Por: Andrés Martínez Olave/ Para nadie es un secreto a que cada persona que se sube a un poder público sin conocimiento llega a gastar lo que no tiene a costillas de otros.
Y ese es el caso de cada gobernante de nuestra amada Colombia. La historia de Colombia narra a despilfarradores del erario, con procesos que quedan a medias y si el pueblo pague como borregos sin pasto.
Casos se han visto, como el del exalcalde y hoy senador Rodolfo Hernández con su caso de Vitalogic o las basuras de la amada Bucaramanga y ahora la puya mutua con el alcalde de Bucaramanga Juan Carlos Cárdenas con el caso del alumbrado público. ¿Quién responderá? No lo sabemos.
Pero eso esto no para, ahora la esposa del actual presidente de la República de Colombia, Verónica Alcocer, con los viajes, visitas y demás siendo ella una no funcionaria del gobierno y de Nerú, el bailarín para mejorar el clima laboral de la Presidencia…
Gastos innecesarios a costillas del pueblo colombiano… Mientras un trabajador se gana un mínimo o menos que él, ellos en el gobierno viven felices gastando dineros no correspondientes a lo que tienen que hacer para mejorar la condición de este país.
¿Qué pasará con Colombia? Una pregunta que nos hacemos a diario, no solo al conocer esto, sino que no se hace nada para mejorar las condiciones de vida de los colombianos.
Los impuestos vienen de manera silenciosa, los robos siguen y siguen sin parar y sin una autoridad que los controle, las largas filas en trámites que no les ponen el ojo y los cobros exagerados de las entidades que nadie les pone la lupa.
Y el chiste con gracia llamado «cambio social», generado por un supuesto proyecto donde se invita al bandido a darle un reconocimiento, subsidio, «pagándole para que deje de serlo», mientras un adulto mayor, un independiente y personas que se ganan la vida honradamente no reciben ese porcentaje, ni una parte de eso.
¿Qué pasará con nuestra amada Colombia? No lo sabemos, lo que sí sabemos es que, si no se elige bien en las próximas elecciones, estaremos de pique, pero no ascendente, sino descendente.
Todos queremos un cambio, sí, pero un cambio donde pensemos no por pasión, ni colores de banderas, ni lo que hicieron los directores de los «partidos políticos», sino de esas nuevas personas que quieren lo mejor para todos.
¡Cesó la horrible noche!
La libertad sublime
Derrama las auroras
De su invencible luz.
La humanidad entera,
Que entre cadenas gime,
Comprende las palabras
Del que murió en la cruz.
¿Qué pensará aquel que murió en la cruz, viendo a Colombia como está?
Solo diría: «Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen»: Lucas 23:35.
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