Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Las calles se llenan de adornos, los escaparates tienen árboles, luces que nos recuerdan las fechas que marca el calendario, se escuchan villancicos que marcan el compás de las compras y las bolsas empiezan a pasear por las calles con destinos ajenos a quienes las llevan, y es que las Navidades, crean un ambiente que es irrepetible en cualquier otra época del año.
Yo tengo en mi mente aun aquellos días de diciembre llenos de afectos y solidaridades de cuadra y barrio, que tenían un olor, un sabor y un aire de deslumbramientos únicos, con olor a musgo y pesebres (eso si nada ecológicos), y no lo era porque incluso cortábamos árboles o chamizos para forrarlos en algodón que simulaba nieve dándole color con serpentinas y bolas brillantes que giraban y que se quebraban con facilidad, estéticas populares se conjugaban en una mezcla única de arquitecturas domésticas y dimensiones estelares.
Eran diciembres azules, se encendía la imaginación para creer que la nieve rodaba por un arbolito navideño forrado con algodón que parecía de azúcar. las cuadras se llenaban de guirnaldas y coloridas serpentinas brillantes que cruzaban de acera a acera, colgando de terrazas y balcones.
Para muchos niños esta época representa la ilusión: la de ver a sus padres más tiempo que en todo el año, la de encontrarse con personas que no ven habitualmente, la de poder escribir una carta con deseos (sean o no concedidos), la de creer que el mundo es bueno porque las personas que les rodean también lo creen un poco más, es un hecho, pasado el tiempo, la mayoría de los adultos experimentamos un pequeño sentimiento de nostalgia, como el eco del primer amor, que recoge el deseo de volver a vivirlas como cuando éramos pequeños, a quienes nos rodean niños, es fácil que nos contagiemos por su ilusión y que de pronto nos quitemos unos cuantos años, muchos, de vida, no olvidemos que el sentido a las Navidades, a nuestras Navidades se lo damos nosotros. Tenemos ese poder.
Quizá las Navidades solo sean una excusa, fechas en el calendario, luces o villancicos, pero cuando es para dar, ofrecer o acompañar, la excusa no solo es buena, sino que es realmente hermosa.
El tiempo pasa dice una canción y nos sorprende comprobar que estamos a punto de cambiar el calendario, que los días se marcharon casi sin notarlo, esto es normal, la vida nos lleva entre obligaciones y anhelos, gastando el tiempo y por momentos, hay que reconocerlo, casi sin disfrutarlos.
La navidad parece decirnos que es el momento de enmendar lo que durante el año no pudimos o no nos permitimos disfrutar… ¿Para qué perder tiempo en el pasado? Si no recuperaremos los días de un año que insisto, se ha gastado con total rapidez, la navidad es la oportunidad perfecta, para brindar amor y compartir momentos que queden grabados en nuestra mente para recordar con alegría.
Por estas fechas nos hacemos propósitos, eso está bien, ya que coincide con la terminación de un año y el inicio de uno nuevo, incluyamos el aceptarnos tal como somos, y a partir de ello aceptar a los demás tal como son, trabajemos en poder sonreír a quien no nos agrada tanto, ayudar al que parece necesitar algo, que compartir y ser amables nos deja un gran capital humano, nos sana, siempre parecemos necesitar algo pero cuando reflexionamos sobre nuestro entorno, podemos darnos cuenta, que quizá una cosa sencilla, una sonrisa, una palabra comprensiva, un poco de paciencia, pueda alegrar el día de alguien más, y ése sí que es un buen propósito navideño….que debemos vivir no solo en los días decembrinos, sino cada día del año y de nuestra vida.
Otra navidad ha llegado y debemos ver hacia el nuevo año con la alegría de que aún podremos disfrutar de la compañía de los que amamos, si alguien se nos fue, recordemos que nadie nos deja, si su recuerdo vive con nosotros, seguramente hubo, o aún hay situaciones difíciles que nos hacen pensar con melancolía o frustración, es nuestra decisión sentirnos como queremos sentirnos, mejor si es con entusiasmo, fe, y así poder luchar contra viento y marea.
Llevemos con nosotros al 2024, los recuerdos de los momentos que nos dieron esa felicidad y no olvidemos que podemos hacer nuestro propósito navideño un regalo para los demás, no un día o lo que duran las fiestas sino muchos días de un año lleno de promesas…seguro que será un año estupendo con la satisfacción de cumplir nuestros sueños, regalar una sonrisa, una palabra comprensiva, una moneda, sincerarnos y asumir que parte de la felicidad que anhelamos y las cosas que queremos de los demás, solo comenzaremos a sentirlas, cuando estemos dispuestos a hacer lo mismo por alguien más.
…
*Profesional en Mercadeo
Twitter: @heraldoru