Por: Óscar Prada/ Cada ocho de marzo, se hurga en la memoria colectiva el papel de la mujer y la lucha por sus derechos; ahora bien ¿es un camino sin fin, o se vislumbra la meta?
De acuerdo, no se abordará el tan lamentable incendio de la fábrica en Nueva York, como iniciador del Día Internacional de la Mujer.
Tampoco será una crítica al eslogan trivial de “Feliz día de la mujer”, que disfraza las fauces de un materialismo depredador; aun cuando su origen no fue nada feliz.
Ni mucho menos será un rifirrafe de argumentos en favor y en contra de los excesos y bondades del feminismo, y demás corrientes que han influido en la formación del concepto de mujer en la actualidad.
¿Qué se echa de menos? Quizás el abordar que el significado de mujer no es exclusivamente un tema biológico; sino de sentirse como tal. Pero es ajeno al escrito.
Por ende, es complejo crear un texto donde el tocar cualquier arista del concepto social de mujer con liviandad, encendería la chispa de un polvorín cargado de líneas de retractación.
Y es que precisamente, definir “ser mujer” como concepto; es decir, como rol en la sociedad es inconstruible desde una sola postura. Es casi abstracto, pero visible.
Visible en cada sociedad, al palparse las profundas desigualdades hacia las mujeres; abstracto al alimentarse dicha realidad de sustentos ancestrales invisibles e intocables.
Cada pueblo, tiene su propia cosmovisión tanto política, religiosa, y cultural, que definen lo que implica ser una fémina en cada espacio; es por ello que el concepto social de mujer no es universal.
Si bien la biología y la manera de ser es diversa en los seres humanos, las garantías, derechos y deberes no se aplican al compás de la naturaleza humana, sino a través del género como deber social.
No obstante, la ley es endeble frente a los dogmas sociales; que en cambio, sí se cumplen con estricto rigor. Las buenas intenciones de igualdad y equidad quedan en principios que se doblegan fácilmente ante el peso de lo acostumbrado.
Ahora bien, tener un catálogo de normas que minimizan las profundas disparidades que implican el ser mujer, es un paso invaluable. Sin embargo, desmontar la costumbre cimentada en la cultura y religión, es una guerra de guerrillas.
Tan contrario es, que se han creado leyes para las mujeres que son típicas de las minorías; aun cuando no lo son, pues las féminas representan el 49.6% de la población global.
Lo anterior, no es un ataque a las numerosas normas creadas en defensa de la dignidad de la mujer; es por el contrario, resaltar la profunda contradicción del ser mujer, y su equivalente a pertenecer a una mayoría tratada como minoría.
Casos como el de Japón, que pese a su occidentalización; las mujeres representan el 51% de la población, pero solo el 15% ocupan puestos directivos, y el 75% abandonan sus trabajos tras ser madres, según el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de dicho país.
En la misma tónica, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística para el año 2022, el salario de una mujer carioca afrodescendiente fue inferior al de un hombre blanco en un 42%. Una doble discriminación que no distingue.
Y Colombia no es la excepción, según el DANE para el año 2023, una mujer que ocupa cargos directivos gana aproximadamente un 30% menos, que un hombre que ostenta el mismo puesto[1].
Por tal razón, desde las aludidas sociedades, sean industrializadas o emergentes; comparten la inclusión de las mujeres en el papel, y su exclusión en la práctica.
Con lo dicho, no se ignoran las demás desigualdades adheridas a las mujeres por el hecho de serlo; sino más bien se enfatiza en una crítica a la poca aplicación de un trato más equitativo socialmente hacia ellas.
Es por ello, que el trabajo por la resignificación de las mujeres en la sociedad, es interminable; no porque sus fines sean inalcanzables, más bien por la agilidad cambiante de la sociedad, sumada a la lentitud en la implementación de los avances conquistados.
Así que el solo hecho de dar a luz o sentirse atrapada en el cuerpo equivocado, son etiquetas que degradan la calidad de seres humanos de las mujeres; y que promueven su discriminación en la sociedad.
El día de la mujer es conmemorar un camino donde se replantea lo establecido. El respetar las distintas manifestaciones y su lugar en la sociedad, es el camino adecuado para deconstruir lo desigual.
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*Estudiante de Derecho
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(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor)
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