Por: Juvenal Bolívar Vega/ La actividad pública, especialmente la que se ejerce desde los organismos de control, se hace con un libreto y una cámara de televisión. Esos libretos que leen, que tendrían que estar escritos basados en la realidad que trae ley, son muy bien elaborados por estrategas de marketing que solo buscan que el actor (fiscal, contralor, procurador, etc.) se muestre eficiente ante la opinión pública.
Los medios de comunicación, en esa orquestada obra de teatro, hemos sido idiotas útiles. Informar todo lo que dice el jefe de control no significa que estemos cumpliendo con la misión social para la que existimos, solo ayudamos a mejorar la imagen de un funcionario sin importar a quienes ellos se lleven por delante.
Esas pantomimas ante la prensa ya son cotidianas. Santander ha sido sede de varias de ellas, muchas que a primera vista no reconocemos, pero que, al analizarlas, no son más que la falacia viva de nuestros órganos de control.
La más recordada -y tal vez la más emblemática- es la que protagonizó en Bucaramanga la Fiscalía General de la Nación el 25 de noviembre de 2017. El actor principal fue Néstor Humberto Martínez Neira -el fiscal que salió del cargo por la puerta trasera- y como actores secundarios, pero no menos importantes, el exalcalde de Bucaramanga, Luis Francisco Bohórquez (junto con un grupo de su antiguo equipo de gobierno) y la exsecretaria de Educación de Santander, Ana de Dios Tarazona (además de otros funcionarios de su oficina).
Ese día, el fiscal Martínez hizo su show denunciando graves actos de corrupción en Santander y puso de ejemplo a estos funcionarios, confirmando la imputación por los sonados casos de Manantíal de Amor y los Tamales del PAE Santander. Tres años y tres meses después de ese anuncio, en ninguno de los dos casos se ha fallado en contra de los implicados.
Sin embargo, para poder justificar el acto de dramatismo, días antes el entonces fiscal general ordenó sendos operativos en contra de ‘lucho’ y Ana de Dios. Y qué operativos, los cuales estuvieron rodeados de espectacularidad, morbo y sensacionalismo. Al mejor estilo de Hollywood.
El 17 de noviembre de 2017 (siete días antes de la visita del fiscal a Bucaramanga), se ordenó desde Bogotá al Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) un operativo singular para capturar en San Vicente de Chucurí, en pleno evento oficial de la Gobernación en ese municipio, a la Secretaria de Educación de Santander y a un subalterno suyo, Aníbal González.
Y digo singular, porque, aunque la orden de captura se dio 48 horas antes, pudiendo los agentes del CTI llegar hasta las oficinas de la funcionaria en la gobernación (a dos cuadras del Palacio de Justicia) y arrestarla, prefirieron organizar un convoy al estilo del FBI, trasladarse hasta San Vicente (a 128 kilómetros de Bucaramanga) y capturarla delante de todos los asistentes.
Luego, el 24 de noviembre de 2017 (24 horas antes de la visita del fiscal a Bucaramanga), se conoció la captura de Luis Francisco Bohórquez, Leonardo Luna Escalante, Flor Alba Pedraza, Clemente León Olaya, Gloria Durán y cinco feligreses de iglesia Manantial de Amor, por supuestos actos de corrupción.
Con ambiente de película gringa, la Fiscalía hizo una redada en toda el área metropolitana para dar con los implicados en el hecho. La noticia trascendió lo nacional, pues no todos los días se captura a un exmandatario y por tan graves acusaciones.
Entonces, Martínez Neira, como buen actor, en rueda de prensa, encaró el papel con gran maestría. Se mostró como un fiscal eficiente e implacable, se autoproclamó como el ‘justiciero’ que le puso fin a la corrupción en Santander y metió a los delincuentes tras las rejas.
Pero la ficción nunca podrá superar la realidad. De aquel acto de marketing no quedó nada, hoy todos los que el polémico Néstor Humberto encerró están en libertad, los procesos no han avanzado porque el material probatorio fue débil y, por ende, no habrá sentencias. Solo fue un show a costillas de unos funcionarios públicos.
Pero el telón vuelve a levantarse en Bucaramanga, nos disponemos a una nueva tragicomedia que ya cuenta con un reparto estelar: Un fiscal con imagen en declive, unos medios prestos al servilismo y una víctima que ya está siendo procesada por hechos que no tienen ninguna lucidez jurídica.
En el marco del V Congreso Nacional de Contralores que se realizará en Santander entre el 24 y el 26 de febrero, se anunció con bombos y platillos -como se hace con los buenos actos de circo- la presencia del fiscal general, Francisco Barbosa. Y seguramente ya tiene preparadas sus líneas, donde anunciará que “tras labores de inteligencia e investigación se logró desvertebrar una peligrosa banda delincuencial en Santander” y allí saldrá a relucir el nombre de empresario Cecilio Vera, conocido como ‘Gigio’.
Su arraigo, su vida profesional, hasta su vida pública hacen de Cecilio un ciudadano ejemplar, quien incluso aspiró a ser Alcalde de Bucaramanga en una oportunidad y en la anterior ocasión fue precandidato a la Alcaldía pero en última instancia adhirió a Claudia López.
Su trabajo está ligado a Bucaramanga, la gente sabe en dónde están sus negocios. Su capital económico seguramente tiene la forma de justificarse. Sin embargo, hoy es el de mostrar en esta macabra obra teatral del fiscal.
Seguramente como sucedió con el teatro de 2017, esperamos que el de este año tenga el mismo resultado. Es claro, todo lo que se monte sobre mentiras se cae por su propio peso.
En esta ocasión a ‘Gigio’ le tocó pagar los platos rotos del fiscal general. Ojalá Barbosa se ponga serio y nos diga cuando meterá a la cárcel a los responsables del mayor escándalo de corrupción de Bucaramanga: El corretaje de Vitalogic.
*Director de Corrillos
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