Por: Laura María Jaimes Muñoz/ Desde el principio de nuestra existencia han programado nuestras vidas de alguna manera u otra y los principales autores de esa programación y construcción social han hecho parte de la formación e influencia en nuestra cultura, siendo la interacción con el otro, la presencia de la madre, la presencia del padre y el lenguaje, pilares fundamentales en la formación del ser humano, lo que significa que la madre es la primera persona que nos ayuda a sobrevivir en el contexto y nos aporta el poder la palabra y el padre es la inclusión de la ley.
Por tanto el ser humano es el resultado de múltiples acumulaciones de símbolos de orden social en relación con la cultura y esto es lo que nos da sentido a la vida, según Bertha Jeanneette Niño “el lenguaje actúa como portador de cultura, evidenciando la presencia del lenguaje como estructura que organiza al ser”.
Si la madre y el padre son los principales formadores de los seres humanos y la cultura que adquirimos es la articulación con la vida en sociedad, entonces ¿qué está pasando con nuestras familias?
La realidad de las madres cabeza de familia es que ejercen el rol de madre y padre, acostumbrándonos fácilmente a ello, lo que quiere decir que es quien debe asumir la responsabilidad de mantener a su familia y salir a trabajar sin dejar los quehaceres del hogar; pero entonces ¿Quién está educando y cuidando a nuestros niños? La respuesta está en la única opción que tienen las guarderías, los jardines, las vecinas, los hermanos mayores o las empleadas del servicio -aunque esta última opción ya es lujo tenerlo- que por tanto un porcentaje muy reducido puede darse este lujo.
Y así tenemos no solo la ausencia del padre quien es el que vehiculiza la inclusión de la norma, sí no también la ausencia intermitente de la madre quien es la que trasmite el “equipamiento” en el aprendizaje del ser humano en el mundo.
Revisando la historia podemos darnos cuenta que en otras épocas las madres eran quienes se quedaban en sus hogares educando y cuidando a sus hijos, mientras el esposo y padre era quien salía a trabajar para mantener a su familia, pero esto con el tiempo ha venido cambiado y las mujeres también han venido ganado un espacio reconocido en la sociedad.
La realidad es que los esposos se divorcian con facilidad, donde la tolerancia ya no es un valor (sin confundir la tolerancia con la permisividad en la violencia), la comunicación es agresiva y en cualquier momento por situaciones de la vida cotidiana estos conflictos detonan y terminan tomando la decisión de separarse con hijos en pleno crecimiento y desarrollo.
Lamentablemente en algunos casos –en su mayoría- los padres cuando se divorcian también se divorcian de sus hijos, dejando el vacío que representa una desunión para el hogar, madres confundidas, depresivas y desprotegidas quienes tienen que asumir y afrontar un nuevo estilo de vida con una responsabilidad que como buenas madres no pueden dejar; esto es una ruptura con la ley, con lo normal, con lo que debe ser desde la concepción del mundo.
Pero los casos de embarazos en adolescentes aumentan, los embarazos no deseados cada día se convierten en un deber o peor aún en abortos y los divorcios se convirtieron en moda con el argumento que “los hijos no necesitan esposos, necesitan padres” y es así que cada uno por su lado destruyen familias, afectando directamente a las personas que son las que más se quieren en la vida: Los hijos.
Y los hijos deben asumir su nuevo estilo de vida, observar discusiones interminables entre sus padres y el sufrimiento que esto representa tanto para ellos como para la madre que es quien se queda con los hijos (por ley) ya que el padre se convierte en una cuota alimentaria y en una visita al mes, eso sí, sí él es consciente ya que un gran % de padres no responden por sus hijos y las mujeres por “dignidad” “orgullo” o por evitar problemas no denuncian y así continua la cadena de irresponsabilidad y de más hijos en el mundo con padres ausentes y madres cabeza de hogar con todo el compromiso que esto representa.
Y es aquí donde las súper héroes deben multiplicarse, antes de salir a su jornada laboral, dejar sus hogares organizados, comidas preparadas, hijos vestidos, desayunados y listos para ir al colegio, lo que significa que el horario de esta mujer no corresponde a las 8 horas diarias que un trabajador normal realiza, si no que su horario es aproximadamente de 5 am. a 10 pm. dando como resultado 17 horas diarias y así toda la semana (eso sí como mujer el maquillaje y su arreglo para salir linda no puede faltar).
Parte del problema es que no todo hombre quiere o puede ser padre, no basta el hecho de ser hombre o ser el genitor biológico en una relación de pareja, es el hecho de asumir el rol de padre, pero la madre no puede elegir, en los imaginamos le damos significado a una realidad buen o mal padre, buen o mala madre, pero cada uno tiene una función fundamental para que estas personas que trajeron mundo sean buenas personas para la sociedad.
El punto son las decisiones que se toman las cuales traen consecuencias, las oportunidades no tienen nada que ver con la suerte o con aquellos que todavía creen que la suerte existe, se podría decir más bien que es el esfuerzo que hacen nuestros padres por generar las mejores circunstancias.
Por tanto la mujeres cabeza de familia o mejor estas súper héroes continúan su labor, mínimamente reconocidas por un gobierno que cada día se compromete a diseñar programas y proyectos que las beneficien; sin hablar de las promesas de campaña ya que es un grupo bastante deseado por los candidatos quienes también se comprometen a ayudarles con subsidios imaginarios y hasta programas de emprendimiento que mejoren su calidad de vida, pero la realidad es completamente diferente, siguen vulneradas e ilusionadas y sacando fuerzas para salir adelante con sus hijos.
¿Cuándo se reconocerá la importancia que representa la mujer cabeza de familia para la sociedad?
Twitter: LaurajaimesM
Instagram: Laura Jaimes Muñoz
Facebook: Laura Maria Jaimes Muñoz