de Bogotá. Actualmente labora para RCN Radio, conduciendo noticiero, programa deportivo y transmisiones del Fútbol Profesional Colombiano. Directora de Cotorra Digital.
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