Por: Diego Ruiz Thorrens/ “Colombia fue, es y (al parecer) siempre será un país machista”. Esta línea, que anteriormente escribí en uno o quizás varios artículos, emerge como una amarga realidad de la que, al parecer, ya no hay escapatoria, y escala directo a una inmensurable cúspide gracias al nuevo escenario/orden político mundial donde el actual presidente de los Estados Unidos, el republicano Donald Trump, pareciera haber puesto de cabeza, tanto a su país, como a todo el ecosistema que depende económicamente del american dream, entre ellos, nuestro territorio.
Aquí, no hablaré (ni tengo el deseo de hacerlo) de los impactos que potencialmente tendrá para Colombia, en los próximos 4 años, la presidencia Trump. Aun menos, buscaré “analizar” como la derecha “valiente” o “libertaria” nos quiere vender la basura de los supuestos “peligros” que debe “enfrentar” la sociedad, peligros que buscan “lastimar”, no solo a las familias sino también a los niños, por culpa de los homosexuales y la población LGBTQ, como reciente denunció Milei en su bochornoso y des-informativa perorata en el foro de Davos.
Tampoco hablaré del nivel de estupidez (y el peligro) de la propuesta de un legislador del estado de Misisipi que busca castigar los “actos sexuales” que no busquen la fecundación, es decir, en términos castos y coloquiales, la masturbación, “sin intención de fertilizar un embrión”, barbaridad que abre la puerta a la violencia sexual contra niños, niñas, adolescentes y a todas las mujeres.
Menos, sobre lo que actualmente está sucediendo con Meta, o con las más grandes multinacionales y corporaciones, muchas que desde ya cortaron de tajo las leyes que protegían la diversidad sexual y los derechos de las mujeres al interior de sus empresas. O sobre el levantamiento (dígase, la eliminación) de la figura del feminicidio en argentina, país donde las cifras de las violencias basadas en género son de las más altas de Latinoamérica.
No. Hoy quiero exponer el nivel de machismo mezclada con estupidez que tristemente nos rodea (no me excluyo de ese peligro) y que como pus brota de la mente de personajes que, en un principio, respeté (e incluso podría decir que admiré) pero que, en el actual cuarto de hora, muestran sus verdaderos colores ufanándose y haciendo uso de chistes pendejos para mostrarse como los “machos que son”, sintiéndose libres de burlarse hasta la madre de aquellos que son diferentes a ellos, buscando acentuar una masculinidad que aseguran poseer pero que, tristemente, y desde mi más humilde perspectiva, difícilmente podrán alcanzar.
Iré por partes. Hace pocos días, en uno de los tantos grupos de WhatsApp a los que pertenezco, encontré dos imágenes que, en un principio, me parecieron inofensivas. La primera imagen se dividía en 3 fotos acompañadas con los siguientes mensajes, la primera parte rezaba: “que los hombres vuelvan a ser hombres”, retratando la foto de un Clint Eastwood en sus veintes sosteniendo un gato negro, la segunda parte decía “que las mujeres vuelvan a ser mujeres”, retratada por 3 mujeres rubias de los años 40, delgadas, sonrientes y estéticamente atractivas, y la última “que los niños vuelvan a ser inocentes”, con la foto de unos menores jugando en un parque metálico.
La segunda imagen era aún más insulsa, donde aparecen las fotos de Pamela Anderson y Sylvester Stallone como epitome de la feminidad y la masculinidad y, posteriormente, como símbolo de lo contrario: la burla va en señalar que cualquier “macho” con “cuerpo de mujer” querrá ser como la señora Anderson y viceversa. Hasta ahí, todo normal. Solo eran unas imágenes bien pendejas.
El problema vino después, viendo los “likes” que reportaban las imágenes y los comentarios que, por respeto a la inteligencia de quienes lean este artículo, no repetiré.
Pregunto yo: ¿En serio creen que el mayor peligro que enfrenta la humanidad está encapsulada en las vidas de una minoría como son las diversidades sexuales? ¿En serio alguien se pudo tragar la basura que vociferó presidentes como Milei o el mismísimo Trump donde insisten en presentar a la población LGBTIQ como el mayor peligro para los niños, niñas y adolescentes? ¿Será que el machista, siendo machista y buscando involucionar (no evolucionar y salir de su machismo), adquiere una mente tan estrecha que su machismo hace simbiosis con la estupidez? ¿Será que se sienten orgullosos de ello?
Aquí escribo, no como una persona que cree que todos y todas tenemos los mismos derechos, sino como alguien que ha dedicado gran parte de su vida trabajando, voluntariamente, por el bienestar de la niñez, impulsado acciones de protección de las vidas de los menores que se encuentran en situaciones de riesgo. Y, obviamente, pensar en los menores implica pensar en sus madres, muchas de ellas, mujeres a las que sus propias familias, la sociedad y hasta el estado les ha dado la espalda por las razones más arbitrarias que puedan existir (por ser negras, o por ser pobres, o por ser adolescentes, o por no tener trabajo, o por ser migrantes… etc.)
Pensar que las “cosas” se van a “enderezar” o “encausar” en un orden “natural” reeducando a la sociedad en cómo deben ser los hombres y mujeres (según lo entienden estos que se auto-identifican como “libertarios”), resurgiendo una serie de valores que ya fueron superados y que precisamente quedaron atrás por obsoletos, no es solo un acto de darse un tiro en el pie de la humanidad, sino de todo aquello que incluso ellos defienden. Lo peor, es que ello abre una inmensa puerta a la más pura y brutal segregación, donde se puede excluir a cualquiera que ellos consideren necesario de ser excluido, sea en razón de su raza, su sexo, su credo, su condición económica, su origen, entre otros.
Pero bueno, así está la situación. Mientras tanto, esperemos que acontece mañana. Ojalá que esos que sueñan con que los niños sean de nuevo inocentes piensen en los daños que la tecnología está generando en aquellos que buscan proteger, o los peligros que muchos pequeños afrontan en sus hogares. O que ser macho o hembra no solo depende de con qué genital se nace.
De mi parte, solo anhelo que las próximas noticias no tengan que ver absolutamente nada con los menores, especialmente, cuando millones de ellos están atrapados entre guerras que no buscaron, muriendo de hambre porque aún existen países donde cientos de miles de ellos comen un solo plato al día, o donde la peste y la enfermedad devora sus pequeños cuerpecitos ante la mirada inerte de los medios y los gobiernos. Esperemos.
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*Magister en Derechos Humanos y Gestión del Posconflicto de la Escuela Superior de Adminsitración Pública – ESAP – Seccional Santander.
X: @DiegoR_Thorrens