El presidente Emmanuel Macron parte de la Polinesia Francesa tras una visita oficial de cuatro días en la que intentó curar viejas heridas causadas por las pruebas nucleares de su país y contrarrestar el creciente dominio chino en la región.
Aunque Macron no llegó a disculparse con la antigua colonia pese a los numerosos reclamos y protestas, el mandatario reconoció la «deuda» de Francia con los polinesios por las pruebas subterráneas y atmosféricas que se desarrollaron en el archipiélago entre 1966 y 1996.
«No podemos en absoluto decir que (las pruebas) fueron limpias», admitió Macron, quien agregó que su nación tiene «una deuda con la Polinesia Francesa», tras prometer que su Gobierno se encargará de limpiar las tierras contaminadas, abrir los archivos de investigación, crear un mediador permanente entre el Estado y la comunidad sobre el tema y acelerar la compensación a las poblaciones locales.
El legado nuclear de Francia es la mayor espina en las relaciones entre la Polinesia Francesa y París. Se trató de décadas en las que los habitantes estuvieron expuestos a la radiactividad sin saberlo, describe el libro ‘Tóxico’, publicado en marzo por dos periodistas de investigación.
Alrededor de 193 ensayos nucleares fueron realizados al sur de la isla de Tahití y ahora, diez años después de que se completaran los primeros reclamos de compensación, solo se han resuelto 186 de 416, según afirman las autoridades locales.
«Tenemos una nueva página para escribir juntos» y tenemos la «increíble suerte» de tener tierras en el Pacífico, «donde todo se escribe hoy», aseguró Macron sobre la Polinesia Francesa, en medio de manifestaciones contra las acciones de Francia en la isla durante 30 años.
En este contexto, Macron prometió ayuda contra el cambio climático, la pandemia del Covid-19 y recursos para los refugios contra ciclones en el territorio insular, donde la mayoría de las islas no tienen aeropuerto y la llegada de equipos de emergencia puede tomar horas o incluso días.
Además de 708 millones de dólares en gastos adicionales para ayudar a empresas e instalaciones de atención médica en medio de la pandemia, Macron prometió 354 millones de dólares en el contexto de la crisis sanitaria y financiación a largo plazo para sistema de evacuación médica en las islas remotas.
La Polinesia cuenta con un estatus autónomo especial desde 2004, pero aún se encuentra bajo supervisión de París.
Las ambiciones de China
Los propósitos económicos y políticos de Beijing en la región también fueron fundamentales para la visita oficial del presidente francés. Macron se refirió a un “enfrentamiento entre grandes potencias mundiales” en la Polinesia y dijo que Francia cuenta con alianzas establecidas en los últimos años con Australia, Nueva Zelanda, India y Japón.
“Ay de los pequeños que sufrirán las incursiones de los poderes hegemónicos”, dijo Macron. Advirtió a los polinesios que «tengan cuidado» con los proyectos «exóticos» o «aventureros» que prometen trabajos que tal vez nunca se materialicen.
China es el mayor socio comercial de sus vecinos de Asia y el Pacífico, que esperan ganancias de los intercambios de minerales, hierro, madera, petróleo y alimentos, entre otros productos.
No obstante, también existe preocupación por el uso que hace Beijing del acceso a sus mercados para presionar por concesiones políticas. Francia, Estados Unidos, Japón y otros gobiernos temen que China esté buscando ganar influencia estratégica.
Ante este panorama, el mandatario francés prometió que su país «protegería» las comunidades pesqueras, las redes de comunicación y otras infraestructuras de la región, principalmente por medio de más inversiones.
La Polinesia Francesa, con alrededor de 300.000 habitantes y 118 islas, es también una de las regiones peor golpeadas por el Covid-19 en la zona, una situación de la que muchos residentes responsabilizan a las personas que provienen de Francia, incluidos militares.