La tormenta política estaba servida. Las críticas al presidente Gustavo Petro por nombrar embajador en Tailandia a Daniel Mendoza, un abogado sin experiencia diplomática señalado de machismo, no amainaban en Colombia. Incluso desde sus propias filas, como dejó en evidencia su número dos, Francia Márquez.
“Siempre es importante escuchar a nuestro pueblo”, le escribió al mandatario la noche del viernes en un mensaje publicado en sus redes sociales.
“Como vicepresidenta de la República y ministra de la Igualdad y la Equidad no puedo tolerar la misoginia”, advertía.
La respuesta llegó casi de inmediato. El propio Daniel Mendoza le ha ahorrado un trago muy amargo al presidente al declinar su nombramiento la madrugada de este sábado.
“El Gobierno de Tailandia dio el beneplácito a mi nombramiento, y como ya saben, el presidente Petro persiste en darme su apoyo, hecho que me tiene profundamente conmovido”, asegura Mendoza en un video de nueve minutos publicado en sus redes sociales.
“Es decir, allá en Bangkok me espera una deliciosa embajada a la que decidí dejar plantada, porque todo este tsunami de ataques me hizo volver el tiempo atrás, a mis motivos y razones, a por qué lo hice todo, a sincerarme conmigo mismo”, reflexiona en la publicación, en la que le “suplica” al mandatario que lo “sepa perdonar”.
También dedica el video a Francia Márquez y la diplomática Laura Gil, a las que manifiesta respeto y asegura que “merecen” sus explicaciones.
“Este Gobierno fue elegido por las mujeres que creen en el cambio y en la eliminación de todas las violencias patriarcales. Por esta razón, no es posible que quienes van en contra de la promesa del cambio con las mujeres integren este Gobierno”, había escrito Márquez en su pronunciamiento.
Esas palabras se sumaban a las críticas que le han llovido a Petro desde que se conoció el jueves su intención de nombrar en el cargo diplomático a Mendoza, un leal activista conocido por Matarife, un documental que denuncia como criminal al gran adversario político del mandatario, el expresidente Álvaro Uribe, y que la Corte Constitucional ha considerado un producto audiovisual de desinformación.
“Las mujeres y las niñas, así como todas las personas, merecemos respeto y dignidad”, proseguía la vicepresidenta en la publicación que marcaba distancia con el mandatario de izquierdas y tomaba partido por las luchas de género que suele abanderar.
“Rechazo cualquier forma de violencia y discriminación y mucho más si está asociada a personas que ocupan u ocuparán cargos en este Gobierno. Esto es una cuestión de principios y los principios no se negocian”, concluía.
La decisión de Petro ya había sido duramente criticada desde distintas orillas por feministas, diplomáticas y líderes políticos, en especial por los comentarios misóginos que el futuro embajador publicó en sus redes sociales hace varios años.
Incluso el canciller, Luis Gilberto Murillo, había advertido su preocupación y desacuerdo con esa nominación, señalan fuentes diplomáticas. Pero Márquez le añadió un enorme peso político a todos esos reproches.
“Me alegra contar con su voz en esta causa, vicepresidenta. Creo que puede hacer la diferencia”, le había respondido casi de inmediato, con un aire premonitorio, la congresista Jennifer Pedraza, de izquierda pero muy crítica con Petro, una de las primeras en ventilar sus reparos.
“¿Cómo esperan que un Gobierno libertario y progresista prohíba el amor?”, dijo el presidente Petro el jueves al defender el nombramiento en un discurso que, más que apagar la polémica, parecía haberla encendido.
El propio Daniel Mendoza ha asegurado que todo es un malentendido. Alega que, hace una década, citó en X –entonces Twitter– a personajes de su novela El diablo es dios, y que esos mensajes misóginos no representan sus opiniones. Un punto al que regresó en su video de este sábado.
Esas explicaciones no apaciguaron la polémica. “El señor Mendoza ha expresado públicamente su satisfacción con relaciones sexuales con niñas, en ocasiones se refiere a que se encuentran en estados alterados de la conciencia, o con mujeres adultas a quienes se les han suministrado previamente drogas”, señaló la defensora del Pueblo, Iris Marín, en uno de los pronunciamientos más contundentes.
“Eso no es amor. Son modalidades de violencia sexual contra la mujer, y peor aún contra las niñas”, concluyó la funcionaria encargada de proteger los derechos humanos, que ha puesto en énfasis de su gestión en los temas de género.
La Cancillería ha prometido adelantar una política exterior feminista, un punto que resaltaron la mayoría de las críticas, que incluyeron a funcionarias del servicio exterior.
“He comunicado mis preocupaciones en privado y ahora lo hago en público: los trinos del Sr Mendoza constituyen violencia de género”, escribió en su cuenta de X Laura Gil, representante ante la ONU en Viena y vicecanciller en el arranque del Gobierno, la otra funcionaria a la que Mendoza dedicó su video.
También Arlene Tickner, embajadora itinerante para Asuntos de Género y Política Global Feminista, rechazó “categóricamente” los trinos de Mendoza, al que había invitado a declinar su aspiración de ejercer un cargo diplomático, como al final ocurrió: “Son misóginos y avalan la violencia sexual contra mujeres y niñas”.
Otra reconocida internacionalista, Sandra Borda, actual consejera de Relaciones Internacionales en la Alcaldía de Bogotá, apuntó al doble agravio “contra la importancia del conocimiento y la experiencia en el área internacional (lo de siempre)” y también “contra la dignidad de las mujeres y sus derechos” en esa designación.
“Seguir hablando de política exterior feminista es una afrenta, un despropósito, casi una forma de cinismo”, apuntilló.
El Gobierno ha sido muy criticado en estos dos años y medio por nombrar políticos cuestionados en misiones diplomáticas. En algunos de los casos más recientes, Petro ha mantenido al cónsul de México, Andrés Hernández, a pesar de las acusaciones de estafa y acoso en su contra, y también sostuvo como embajador ante la FAO, en Roma, al ahora consejero presidencial Armando Benedetti, señalado de violencia machista.
La designación de Daniel Mendoza en Tailandia amenazaba con convertirse en la gota que rebosó la copa.