Por: Julio Cesar Ardila Torres/ Existen aún cantidades de argumentos que esgrimen las personas que no quieren vacunarse contra el Covid-19 que se fijan más en los vacunados como seres en vía de extinción producto de una programada reducción poblacional mundial y también como sujetos de dominación a quienes so pretexto de darles la protección contra el coronavirus les inyectan es un imaginario chip imanado que los convierte en serviles al régimen, haciendo ver a los que acuden a vacunarse como personas que simplemente caen en esa trampa.
No olvidemos que existen a hoy muchas vacunas las cuales nos inyectaron en nuestros primeros años de edad y de las que aún tenemos el dichoso carné de vacunación que nos hacia llorar apenas verlo en manos de nuestra mamá porque auguraba un pinchazo que ni el helado de premio menguaba el recuerdo, esas mismas que nos pusieron a la brava y que desde ese tiempo nos decían eran para fortalecer nuestras defensas para combatir contra el sarampión, la viruela, las paperas y otros pocos.
Lo cierto es que todas esas vacunas las hacen es para enseñarle a nuestro sistema inmunitario como combatir ciertos tipos de virus o gérmenes y así evitar o menguar las enfermedades que provocan, siendo la más utilizada la vacuna viva atenuada y la inactivada similar a aquello de que para la mordedura de culebra veneno de la misma culebra, así es que al utilizar una forma atenuada o inactivada del mismo virus o germen se crea una respuesta inmunitaria frente a la presencia del mismo, lo cual se utiliza en las vacunas contra la viruela, el sarampión, la fiebre amarilla, las paperas, la rubéola, la varicela y en las de virus inactivado se encuentran las vacunas contra la hepatitis A, la gripe, el polio y la rabia, sin dejar de mencionar las vacunas que utilizan partes del virus o su proteína entre otras la de la tos ferina y la vacuna con toxoides que protegen contra la difteria y el tétano.
Entonces para los ya vacunados la única diferencia es que adquirieron mayor defensa y mejor respuesta inmunitaria en caso de ser contagiados de Covid-19, y los no vacunados la única diferencia es que en caso de ser contagiados de coronavirus dependen solo de las defensas que tenga y de la fortaleza de su sistema inmunitario que les sea suficiente para contrarrestar al virus y la gravedad de esta enfermedad.
Por ello, la decisión de vacunarse o no, debe respetar la autonomía de la voluntad de cada persona, porque si en lugar de vacunarse decide cuidarse bien puede hacerlo, guardando el aislamiento necesario para evitar ser contagiado, usando constantemente el tapabocas o barbijo, con lavado de maños y desinfección general, puede ocurrir que consiga no ser contagiado durante todo el tiempo que exista la pandemia y que en caso de ser infectado no por ello signifique que sea de gravedad extrema la enfermedad solo que dependerá únicamente de sus sistema inmunológico no reforzado en razón a la ausencia de la vacuna, pero en lo que no se diferencian los vacunados y los no vacunados es que ambos por igual pueden contagiar y ser contagiados.
Debemos entonces aprender a respetar los derechos de quienes deciden vacunarse y de los que no quieren vacunarse, sin llegar a los extremos de negación de los mismos a que se ha llegado por la propia autoridad al punto de discriminar entre vacunados y no vacunados, como si los vacunados estuviesen excluidos de la posibilidad de contagiar y de ser contagiados, cuando en realidad se requiere es insistir en que la protección y bioseguridad de unos y otros es la mejor arma que existe contra el virus sin negar que la vacuna es parte importante de esa armadura y escudo de protección.
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Abogado.
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