Por: Carlos A. Gómez/ Corrían los años de 1770 en lo que hoy conocemos como Guaduas en Cundinamarca. La villa tenía ya cerca de 200 años de haber sido fundada nuevamente. La primera vez fue por los años de 1570, pero fue abandonada casi por completo por sus habitantes que buscaron en otras villas cercanas mejores oportunidades.
Para los años de 1770 se termina de construir, según dicen algunos historiadores, el primer albergue en la villa. La primera edificación de dos pisos que cubría una cuadra desde la plaza principal hasta el río San Francisco, con el que colindaba. Esta edificación se conoce hoy como «El patio del Moro». Una casona grande que se convirtió en el hotel de paso para los viajeros que zarpaban desde la costa Caribe y navegaban por todo el río Magdalena hasta llegar al puerto de Honda.
El camino real que los llevaría hasta Santa Fe de Bogotá cruzaba por Guaduas y muchos viajeros descansaban para comenzar la travesía de subir hasta una de las ciudades más importantes de la época.
Parar a descansar era obligatorio. El viaje desde el puerto de Cartagena o Santa Marta para la época podría durar más de cuatro semanas. En el hotel les ofrecían camas, comida y la posibilidad de comprar algunas cosas adicionales para llevar a su destino final. Inclusive dependiendo del trabajo de los huéspedes, algunos siendo mensajeros, llevaban encomiendas para Santa Fe.
El hotel de aquella época y que hoy es un museo privado (llevan años de esfuerzos para que el Ministerio de Cultura y el sector público se interese en conservar parte de la historia de El Patio del Moro) tiene el primer baño mixto público de la historia de Colombia, aunque es una hipótesis solamente personal. Creo que por las condiciones de los hechos podría tener alguna validez.
Un poco de sentido argumentativo es que los baños mixtos comenzaron a tener vigencia y un valor importante para la época de la Edad Media donde tuvo gran auge. Para Adriano, un antiguo emperador romano, el valor de la limpieza tuvo gran importancia en su imperio. Aunque los baños eran públicos, él defendía y ofrecía los baños mixtos para que mujeres y hombres importantes de la sociedad y allegados pudieran mantener sus conversaciones sin tener que ser interrumpidas por ir al baño.
En la Edad Media se disfrutaba de muchos baños termales que daban un cierto estatus a quienes podían entrar a ellos. Con el patrocinio de la iglesia (obviamente católica), que había dispuesto que la limpieza era parte de una virtud cristiana, tomó mayor interés en su fanaticada. Este casi rito tuvo una gran pausa debido a que la gente creía que podían ser contagiados de enfermedades al usar estos baños públicos. La peste negra cerró muchos negocios pertenecientes a la élite aristocrática.
Volviendo un poco a la historia inicial y quedándonos en 1770, el hotel ofrecía dos tipos de servicios especiales para aquella época. El primero era para las mujeres, quienes tenían una alberca de tal vez de unos cuatro metros cuadrados donde podrían lavarse y especialmente la usaban cuando tenían sus periodos de menstruación, era y es la única poceta pública cubierta, algunas que existieron era abiertas sin techo. El segundo era el baño público, donde se sentaban en una hilera de tres puestos para que sus heces fueran evacuadas por la fuerza del agua que pasaba dos metros abajo y finalizaban en el río San Francisco.
Mi opinión y la de otros historiadores de Guaduas es que muy posiblemente el baño del hotel lo usaban tanto hombres como mujeres y posiblemente al mismo tiempo. Los hombres usaban ruanas largas y anchas con las que podrían sentarse y bajarse el pantalón y no quedaba nada al descubierto; lo mismo pasaba con las mujeres y sus vestidos anchos y largos. La otra situación es que no había baños en cada una de las habitaciones, por lo que al ser público el uso mixto al mismo tiempo era una necesidad.
Sin tapujos, el uso de baños mixtos en una experiencia interesante. Lo hice en la Universidad Externado en Bogotá con mis compañeras cuando estudié la maestría. A decir verdad, ya no tuve que quedarme solo en la mesa del restaurante esperándolas a que fueran las cuatro al tiempo cuando a una de ellas le daban ganas de ir. Ahora yo las acompañaba porque descubrí el misterio mítico del por qué las mujeres no iban solas al baño y por qué cuando una quiere a todos nos dan las ganas de ir.
Invitación: Si pasan por Guaduas, Cundinamarca no dejen de ir a la casa museo El patio del Moro. Almuercen fiambre, es delicioso. Y visiten la casa de la Pola, que a propósito tenía sangre santandereana: sus padres el señor Salavarrieta y la señora Ríos eran del Socorro.
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*Ingeniero Industrial y Magíster en Responsabilidad Social y Sostenibilidad
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