Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ En el mundo de hoy, los jóvenes están tragando entero, y es que este mundo ofrece miradas diversas, hay quienes creen que los avances tecnológicos y su visión del “desarrollo”, brindan el espectáculo gratificante de un “mundo feliz”, debemos aplaudir esos avances tecnológicos, vaya que sí, mucho le han aportado a la humanidad, pero ese mundo también ha creado una serie de personajes, carentes de valores, de principios, donde la chabacanería, la grosería y el irrespeto son el centro de su éxito y han desarrollado la capacidad de persuadir a mucha gente con su predicamento.
Pero hay, de otro lado, quienes sienten un gran agobio con la realidad que observan y descubren con horror como se han olvidado las enseñanzas de nuestros ancestros ancladas en el respeto, lo que genera impotencia y dolor al ver como ese ejercicio del olvido se ha instalado la sociedad contemporánea, un ejercicio del olvido que, está siendo patrocinado por medios de comunicación con programas de televisión donde se premia el comportamiento mediocre y vulgar y dándoles el mote de famosos, de estrellas.
Esta sociedad que se está construyendo aprendió a saber que, a merced, del uso de los más sofisticados artilugios, al comportamiento ramplón, grosero y que con el mínimo esfuerzo será capaz de conquistar un mundo cada día menos exigente y más banal, esta nueva sociedad, se está construyendo aprendiendo y admirando a los llamados: famosos, influencers, cantantes que no deberían llamarse así ya que de canto no tiene nada, esta sociedad no está aprendiendo a soñar, a saber pensar en el futuro; no tiene un sentido de la identidad, se sumergió en “un teatro de sombras” y adoptó la virtualidad y la admiración por unos pocos que se denominan influencers, famosos, y que son su nuevo mundo, para olvidar la posibilidad de decidir, de elegir y de vivir con identidad propia.
En nuestro país, las cadenas de televisión más importantes, hacen negocio con programas llenos de mediocridad, de irrespeto y de comportamientos donde la agresión verbal, la calumnia, la traición son los que hacen que las llamadas estrellas y mal llamados famosos sean los ganadores, y esto es patente de corso para que los jóvenes, los mal llamados dirigentes, los políticos y administrativos actúen de igual forma y además vean como el mal actuar “sí paga”.
Esta nueva sociedad no está aprendiendo a saber prever las consecuencias de sus acciones, no sabe ya, sino sobre el instante presente, y a ese instante le apuesta su vida y desconoce sobre su capacidad de elegir entre diversas alternativas de acción, ha renunciado a pensar y se ha convertido en un autómata de la idea dominante.
Esta nueva sociedad no aprendió a saber que podía emitir juicios de valor, ha perdido el juicio y se encuentra en un estado de inmovilidad paralizada, y ha decidido apartar su vida de lo vivo, ha convertido el desdén en su estado natural, el saber, la sabiduría, no es ya lo que los define.
Cuanta falta nos hacen esos pilares básicos de enseñanzas respetuosas, de aceptar los errores y corregirlos, de clarificarlos, entenderlos, guiarnos, dejarnos guiar por ellos con inteligencia, e incluso con valentía, agradecer el que nos corrijan, ¿Cuántas veces nos hemos alejado por completo de nuestros valores para acabar haciendo cosas que no sintonizaban con nosotros? nos encontramos en un momento en el que es más importante que nunca cuidar de estos pilares básicos.
No falta quien señala que nos encontramos en una sociedad que sufre una auténtica crisis de valores, dimensiones como la verdad, la bondad y la justicia, por ejemplo, parece que han dejado de estar en la cúspide de nuestra escala, de algún modo, es como si al día de hoy primen más los valores económicos, consumistas, utilitarios y la sed de poder, y el uso de la mentira para el propio beneficio, y se vanaglorian de ello, así sea un poder ínfimo.
Asimismo, se da otro hecho destacable, hay quienes defienden unos valores como quien enarbola una pancarta (solidaridad, lealtad, bondad, respeto, honestidad), pero ni los practican ni los aplican, el auténtico bienestar y la verdadera coherencia reside en quien hace de su valor su virtud, como ser amable en cualquier circunstancia, ser buen amigo en cada momento y situación, defender la verdad, e ir de frente con sus pensamientos, defenderlos y corregir cuando se equivoque.
Valores y emociones van de la mano porque nos orientan en cada cosa que hacemos, cuando están en sintonía nos sentimos bien, cuando no los atendemos surge el sufrimiento, estamos ante una sociedad que fácilmente destila odio contra quienes los corrigen y les hacen observaciones sobre su mal proceder, valido es recordar que el odio solo le hace daño a quien lo padece, jamás a quien está dirigido algo que debemos tener claro lo antes posible, es que aclarar cuáles son nuestros valores, eso nos puede ayudar a priorizar qué es importante para nosotros y poder así evitar las decepciones y la infelicidad.
Recordemos el experimento de la cárcel de Stanford, las conclusiones que se puede extraer es que personas aparentemente normales, a las que se les facilita un puesto de poder, pueden llegar a realizar conductas dominantes, agresivas, corruptas, el experimento deja claro como un entorno determinado y un rol determinado facilita que aparezcan conductas de abuso, de grosería, de corrupción, de mentiras, de comportamientos agresivos llenos de antivalores, y muestra como solo por permanecer en el poder, benefician a quienes los mantienen en él, y atacan a quienes con criterio y razón, denuncian estos abusos, recordando a Sócrates, “cuando el debate se pierde, el insulto, el rumor, se convierte en el arma del perdedor”
Cuando los abusos son acogidos y aceptados por la sumisión, los que están el poder no tardan en convertirlos en leyes, Víctor Hugo en “Los Miserables”, su formidable novela de 1862, “desgraciado el que no haya amado más que cuerpos, formas y apariencias, (dinero, poder, mentiras), la muerte se lo arrebatara todo, amad a las almas y las volveréis a encontrar”, “se cómo el pájaro que deteniendo su vuelo un rato, en ramas demasiado débiles siente como ceden bajo su peso, y sin embargo canta sabiendo que tiene alas” cuando andamos con la verdad y la honestidad sabemos que los demás son ramas débiles y podemos seguir cantando.
…
*Profesional en Mercadeo
Twitter: @heraldoru
la sociedad en la que vivimos actualmente es muy diferente a la de nuestras generaciones; las nuevas tecnologías, la rapidez en cómo se vive y las modas hacen que los jóvenes y niños se enfrenten a muchas dificultades que están ligada a los diferentes espacios y recursos que las nuevas tecnologías permiten, y la red se ha vuelto algo rutinario en su vida a través de nuevas formas de socialización y expresión. Algunos de los riesgos que sufren por este uso excesivo o problemático son el aislamiento social, problemas de salud, académicos, acoso escolar o ciberbullying, etc…Y lo más lastimoso es que los padres hemos perdido el control porque ahora no se puede corregir a un hijo ni tratar de alejarlo de la invasiva tecnología que lo aleja de su familia.
Gracias Dr. Rueda por sus excelentes columnas que nos hacen reflexionar de la realidad en la que vivimos.