Por: Andrés Julián Herrera Porras/ Hace poco tuve la oportunidad de sentarme a ver Robot Dreams o, como se presenta en plataformas en español, “mi amigo robot” dirigida por el español Pablo Berger que se estrenó en el festival de Canes el 21 de mayo de 2023. Una gran película animada que estuvo nominada al Oscar este año y que, a su vez, es una gran adaptación de una novela gráfica con el mismo nombre de la cinta de la norteamericana Sara Varon publicada originalmente en el 2007.
Cuando empecé a ver la película me causo una gran impresión el contexto histórico que denota, a todas luces los años 80s en Nueva York. Las torres gemelas en todo su esplendor, el inconfundible Atari en el que juega DOG —protagonista de la cinta —, el auge de las televentas, y otros elementos interesantes que muestran sin hacer uso de una sola palabra —la película transcurre sin diálogos— una realidad particular con la que muchos pueden identificarse con facilidad.
Además de lo ya mencionado, es interesante como el recurso de deshumanización de los personajes —todos son animales o robots— ayuda a evitar cualquier tipo de discriminación directa, generando también, una especie de universalización del mensaje al alcance de todos y con multiplicidad de interpretaciones posibles.
En un mundo donde las relaciones interpersonales son cada vez más mediadas por la tecnología, donde cada día hay más espacio para encerrarse en el sí mismo, es importante que el arte, en este caso el cine, nos recuerde el valor de las relaciones humanas —aunque sea a través de la relación entre un perro y un robot—.
De hecho, el 1 de octubre, Aldo Civico, colega de El Espectador, publicó una columna titulada La amistad, un lujo incomparable. Allí cuenta como, con el tiempo, se ha dado cuenta del verdadero valor de la amistad y la necesidad de ese mismo tiempo para cultivar esas relaciones tan importantes. Ya Aristóteles refería lo mismo en su Ética a Nicómaco. Incluso Tomás de Aquino, basado en el filósofo griego, expone que la encarnación de Dios se da para poder entablar una verdadera amistad con los seres humanos porque “la amistad solo se da entre iguales”.
Ahora bien, volviendo a la película, me surgió una duda enorme, ¿cuánto estamos dispuestos a dar, incluso a pagar, por una amistad? ¿se puede comprar una amistad verdadera? ¿tiene precio un amigo? Ese es un elemento que me quedo resonando pues DOG, al verse solo, decide acudir a la compra de un robot amigo que le ofrecen en la televenta, allí comienza la tragicomedia.
Quiza esta idea de la compra de la amistad pueda ser interpretada como una crítica —que podría convertirse también en premonición— para nuestra sociedad del siglo XXI, donde las redes sociales nos ofrecen relaciones y “amistades” fáciles de construir, donde la ausencia de personalidad y la facilidad de imitación está a un tik tok de distancia.
Además de lo ya mencionado, es bueno decir que la película realmente vale la pena, enseña elementos interesantes que, cómo ya dije antes, pueden ser interpretados de diferentes maneras: Enseña un poco sobre el manejo de relaciones sanas, rupturas amorosas, rupturas de amistades, duelos y superación de estos, la necesidad de autenticidad y la construcción de personalidad, entre otros muchos temas que se pueden entrever.
Apuntaciones:
- Escribo esta columna un poco consternado con la noticia de las acusaciones que pesan sobre Evo Morales. No he podido investigar a profundidad el tema aún, ojalá se esclarezca todo y, de ser encontrado culpable, que caiga el peso que corresponda sobre él.
- Francia Márquez no ha sido la “peor” vicepresidente que hemos tenido, la competencia es fuerte. Sin embargo, al igual que a Petro, hay que pedirle que se dedique a lo que tiene que dedicarse y no pierda tiempo cazando peleas en redes sociales.
- Señor Gobernador de Santander, ¿qué está pasando con la protección de la niñez en el departamento? 486 casos de desnutrición aguda en menores de cinco años es una vergüenza, un fracaso para cualquier administración.
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*Abogado. Lic. Filosofía y Letras. Estudiante de Teología. Profesor de la Universidad Santo Tomás de Bogotá. Miembro activo del grupo de investigación Raimundo de Peñafort. Afiliado de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.
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